Este miércoles 5 de julio se celebró la segunda coronación de Carlos III en Escocia, al igual que la reina Isabel II hace 70 años. Con la presencia de su Consorte, Camilla Parker Bowles, y de la familia más cercana, el monarca presentó los "honores" en la Catedral de St. Giles.
En una ceremonia más sencilla que la celebrada en Londres, el monarca presentó las joyas de la corona escocesa que llevaban los antiguos reyes hasta que todo el territorio fue anexionado por la corona inglesa.
Esta vez no asistieron las monarquías internacionales: fue una fiesta más íntima a la que acudió solamente la familia más cercana.
El look de Camilla Parker Bowles
También más sencillos fueron los atuendos del Rey y de su Consorte, Camilla Parker Bowles.
Uno de los ítems tradicionales que llevó, está la túnica personalizada con sus iniciales y flores favoritas en hilo de oro, confeccionada en exclusiva para ella por Ede & Ravenscroft, los sastres más antiguos de Londres.
La pieza está realizada en terciopelo verde y azul con un blasón de oro, el uniforme solemne de la Orden del Cardo. En el centro se encuentra una medalla de San Andrés, el patrón de la orden, que estableció el rey Jaime I en 1714.
Acompañó con un sombrero de terciopelo negro, similar a una boina, grande, con plumas blancas de garza, terminando de completar el uniforme.
Dentro de la Catedral de Westminster, la Reina reveló el look que llevaba por debajo: un vestido blanco acompañado con un blazer con cola, ambos con detalles dorados con los que parecía una novia. Este conjunto fue creado por Bruce Oldfield, el diseñador de cabecera de Lady Di y que ahora confecciona los trajes y vestidos para la Reina.
Que la corona escoja este tono para una coronación no es casualidad, ya que simboliza la verdad y la pureza, dos de las cualidades que más se buscan en un gobernante.
Se trata de un vestido largo con capas muy pequeñas, de manga larga y acompañado con guantes al tono. Como accesorios, ha llevado una cartera de mano con asa blanca y unos zapatos de taco beige, terminando por completar un estilismo tan elegante como el que llevó en Londres.