El proyecto asomó en 2020 durante la pandemia por Coronavirus, y fue seleccionado como caso de ejemplo ante la ONU en materia de medio ambiente. Algunos de los ejes sobre los que trabaja la ONG integrada por mujeres de La Cava, un barrio de emergencia en San Isidro, son la empleabilidad, el impacto social y el factor ambiental. Dos años después, las tote bags y bolsas que las Labradoras de San Isidro crean a partir del descarte de la industria textil llegaron a los shoppings y a las grandes marcas de ropa. La primera tanda de bolsas de tela que diseñaron las vendieron en un local de Cheeky en San Isidro y se agotaron en una hora.
Aunque el programa fue ideado por Rosalía Fusello, licenciada en comunicación y vicepresidenta del Honorable Concejo Deliberante de San Isidro, integra como pieza fundacional a mujeres de La Cava, uno de los barrios de emergencia más populosos del Gran Buenos Aires. Cuando durante la pandemia la industria textil entró en crisis a raíz de una baja en el consumo, desde Labradoras de San Isidro vieron la posibilidad de armar ConRetazos, un programa de triple impacto que asume un rol sustentable dentro del sector textil.
“Ahí empezamos a ver que las marcas tenían descartes textiles que no usaban para nada, que iban a la basura directamente. En San Isidro hay una industria textil muy fuerte. Siempre decimos que ConRetazos no es solo un proyecto social, es un proyecto económico”, explican en diálogo con Para Ti.
Una vez que el concepto de la fundación estaba articulado con las marcas y empresarios textiles que tienen fábrica en San Isidro, Rosalía y su equipo salieron a la búsqueda de las costureras: a través de Cáritas llegaron a un grupo del barrio La Cava y contactaron a las primeras, que envalentonadas por el entusiasmo de trabajar de lo que aman o por el apuro económico del contexto dieron inicio formal al proyecto ConRetazos.
“Siempre decimos que ConRetazos no es solo un proyecto social, es un proyecto económico (...) Ninguna bolsa es igual a la otra, todas tienen una historia y todas tienen detrás impacto social y el trabajo artesanal de las costureras que plasman su creatividad y talento”, cuentan.
¿Cómo se diseñan y arman las bolsas de ConRetazos?
La historia que atraviesa a cada bolsa de ConRetazos es única e irrepetible. Si bien al principio las armaban sin molde, a medida que el proyecto fue avanzando se fueron profesionalizando y arrancaron a trabajar con los modelos exactos para replicar cada medida de producto, pero la creatividad y el trabajo artesanal siguen siendo los pilares del proceso.
La modalidad de trabajo de las costureras se asemeja al modo de empleabilidad freelance - que también tuvo auge en la pandemia-. Aunque las Labradoras de San Isidro tienen un punto de encuentro en el centro del municipio, trabajan generalmente en sus casas con los retazos de telas que les proveen. Actualmente, forman parte del proyecto alrededor de 25 mujeres, pero más de 200 pasaron por el espacio en algún momento.
Dentro de las particularidades del programa aparece la vinculación con empresas textiles emplazadas en San Isidro que, en muchas ocasiones, tras la capacitación que adquieren las costureras en su paso por el programa ConRetazos las terminan integrando al squad permanente de la empresa.
“Estamos pensando un poco estratégicamente qué nos servirá a futuro. 5 mil bolsas ya pasaron por el circuito. Me encantaría que podamos tener nuestro espacio con respecto al taller, descubrimos el trabajo autónomo. Así vamos viendo. Una ayuda más a esa economía del hogar”.
- Rosalía Fusello, fundadora de la ONG Labradoras de San Isidro.
La costurera de Béccar que a los 66 años se animó a formar parte del proyecto
La historia de Gladys se podría resumir de la siguiente manera: tiene 66 años, es de Béccar y fue una de las primeras personas en formar parte del proyecto ConRetazos.
Durante la entrevista con Para Ti, Gladys explica que además de funcionar como un ingreso económico extra, es una actividad que le permite tener la mente ocupada y compartir el espacio laboral con personas que comparten su pasión.
“Inicié después de la pandemia. Durante 20 años tuve una librería escolar, pero la pandemia fue desastrosa para el rubro, así que cerré. Siempre usé el tema de la costura como un hobby, pero tenía que buscar una salida laboral y me fui animando. Nunca había agarrado una recta”, detalla Sonia al respecto de cómo era su vida antes de ConRetazos y vuelve sobre sus comienzos en el proyecto.
Dice también que armar la primera bolsa le llevó un día de trabajo, de coser y descoser hasta llegar al resultado perfecto: “De ahí en más no paré. Yo en esto encuentro una salida laboral desde el lado económico, que es un factor que siempre está. Pero poder diseñar y crear, hacer algo con esos pedazos de tela para mí es mágico”.
Al respecto de cómo el factor ecológico apareció en su vida, Sonia recuerda que siempre fue un tema en el que se interesó. Sin embargo, desconocía el porcentaje de residuos y descartes que se generan desde la industria textil, una de las más contaminantes a nivel mundial.
Filmmaker y edición: Rocío Bustos.
Fotos: Alejandro Carra