Natalia Oreiro fue entrevistada con motivo del lanzamiento de Las Rojas, el filme que coprotagonizó junto a Mercedes Morán, bajo la dirección de Matías Lucchesi. En ella, interpreta a una paleontóloga que se enfrentará, al principio, con su colega (Morán), relación que tendrá un giro con el correr de la historia. En una charla íntima con Teleshow, la actriz abordó varios aspectos de su vida personal y reflexionó sobre su rol de madre y de cómo lleva adelante ciertos aspectos de la crianza de Merlín Atahualpa, el hijo de 10 años que tiene junto a Ricardo Mollo.
Haciendo un repaso sobre su personalidad y de los cambios que experimentó al convertirse en madre: por eso reconoció que debería ser más dispersa y menos controladora: "Siempre tuve una imagen errónea de mí misma. Creía que era muy hippie y por ahí lo fui. Me gustaría volver un poco a esa parte mía. A partir de que me convertí en mamá hubo algo en mí que se modificó, y no para bien. Lo reconozco: me puse un poco más tensa; antes era mucho más relajada", confesó a Teleshow, para luego añadir: "Me enojo cada vez más y no quiero, porque te perdés de disfrutar el momento".
Luego, la actriz se refirió a que está criando a un "varón feminista", aludiendo a su hijo Merlín, y reflexionó: "Lo vivo con mucha alegría y convicción, pero las generaciones nuevas vienen con otra cabeza, absorben. Lo que no quiere decir que uno no tenga que acompañar ese proceso y estar presente. Acompañar y soltar, porque son seres independientes" para luego referirse al rol de su marido, Ricardo Mollo, quien -dijo- la acompaña. "Es un mapadre. Me encuentro reflexionando lo groso que es Ricardo (Mollo) como como papá cuando debería ser lo normal, y no lo es. Él es de una generación que se desligaba de ese tipo de responsabilidades", afirmó y reconoció que no es un hombre machista, que "siempre fue un hombre muy de hacerse cargo de su costado femenino, como yo de mi costado masculino. Todas las personas tenemos ese ying y yang, y está buenísimo poder vivirlo libremente".
En otro orden de cosas, y confesando que en estos días su felicidad pasa por comerse un chocolate y una pizza, Natalia también reflexionó en cuanto a lo que significó para ella la pandemia: "Fue lo primero que nos alejó. Es muy emocionante porque lo que uno siente que tiene ya adquirido a veces lo descuida, y cuando lo perdés, te das cuenta del verdadero valor de la presencia. También lo dije en un sentido más armónico, poético. En general, las cosas que pongo quiero que sean un espejo para mí de mis errores. Tomarme las cosas con más humor, con más amor".
"En ese sentido mi hijo me ayuda un montón. Me trae una cura que tienen los niños y me dice: “No es tan grave, mamá”. Porque a veces me enrosco con tonterías. Es mi pequeño budita, muy parecido al papá. El papá también es muy simple y muy relajado. La única loca de la casa soy yo, básicamente".