La Sole volvió a subir al escenario de Cosquín y esta vez lo hizo para festejar sus 26 años de carrera ininterrumpida, que se iniciaron un 26 de enero de 1996 exactamente en el mismo lugar: en la plaza Próspero Molina donde se celebra el festival más importante de la música folklórica de nuestro país.
Y aquella chiquilina de 16 años, que ha sabido revolear el poncho al ritmo de las chacareras, contagiando de energía al público de todas las latitudes, ha cambiado poco físicamente -a los 41 la Pastorutti mantiene los rasgos y la frescura de cuando era adolescente-, pero ha evolucionado muchísimo en su look.
De las clásicas bombachas de gaucho con alpargatas y chalecos que solía usar en los primeros tiempos -en su auténtico gaucho-style-, la Sole cambió totalmente hacia un estilo más vanguardista, más transgresor, y bien pop.
Muy lady, muy femenina, para su presentación en Cosquín la cantante prefirió bucaneras y shorts además de vestidos, en un estilo sexy y actual que la caracteriza en su presente.
Cómo fue su presentación
Ante una plaza colmada, Soledad demostró todo su virtuosismo sobre un escenario y brindó un show para todas las familias, haciéndolos transitar por todos los estados anímicos, afianzando el romance con el público de quizás el festival más importante de folklore de Argentina y de América Latina.
El mega show de Soledad abarcó un repertorio de canciones icónicas de su impecable trayectoria y a la vez llevo a los presentes a disfrutar de los grandes temas de su último material discográfico, “Parte de mi”.
La puesta escenográfica, lumínica y visual fue una parte importante del show convirtiéndolo en un verdadero espectáculo; por momentos nos hizo sentir que la misma Soledad caminaba en medio de un bosque, efecto alcanzado por la incorporación, de lo que pareció ser, una cinta caminadora.
La cantautora, le dió el gusto al público de elegir dos canciones “a la carta” a través de un código QR presentado en las pantallas de la Plaza Prospero Molina. De esta manera original, mientras Soledad desaparecía del escenario, su director musical Bruno Orgaz invitaba a los espectadores tanto presenciales como desde sus casas a votar los temas que serían ejecutados al piano. Unos segundos después, el escenario giró y para sorpresa de los presentes, trajo un piano blanco de media cola y la presencia de Soledad con un vestuario impactante, rodeada de luces que generaban un clima íntimo en medio de una multitud.
Luego de ese gran momento en que la artista se permitió conectar con sus canciones a solo piano, les regaló a todos los fervientes fanáticos y amantes de su música, una seguidilla de cumbias que incitó a miles de almas a bailar haciéndolos vivir una fiesta inolvidable y que quedará en la historia de una luna más de Soledad en Cosquín.
La Noche de Soledad llegó a su fin con un cierre a pura chacarera con el cual dejó estampada su presencia una vez más como desde hace 26 años en el Festival de Casquín.
