Manel Torres, el hombre que vistió a Bella Hadid con un simple espray, imagina que dentro de unos años las personas irán a una tienda y serán también rociados por robots que le harán sus nuevas prendas. Cuando se cansen de ellas, volverán para disolverlas y crear otras nuevas.
Suena a distópico, pero después de que en octubre la imagen de Torres vistiendo con un aerosol a la "top model" Bella Hadid en la pasarela de París diera la vuelta al mundo parece más que tangible.
"Lo que proponemos es una manera diferente de producir tela, una forma de producir moda que no existe. Va a llevar tiempo, pero es cuestión de tener la primera empresa que vea esta idea y me ayude a hacerlo realidad. Cada vez estamos más cerca", dice Torres, que investiga esta tecnología desde hace más de veinte años con su empresa Fabrican Ltd., con sede en Londres.
En su opinión, sería "el círculo económico perfecto". "No tendríamos que tirar la ropa en montañas de basura y las propias tiendas tendrían el material, lo que costaría menos dinero. Controlarían todo el proceso. Esto es lo que estoy comentando en mis reuniones", adelanta este catalán de padre andaluz.
Las cadenas de producción de la moda, con sus fábricas desperdigadas en países en desarrollo y largos viajes para su distribución, serían cosa del pasado si las grandes marcas de bajo coste se interesaran por su tecnología, imaginada hace veinte años.
Torres estudió diseño en el Royal College of Art de Londres y después hizo un doctorado empezando a desarrollar las primeras versiones de esta tecnología, que imaginó tras acudir a una boda y ver como lanzaban serpentina a la novia con un espray.
Veinte años después, lo que iba a ser una mera colaboración entre su empresa y la marca parisina Coperni se convirtió en una "performance" viral.
El vestido del año
Un vestido, que parecía poco más grueso que una gasa, creado a partir de un líquido (en esta ocasión de celulosa y resinas) que se entreteje como una telaraña al entrar en contacto con el aire, y que Hadid paseó con gracia, contoneándose, ella también, como recién llegada de otra galaxia.
Esa prenda no se comercializará. El acuerdo entre ambos no era ni siquiera comercial. Coperni quería enseñar la tecnología y hacer un espectáculo de moda en toda regla, pero ambas marcas se convirtieron inesperadamente en el foco de todas las miradas.
"Ellos fueron los embajadores de esta tecnología", dice en referencia a sus diseñadores, Sébastien Meyer y Arnaud Vaillant.
Desde entonces, el teléfono de Torres, que ya había puesto a prueba su tecnología en varios desfiles propios, no ha parado de sonar.
Torres cerró las semanas anteriores a las navidades con un amplio envío de portfolios con muestras de tejidos para que las empresas se hagan una idea de la tecnología.
"Ha habido llamadas de muchísimas industrias en campos que no habíamos pensado y que ven aplicación en esta tecnología: moda, automoción, construcción, diseño de interiores, medicina, cosmética…", señala el catalán.
Según dice, si las marcas quieren, algunos de estos productos podrían comercializarse en unos cinco años.
El tejido, biocompostable, puede hacerse también con otras fibras a base de algas, maíz… desde naturales a sintéticas.
Un sueño de alta costura
Vista durante la semana del "prêt-à-porter" femenino, lo sorprendente de la escena que protagonizó Torres es que no se diera durante la Alta Costura, una pasarela donde la innovación y la fantasía deben de estar a la orden del día, aunque cada vez menos.
Ahora, crece la expectación por ver si la próxima pasarela de Alta Costura, que arranca en París del 23 al 26 de enero, trae una imagen tan poderosa.
"Siento que he aportado reconocimiento a mi trabajo, con la intención que esta tecnología se aplique en la Alta Costura. Mi sueño se ha hecho realidad", confiesa Torres.
Lo cierto es que aplicarse el spray uno mismo no parece de momento una opción, por eso el creador insiste en que se necesitarían habitaciones especializadas en comercios, con robots que hagan las prendas a medidas o bien a partir de moldes.
Explica que la semana pasada dieron aún con un nuevo tejido que no habían visto nunca. El reto ahora es volver a repetir la experiencia.
"A veces hacemos cosas que ha sido muy difícil repetir. La semana pasada vimos algo diferente a nivel de tecnología…", pero no dice más. El suspenso es parte de su trabajo: inventar el futuro.