Schiaparelli inauguró la Semana de la Alta Costura de París, y fue uno de los desfiles más comentados. Con ese toque excéntrico tan característico de la marca, Daniel Roseberry, director creativo de la marca subió a la pasarela hasta un ciborg (recién nacido) para mostrar las nuevas y robóticas propuesta.
La etiqueta presentó sus propuestas de primavera/verano 2024 con una colección inspirada en Giovanni Schiaparelli, director del Observatorio de Brera y tío de la diseñadora Elsa Schiaparelli.
En 1877, Giovanni Schiaparelli, descubrió algo nuevo: una serie de canales, un área tan grande como el Gran Cañón, que surcaban la superficie de Marte. También acuñó el término "marciano", e inadvertidamente comenzó una fascinación moderna por las criaturas de ahí fuera, una fascinación que continúa hoy en día en la marca y a la que con frecuencia se rinde homenaje.
"Esta colección es un homenaje a esa obsesión, así como un estudio de las contradicciones: de lo heredado y lo vanguardista, de lo bello y lo provocador, de lo terrenal y lo enviado por el cielo", cuentan desde la firma.
"Pero como el arte (y la naturaleza) nos enseñan una y otra vez, las cosas y las ideas que parecen diametralmente opuestas también pueden combinarse para crear quimeras sorprendentes, objetos compuestos de partes familiares que, cuando se unen, crean algo inesperado y nuevo", explicaron en un comunicado de prensa.
Como era de esperar, la tecnología no podía faltar en la colección y lo hacía con vestidos joya bordados con cristales e incrustados con móviles, calculadoras y componentes de diversos artefactos.
Los tejidos y las técnicas de siempre se combinan con referencias como un vestido de microchips con placa base y microfichas incrustadas de artefactos tecnológicos anteriores a 2007.
"Ahora, la tecnología con la que crecí es tan anticuada que es casi tan difícil de encontrar como ciertos tejidos y adornos vintage", cuentó Roseberry. Fue entonces cuando en brazos de la modelo Maggie Maurer, vestida totalmente de blanco con pantalón cargo, entró en escena un bebé robótico repleto de cristales. Como si de un bebé de carne y hueso se tratase, la criatura desfiló sobre la pasarela dejando atónitos a los allí presentes.
Tampoco faltaron entre sus propuestas las referencias a Texas, su tierra natal; y los reconocible códigos de la propia Elsa: el ojo de la cerradura, la cinta métrica, las partes anatómicas del cuerpo incrustado en joyas, zapatos, bolsos de mano y bordados.
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