Cecilia y Esteban se conocieron cuando ambos estudiaban Ingeniería. Si bien compartían gente en común prácticamente no cruzaban palabra. Los dos eran bastante tímidos.
Una tarde surgió una salida a bailar y los dos se prendieron. Entre tragos y buena música pasaron una linda noche y decidieron volver en el mismo taxi. Cecilia nunca entendió por qué aceptó la propuesta de Esteban, si ni siquiera le gustaba. Pero había algo en él que le comenzaba a parecer sumamente atractivo. La cuestión es que a partir de esa noche surgió algo entre ellos y comenzaron a verse semanalmente durante las tardes, en las que tomaban mate y tenían sexo. No se trataba de una relación seria. Porque no era ni siquiera una relación. Además, los encuentros eran secretos.
Este vínculo fue perdurando y duró más de un año, tiempo en el que Cecilia comenzó a sentir algo más. Entonces, dispuesta a dar un paso adelante, lo invitó a Esteban al cine: esa fue su primera cita oficial. Después de compartir ese momento juntos a ella no le quedaban dudas de que quería más.
Pero él sentía lo mismo o, al menos, fue lo que le dijo a ella cuando le planteó su propuesta. Esteban le dijo que prefería preservarse porque había sufrido demasiado en una relación anterior y también cuidarla a ella para que no se siguiera haciendo falsas expectativas: entonces cortó todo.
Los meses pasaron. Ella continuó su vida con el corazón roto. Terminó la carrera y se puso a dar clases en la facultad. En la materia que daban tenía un alumno, Mauro, que era solamente un año menor que ella que le hizo saber de todas las maneras posibles que le gustaba y que tenía ganas de invitarla a salir. Por ética ella rechazó su invitación pero le propuso hacerlo más adelante, siempre y cuando terminara de cursar y aprobar su materia. Así lo hizo, entonces salieron y se engancharon.
Mauro y Cecilia se pusieron de novios, aunque ella continuaba sintiendo cosas por Esteban, a quien no había podido olvidar. Casi dos años después de su ruptura, ella queda seleccionada para trabajar en una empresa. Para su enorme sorpresa, él también trabajaba ahí: en el mismo piso y en el escritorio al lado del suyo.
Entonces, comenzaron a relacionarse como compañeros de trabajo. Se veían a diario y compartían muchas cosas, lo que le hizo ver a Esteban que siempre había estado enamorado de ella, solamente que había tenido miedo de lanzarse a una nueva relación con ella.
Esteban sentía una presión enorme en el pecho cada vez que la veía que había aumentado cuando Mauro también entró a trabajar con ellos, aunque a un piso diferente. Entonces, un día, no pudo más y se sentó a hablar con ella para confesarle lo que le estaba pasando.
En un principio ella lo rechazó y le dijo que era injusto que él le hiciera semejante declaración mientras ella se encontraba en pareja. Pero sus palabras le hicieron ruido, tanto que comenzó a desconectarse de Mauro: la relación se empezó a resentir, hasta que ella decidió ponerle un punto final.
Cecilia y Esteban se animaron a vencer sus propios miedos para estar juntos. Se pusieron de novios y cuando se desató la pandemia él comenzó a quedarse en la casa de ella, lo que llevó a que se decidieran a convivir. Continúan estando juntos y felices.
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