El 2 de febrero de 2002 la realeza europea se vestía de gala para asistir al enlace entre el heredero de Holanda, Guillermo Alejandro, y una joven argentina que era, hasta ese momento, una desconocida en los círculos aristocráticos.
Los comienzos no fueron fáciles para la "plebeya" que había conquistado al heredero al trono de la Casa de Orange. No obstante, Máxima Zorreguieta no dejó que el clima hostil que en los Países Bajos existía contra ella le borrase ni un segundo la sonrisa. Desde que se anunció su compromiso el 30 de marzo de 2001, comenzó a adaptarse a la nueva vida que la esperaba, muy lejana a la que había llevado hasta entonces.
Veinte años después de aquella boda que hizo historia, repasamos algunas curiosidades de la ceremonia, donde aquellos novios llenos de nervios son ahora reyes y Máxima ha pasado a convertirse en una de las 'royals más queridas de Europa
1- La boda sin los padres de la novia
Por la fuerte oposición que se generó en Holanda porque la próxima princesa era hija de un ministro de la Dictadura Militar de Videla, Máxima aceptó casarse sin la presencia de sus padres. Sin duda una ausencia muy marcada para ella, que los tuvo muy presentes durante toda la ceremonia.
2. Ausencia del príncipe Enrique de Dinamarca
Uno de los desplantes más sonados del marido de la reina Margarita de Dinamarca se produjo el día de la boda real holandesa. La soberana danesa era la madrina del novio y, para sorpresa de todos, llegó al enlace sola. Su marido, molesto por no lograr su condición de rey, se retiró al palacio de Caix, en Francia, no sin antes avisar a la prensa de los motivos de su retiro.
3. El vestido de Valentino
Aquel día si todo el mundo estuvo de acuerdo en algo, fue en que el vestido de la novia era espectacular. Máxima eligió para el día más importante de su vida un diseño de Valentino en seda de color blanco crudo muy cerrado al cuello y con una cola de casi cinco metros de longitud. Además llevaba un velo confeccionado en tul de seda con detalles florales hechos a mano. El diseñador tardó tres meses en realizar la delicada pieza.
4. La tiara de la novia
La joya más importante de todas las que llevó Máxima aquel día fue la tiara de estrellas que lució sobre el velo. Esta pieza era de la reina Emma, segunda esposa del rey Guillermo III de Holanda, y se destaca principalmente por los diamantes que tiene incrustados en las estrellas. La Reina Beatriz también le cedió una pulsera de brillantes, y los aros de diamantes en forma de lágrima que ella misma usó en su boda.
5. Las lágrimas de Máxima
Especialmente sensible por la ausencia de sus padres en un día tan importante para ella, Máxima no pudo contener la emoción en varios momentos de la ceremonia. Al sonar un tango argentino de Astor Piazzola, 'Adiós Nonino', la actual reina rompió a llorar desconsolada y fue necesario utilizar un pañuelo para evitar cualquier imperfección en el maquillaje. Dicen que fue un homenaje sorpresa ideado por el propio Guillermo, que tuvo un gesto de reconocimiento a las raíces de su futura esposa.
6. Los invitados
Para la boda real holandesa se cursaron más de 1.000 invitaciones de las que solo 100 quedaban reservadas a la familia y allegados de la novia. Entre los asistentes, acudieron muchos representantes de las casas reales europeas. De la familia real española acudieron la Reina Sofía, que fue del brazo de su hijo Felipe, y los duques de Palma, Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin.
7. "Problemas" con la alianza
Como suele ser habitual, los novios estaban especialmente nerviosos durante la ceremonia. Tanto es así que Guillermo protagonizó un momento muy divertido al no poder colocarle a Máxima la alianza. Él se lo tomó con humor y se rió, con frescura.