Luke y Lucie Meier, los directores creativos de Jil Sander, presentaron durante la Semana de Moda de Milán, una nueva lección de estilo con su colección. Pese a su espíritu minimalista, su propuesta otoño/invierno se desvinculó más que las anteriores de los diseños clásicos, con tendencias inesperadas como la chaqueta de espíritu motero, los pantalones cortos o los chalecos con bolsillos XXL.
La etiqueta no renunció a una de sus señas de identidad: la sastrería. Los trajes cobraron un protagonismo especial en esta colección, con un toque distintivo, el volumen.
Se sumaron vestidos de estampados florales, que huyeron de su aspecto romántico, combinados con botas, abrigos de hombreras muy marcadas y camisetas impresas, con motivos de fruta.
La paleta de color elegida también confirmó esta búsqueda de innovación: a los clásicos neutros, como el blanco, el negro o el beige, se sumaron los llamativos verdes y rojos.
El brillo también encontró su lugar, con tejidos de lúrex, en una colección que abraza la silueta de forma natural y que confirmó el afán de Jil Sander de seguir sorprendiendo, sin apartar su estética, sencilla y eficaz.
Sastrería oversize y mucho color
En el desfile, los looks en azul y amarillo iluminan la pasarela al mismo tiempo que la calidad de los tejidos deja de manifiesto que las prendas de abrigo (algunas sin mangas y unas más largas que otras) reflejan el espíritu moderno de la sastrería convencional con el que se retratan abrigos overize y chaquetas de gran dimensión.
Desfile de Jil Sander en la Semana de Moda de Milán
Fotos: Fotonoticias.