Valentino causó una gran sensación el viernes por la noche con un espectacular desfile en el corazón de Roma. Después de Venecia el año pasado, la casa de lujo optó por volver a sus orígenes y presentó su colección de Alta Costura para el otoño-invierno 2022/23, en el corazón de la capital, entre la emblemática Piazza di Spagna y la Piazza Mignanelli, donde se encuentra el histórico palacio que ocupa la casa y donde organizaba sus desfiles en el pasado.
Con 700 invitados como espectadores y más de 100 looks tanto para hombre como para mujer en pasarela, el Pierpaolo Piccioli presentó su nueva colección bautizada como "The Beginning" (El principio), donde primaban los colores, los brillos y volúmenes.
Como ya hiciera el propio Valentino Garavani en 1995, Piccioli transformó la escalinata de la Piazza di Spagna romana en una pasarela gigante de más de 600 metros, cuyo recorrido comenzaba y terminaba en el Palazzo Miganelli, que desde el 1967 representa el corazón creativo y la sede italiana de la casa.
El show comenzó a las 7 de a tarde cuadno el sol comenzaba a caer e iluminaba a la primera modelo que descendió por los 137 escalones del monumento barroco, que luego la llevaron por una larga pasarela hasta la plaza Mignanelli, donde llegó a la sede de la marca, "donde todo comenzó".
En la colección se destacaron unas blusas con volados de impalpable Gazar, voluminosas faldas de faille u organza, como en un modelo bordado con plumas turquesas.
También se destacaron los vestidos camiseros fluidos de crepé con mangas abullonadas con plumas, vestidos ajustados de seda Cady, vestidos de finos tirantes enteramente cubiertos de finas plumas de avestruz a punto de alzar el vuelo, o vaporosos vestidos de chifón que se inflaban con la brisa.
"Quería dar una interpretación diferente del romanticismo de Valentino, haciéndolo lo más ligero posible. En esta colección, todo está ligado al movimiento", subrayó el diseñador ante un grupo de periodistas.
Las referencias a los códigos de la casa italiana recorrieron toda la colección. Empezando por las rosas que a veces eran las protagonistas, en formato 3D gigante, aplicadas en tops, cubriendo chaquetas, prendidas en el ojal de un abrigo o incrustadas en abrigos de pana, y a veces eran más discretas, enredadas en el tobillo.
También se destacaron los grandes lazos y cintas que ceñían la cintura o el blanco y negro, como en un abrigo enteramente confeccionado con dos cintas contrastadas trenzadas.
Como es habitual, el diseñador extendió su paleta a un conjunto de colores brillantes e intensos (verde esmeralda, menta o jade, rosa fluorescente, burdeos, ciruela, violeta, lila, lima, etc.) ofrecidos en total looks monocromáticos o combinados de forma inesperada sin olvidar el famosos rojo tan característico de Valentino.
El desfile contó con un elenco inclusivo, compuesto por una mayoría de modelos procedentes de minorías, destacando todo tipo de morfologías y edades, al tiempo que se mezclaban vestuarios masculinos y femeninos sin asignarles géneros definidos, Pierpaolo Piccioli quiso mandar un claro mensaje político contra los prejuicios y la homofobia.
"Elegir estas morfologías significa darles centralidad. Todo el mundo puede por fin ser libre de expresarse tal y como es. Al decidir que desfilen en este monumento, que es un símbolo de Roma, he querido darles cierto énfasis y oficialidad. Creo que con la belleza se puede decir mucho. Es una idea diferente de la belleza, que habla de un mundo que está cambiando", concluyó.