Líneas sencillas, simplicidad en las proporciones, una paleta recatada sin punto de riesgo con colores neutros son el punto de partida de la tendencia que siempre está presente.
El minimalismo era una tendencia muy fuerte con el brasileño Francisco Costa como diseñador al frente de Calvin Klein en los años 90. Ni hablar de Jil Sander, la diseñadora alemana que hizo de su propio nombre la etiqueta de culto de una generación de fieles que le rezaban y agradecían antes de vestir prendas que a veces rozaban lo monástico. Apodada Queen of less, algo así como la reina del menos es más, también atraía desde sus campañas publicitarias con una seducción simple y cotidiana. Quizás porque estaban vírgenes de cualquier red social hoy conocida.
Cuando en los 80 el maximalismo y el estilo barroco con Christian Lacroix a la cabeza dominaban la escena con colores intensos mezclados entre sí, volados y volúmenes varios, texturas y bordados y materiales exquisitos, Giorgio Armani, el maestro de la costura impecable dijo: es más difícil hacer ropa simple porque no hay lugar para esconder lo errores. No se equivocaba. Hablaba con la sapiencia y la seguridad de liderar una etiqueta que hizo del menos es más, su mejor negocio. Además de ser uno de los mejores sastres que tiene la historia de la moda.
En una época más cercana, en el 2008, cuando apareció Phoebe Philo, la diseñadora francesa cuyos 10 años en Céline volvieron a romper los moldes de las tendencias con un nuevo giro, con un estilo moderado, moderno y, sobre todo, más inteligente. Una corriente a la que todas las mujeres se abrazaron sin dudar e hicieron de sus colecciones y prendas los elementos que necesitaban para poder expresarse con libertad, y con poder. Hoy ese lugar lo ocupa desde el 2006 The Row, la marca de las gemelas Ashley y Mary-Kate Olsen, aquellas que supieron ser conocidas como actrices precoces en películas de, justamente, gemelas. Su moda está alejada de las estridencias tradicionales y es, más bien, un grito sordo de buen gusto y sofisticación.
¿Acaso el lujo puede ser austero? Por supuesto. Y si se asocia a la sastrería, rigurosa o relajada, mucho más. En ese arte de armar prendas precisas en base a patrones la sastrería sostiene y fortalece el estilo. Minimalismo hoy en día ya no es exclusivamente “ausencia de”. También es purismo y austeridad un color intenso, un volado bien puesto, una estampa concreta, un bordado velado y otros detalles.
Son ciclos de moda y estamos frente a un nuevo resurgimiento de ese estilo depurado y clean con nuevas y no tan nuevas adeptas en todo el mundo. Con nuevas y no tan nuevas fórmulas. La diferencia de la época radica en los consumidores que entienden que lo cotidiano debe ser cómodo y también de buena factura. Suele decirse que las comúnmente llamadas prendas básicas pertenecen al acervo minimalista de la moda. Aunque el concepto es correcto tampoco está aferrado con uñas y dientes. La fluidez en las líneas hacen que se escurran en todo tipo de prendas.
Hoy con el minimalismo lo que destaca es quien lo lleva, es la personalidad la que llama la atención. El único derroche es de pura actitud.
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