Nos preocupa que el término ‘médico’ sea compatible con el término ‘trucho’ porque no es para lo que nos preparamos. Nos da muchísima pena lo que está pasando”, arranca diciendo el doctor Héctor Garín, secretario general de la Asociación de Médicos de la Actividad Privada. Claro, es que aunque la mayoría de los profesionales son honestos y están formados, una minoría con sus acciones fraudulentas salpica el trabajo de quienes trabajan honestamente.
El médico se refiere a los casos de médicos falsos que atendían en el Hospital Dr. Ángel Marzetti de la localidad bonaerense de Cañuelas. Se trataba de dos personas de origen brasileño: Felipe Nori Haggi Lacerda y Thais Soares Costa, quienes están siendo investigados por la Justicia por la supuesta usurpación de identidad de otros profesionales para poder atender en la guardia.
“Creo que esto explotó dentro de una situación general que es el deterioro en los controles en la medicina. Hace 15 años era una rareza. Hoy crea un estado de alarma”, agrega el doctor Jorge Gilardi, presidente de la Asociación de Médicos Municipales de la Ciudad de Buenos Aires.
Es grande la preocupación cuando se trata de un hombre que hasta hace unas horas atendía en la guardia de médica clínica de un hospital y ahora está acusado de ejercicio ilegal de la medicina, usurpación de títulos y honores y falsificación de documento público.
Además del problema de sentirte mal cuando vas a una guardia, ¿tenés que sumar la preocupación de no saber quién es la persona que te está atendiendo?
A partir de estos casos y otras denuncias en varias instituciones, según las fuentes consultadas, el Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires habría extremado medidas y aumentado la cantidad de inspecciones.
¿Qué hacer ante la sospecha? “Lo mejor es comunicar a las autoridades del hospital, porque con ver la matrícula en el sello o en la receta a veces no alcanza, ya vimos que se puede falsificar o usar la de otro médico. Es importante llevar la inquietud a las autoridades, y si es de noche y las oficinas están cerradas, transmitirle la situación al jefe de guardia”, explica la doctora María Verónica Schiavina, secretaria de Hacienda de la Federación Médica de la Provincia de Buenos Aires.
Y agrega: “Si se trata de una sospecha en el ámbito privado, es importante saber que el médico debe exhibir su título en el lugar donde atiende y el consultorio debe ser autorizado por el Colegio de Médicos local. Es decir, no se puede abrir uno en cualquier lugar”.
Enterarse de que a un adolescente de 16 años con un fuerte dolor al costado del pecho un médico trucho le recetó ibuprofeno y terminó operado de urgencia en una clínica de Monte Grande, o saber que a otra persona le desestimaron una consulta en una guardia y terminó siendo diagnosticada como preinfarto y con una operación en un hospital de la localidad de Lobos, pone la piel de gallina. Por eso nos preguntamos cuáles son los requisitos para que un profesional sea incorporado a una institución, cuáles son los controles, quiénes son los responsables de esto que está pasando.
“Para trabajar en Capital se debe legalizar el título en los ministerios de Educación y de Salud, donde se otorga la matrícula nacional. En Capital Federal no hay un colegio que controle la matrícula y la ética como sucede en algunas provincias”, comenta Garín.
En cambio, para trabajar en la provincia de Buenos Aires “se legaliza el título en el Ministerio de Educación y luego se saca la matrícula provincial en el Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires, donde también dan el Certificado de Ética (el Ministerio de Salud delegó esa facultad en el Colegio de Médicos; y en cualquier provincia deben acudir al Colegio de Médicos –es la entidad que otorga la matrícula en esa jurisdicción– donde entregan el Certificado de Ética.
Ahí verifican que las firmas sean válidas, se sella y se da la matrícula para el ámbito de la provincia en la que el profesional quiera ejercer. Recién en ese momento queda inscripto. A partir de ahí, cuando un médico se presenta para trabajar en una clínica o en un hospital se le exige que presente ese certificado, fotocopia de su título, el currículum y un seguro de praxis profesional. Eso es imprescindible para no estar en una situación irregular tanto en hospitales públicos como para la atención en el ámbito privado”, afirma Schivina.
La integrante de FEMEBA aclara que “un médico que se ha recibido en el exterior tiene que revalidar o convalidar su título en el Ministerio de Educación. Una vez que tiene el título en esas condiciones, se puede inscribir en el Colegio de Médicos”.
En cuanto a los controles, Garín afirma que “el órgano controlador del ejercicio profesional es el Ministerio de Salud Nacional y los de las provincias. En algunas provincias hay colegios médicos a los que les delegan la gestión administrativa de controlar la matrícula y la ética de los médicos de su jurisdicción. Creo que uno puede delegar el trabajo, jamás la responsabilidad”. Gilardi, incluso, va más allá: “Hay distintos niveles de responsabilidad y es una confluencia de factores.
El control se inicia en el ministerio, pero el último eslabón está donde trabaja la persona
Hay especialidades críticas en las que ocurren este tipo de cosas, como neonatología, unidad coronaria, psiquiatría y ginecología. Sucede porque no hay una buena distribución de profesionales a lo largo y ancho del país, entonces, esto da lugar a lo irregular, es decir, que entre a trabajar un médico que no es médico. Por eso es fundamental una política pública de salud que se ocupe de una buena distribución de los médicos donde sean necesarios y los controles deben ser estrictos para no caer en la facilidad que generan esas vacantes”.
VOLVER A CONFIAR. “En una guardia la confianza con el médico se puede construir si el profesional se muestra transparente y empatiza con el paciente. Eso puede lograrse empezando por presentarse, por ejemplo”, explica el psicólogo Luciano Dayan (M. N. 35.282), docente de la Fundación Barceló, y agrega: “Si yo fuera profesional del Hospital de Cañuelas, trataría de reconstruir la confianza con la población abordando el tema abiertamente con los pacientes o pondría algún cartel explicando que se tomaron las medidas pertinentes. Es posible reconstruir la confianza, aunque lleve años”. En la misma línea, Fernando Zan (M. N. 75.898), jefe del Servicio de Salud Mental pediátrica del Hospital Alemán, analiza: “En la medida en que la institución tome medidas para revertir la falta de confianza, esa actitud será valorada por los pacientes. Si, en cambio, no se hace cargo, la confianza se irá mellando”.
Además, el especialista cuenta que “si bien un médico trucho quizás pueda tener al principio una actitud de empatía, de escucha o de simpatía en los aspectos humanos, la falta de conocimiento o la indicación de un tratamiento que no es el adecuado terminará afectando la relación con el paciente”. Dicho en otras palabras, ese falso médico al principio puede disfrazar la falencia bajo una buena relación, pero no alcanza porque no va a tener éxitos terapéuticos.
¿Por qué es importante confiar en el médico o en la institución? “Es crucial porque está probado que si no hay un grado de transferencia o de confianza con el médico los tratamientos tienen una eficacia menor. La confianza se construye a partir del conocimiento, de charlas con el médico, explicando qué va a suceder, esto se da especialmente en relación a cirugías”, afirma Dayan.
Por su parte, Zan explica: “Se necesita que el médico sea una persona que esté disponible, que sea empática, que dedique tiempo, que sepa escuchar, que tenga en cuenta las necesidades de ese paciente, y para eso se necesita tiempo. La actitud de escucha y empatía del médico es fundamental. Si un médico propone un tratamiento que termina siendo eficaz, la confianza se potencia aún más. Es tan importante la relación médico-paciente como el tratamiento sugerido, porque si el tratamiento es el indicado pero la relación no es buena, el tratamiento puede no funcionar como se espera”.
Los especialistas distinguen dos conceptos: una cuestión es un error médico –haber hecho un mal diagnóstico o haber indicado un tratamiento que no correspondía– y otra es un fracaso terapéutico. Es más difícil remontar la segunda situación con el paciente, porque un tratamiento puede no funcionar, pero la falta de confianza que genera un error es más difícil de reconciliar.
texto CAROLINA KORUK ([email protected]) foto LATINSTOCK