El vestido que usó Thalía para casarse con Tommy Mottola se convirtió en todo un ícono. Era tan espectacular que ahora, a 21 años de la boda, el vestido se exhibe en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
La cantante y actriz mexicana se casó con el productor discográfico el 2 de diciembre de 2000 con una espectacular ceremonia llevada a cabo en la Catedral de San Patricio, en Manhattan.
El vestido de novia de Thalía fue concebido por el diseñador mexicano Mitzy, quien previamente había trabajado con la artista. Nacido en Pueblo Viejo, Michoacán, Mitzy materializó vastos vestuarios para María Félix, Verónica Castro, y también para Thalía, quien al momento de nombrar al artífice de su traje nupcial, no lo dudó ni un segundo, distanciándose de las sugerencias de su futuro esposo que traían a escena legendarias firmas como Armani y Christian Dior.
Más de dos décadas después de aquella boda que revolucionó por completo la Quinta Avenida, el vestido de novia de Thalía constituye un emblema en la historia de las nupcias más sobresalientes. "Ese vestido era un sueño para mí desde hace muchos años, yo quería un vestido gigantesco", contó la cantante a Vogue.
Con una falda voluminosa, un corsé ceñido a la silueta y un escote barco envuelto por reminiscencias románticas, este increíble vestido estaba inspirado en los trajes de la Casa de Habsburgo, además de estar ornamentado por un bordado a mano de perlas, cristales, hilos de plata y pedrería austríaca, llegando a pesar un total de setenta kilos. Las telas utilizadas fueron tul, raso y seda procedentes de Alemania y Francia.
"Salía de la iglesia, y porque estaba bordada en perlas y diamantes Swarovski, se me iba atorando en las escaleras. El vestido no me estaba dejando llegar a casarme, pero lo logramos", contó Thalía al medio citado al tener en sus manos la fotografía de aquel memorable momento.
En cuanto al velo, el tejido estrella fue el tul de seda, en una extensión que alcanzaba a cubrir mitad de la espalda y en un peinado que se definía por un rodete hecho por el estilista Oribe Canales, con pendientes de perlas y una diadema que parecía salida de un cuento de hadas.
La cola del vestido fue definida en torno a la grandilocuencia del traje nupcial, por lo que no sorprende que destaque por sus 17 metros. Y tal como confesó a en su entrevista a Isaac Garrido, el mismo "se mantiene resguardado en una casa neoyorquina dedicada a la preservación de este tipo de indumentaria, donde también dan cuidado a las piezas del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York". "Es de museo, se queda ahí con todas las otras piezas del MET", contó la artista mexicana.