París, viernes 29 de enero de 1971. La cita fue en los salones de la Rue Spontini, el atelier y cuartel general de Yves Saint Laurent y Pierre Bergé su socio laboral y amante personal. El frío invierno parisino estaba en su apogeo, sin embargo las clientas, los compradores y la prensa venida de todo el mundo se agolpó en la entrada para llegar a tiempo y disfrutar de la nueva propuesta de moda del diseñador que estaba en la gloria de su carrera.
Algunos lo llamaban el príncipe encantador de la alta costura de París ya que sus presentaciones generaban una expectativa poco conocida para la época. Dentro del salón tres muy buenas amigas de Saint Laurent conversaban y sonreían cómplices antes el show: Marisa Berenson vestía un suéter rayado y mini shorts con botas acordonadas; Loulou de La Falaise, apenas un saco largo blanco que le cubría las partes, la cartera colgando del hombro y sandalias con plataforma y taco chino; y Paloma Picasso vestida como una auténtica dama de los años 40, llevaba incluso un turbante de seda. Se dice que el couturier se inspiró en los looks de esta última quien solía comprar ropa en los mercados de segunda mano del Chelsea Market en Londres. De hecho muchos de los vestidos presentados estaban cortados con la misma técnica.
El desfile fue como se estilaba en aquella época, las modelos caminaban entre las sillas sacos con importantes hombros rectos, vestidos drapeados en el frente, enaguas y vestidos largos de gasa con cárdigans transparentes a juego, sandalias con pequeñas plataformas y medias de nylon. Se vio un vestido de terciopelo negro con labios bordados.
Una modelo rubia con cierto aire a Catherine Deneuve caminó entre el público con un cortísimo y tupido tapado de piel de zorro verde con solamente medias traslúcidas y sandalias blancas en un osado juego estilístico para esos días. ¿Qué había debajo de aquel tapado? Se preguntaban muchos. La provocación desfilaba oronda. La colección se llamó Libération. Y también se llamó Quarante (cuarenta en francés) en relación a los años 40, la década de inspiración, cuando Francia estuvo bajo la ocupación alemana. Pero se hizo famosa como Scandal porque así la bautizó la prensa cuyo poder social fue más fuerte. Eugenia Sheppard, la prestigiosa periodista del Herald Tribune escribió: una colección verdaderamente horrible. La apuesta claramente revisitaba otros tiempos aunque muy aggiornados a la mirada transgresora del diseñador.
El lado B del escándalo
La colección estaba inspirada en los peores momentos de los años 40, durante la Segunda Guerra Mundial cuando Francia estaba ocupada por los nazis. Saint Laurent revivió, a través de la ropa, momentos sensibles de esa época costosa para la Galia en guerra. A primera vista la colección revivía de manera personal el vestuario de las mujeres durante la ocupación nazi en Francia con pieles, vestidos a la rodilla y medias de nylon con sandalias. Una propuesta que hoy no escandalizaría a nadie y que, sin embargo, molestó a una gran parte de la prensa especializada del momento. Y también a muchas clientas.
Sin dudas, la colección demostró que la herida de guerra social todavía estaba sin cicatrizar. Incluso hubo quienes la llamaron una colección dedicada a las horas oscuras. Se trató de una nostalgia que muchos hubieran preferido no revivir, un período poco grato para una gran parte de la sociedad francesa. Muchos tomaron su osadía como una provocación innecesaria.
Lo sorprendente de esta colección es que con ella nace lo que hoy conocemos como la moda retro, la inspiración en otras épocas. Era la primera vez que a través de una colección de moda un diseñador releía la historia. La Scandal Collection, o La Collection du Scandale, supone un antes y un después en la carrera de Yves Saint Laurent. Y también el comienzo de una carrera con trasgresiones sociales.
Meses más tarde la colección más fea de París se vendió, y muy bien. La mirada del diseñador sobre las nuevas generaciones estaba bien afilada, sabía que la alta costura de la época estaba un poco démodé. “No me importa si mis vestidos evocan los años cuarenta a ojos del público cultivado. Lo importante es que todas las chicas jóvenes que no vivieron esa época quieren llevarlos hoy”, reconocía e couturier.
Por aquellos días de ese año, el mismísimo Saint Laurent posó desnudo como modelo de su propio perfume, precisamente la primera fragancia masculina de la firma con su nombre. Retratado por su amigo Jeanloup Sieff de esta manera se convertía en lo que muchos llamaron un diseñador rockstar, una novedad y sobre todo, una osadía para la época. Se trató de un retrato en blanco y negro con un Saint Laurent con tintes cristianos totalmente desnudo parecido a un Jesucristo sin cruz y con menos ropa que el mismísimo Cristo.
Más allá de criticar la colección lo que en realidad hizo la prensa fue adelantarse al pensamiento de un dotado que además de diseñar ropa ya estaba proponiendo la ambigüedad. El diseñador consideraba que era lo próximo por venir. Y no se equivocó. Meses más tarde el diseñador dijo: "no creo que la gente se haya impresionado por lo que vio, por la ropa de la colección. Fue más una cuestión moral".
Fue tal el eco de aquella presentación de moda que en 2015 la Fundación Pierre Bergé-Yves Saint Laurent le dedicó una exposición llamada Yves Saint Laurent 1971, La Collection du Scandal. Un homenaje y una nueva manera de reflexionar acerca de la repercusión social y lo que también significó para el mundo de la moda.
