La de hoy es una historia que comenzó como un "amor prohibido"... y es por eso que no vamos a usar los nombres reales de los protagonistas: a ella la vamos a llamar Carla y a él, Bruno. Sus vidas habían transcurrido por carriles diferentes, aunque ambos pertenecían a la misma familia.
Ella se había casado teniendo un poco más de 20 años con Marcos, quien -creía- era su amor para toda la vida. Tuvieron dos hijos, aunque ella hubiera pretendido dos más. Desistió de esos planes cuando, en medio de su consolidación profesional, la maternidad la agarró a solas, conviviendo con quien había contraído matrimonio pero quien no era el compañero con el que ella había soñado. Había un cariño y una familiaridad que le hacían creer que las cosas podían seguir adelante, pero un vacío en el corazón y una falta constante de empatía que ella recibía de Marcos, la dejaron desolada y con la enorme responsabilidad de mirarse al espejo y de preguntarse si valía la pena seguir adelante con esa relación. Pese a que había intentado conversar, buscar nuevas metas juntos y "remarla", él no pudo (ni quiso) amoldarse a la nueva vida en familia y compartir con Carla esa nueva faceta de la vida.
Si bien ya tenía la decisión tomada, su cabeza le decía lo contrario, por todo lo que la separación de un matrimonio puede traer aparejado. Hasta que un día ese corazón desbocado no pudo contenerse más y dijo lo indecible: le puso fin a la relación pese a los ruegos de Marcos. Marcos lloraba y rogaba. Carla también. Pero los reclamos y los ofrecimientos de cada uno no congeniaban: ya no era posible un acuerdo entre partes que les permitiera continuar juntos. Entonces no hubo más remedio que continuar por separado.
Fue el fin de una etapa para Carla, pero el principio de otra. Su carrera como médica (los años de estudio, las prácticas, las guardias) luego su noviazgo, su matrimonio y, finalmente, la maternidad, la sumieron en un torbellino de responsabilidades que le hizo olvidarse de ella: de conectarse con sus deseos, sus emociones. Por eso este era el momento de reencontrarse consigo misma, y allí fue. En esta oportunidad dejó de lado la terapia tradicional que tanto la había acompañado tiempo atrás, para hacer otra, alternativa, que le permitió hacerse preguntas y buscar sus respuestas, otras respuestas.
Ya reconectada con otras sensaciones, se permitió volver a ponerse en contacto con parte de su familia que no frecuentaba desde chica, además de una gran parte que desconocía. Ella misma organizó un encuentro que le llenó el alma y que la puso en sintonía con ese mundo que alguna vez había sido de su amado papá. Y fue en ese momento que se cruzó con una mirada de ojos color miel que nunca más pudo borrar de su retina... y de su alma.
Bruno se cruzó en la vida de Carla con la misma violencia con la que cae un rayo. Con solamente verlo, sintió cosas que nunca le habían pasado, pero intentó disimular y mantener una conversación. Ella creía que solo a ella le había pasado eso, pero él le hizo saber que los sentimientos eran mutuos. Desde aquel primer encuentro personal no pudieron nunca más dejarse de hablar virtualmente (y a escondidas) ya que eran muchas las barreras que había que vencer antes de gritar por ese amor a los cuatro vientos.
En principio, el parentesco: aunque era lejano, no dejaba de ser un tema difícil de comunicar a la familia a la que ambos pertenecían. Y, por el otro, Bruno no estaba solo. Tenía un hijo de un matrimonio anterior y estaba nuevamente en pareja, pero no era feliz. Hacía rato que pretendía terminar con la relación pero un acuerdo laboral y económico de por medio le generaban presiones extra para tomar la decisión.
Carla no fue pretenciosa y aceptó lo que la vida le ofrecía: una relación virtual con Bruno que la hacía sentirse acompañada y contenida. Él la escuchaba y la alentaba: sus palabras la ayudaron a superar el trance de la separación de su marido de 15 años. Le decía cosas que la hacía sentirse hermosa, mujer, valiosa... algo que no le pasaba hace años. Y Bruno, con gusto, estaba para ella, aunque sea desde la virtualidad. Sentía que tenía que proteger a esa mujer única que lo tenía loco de amor y de pasión las 24 horas del día.
La conexión que tenían los impresionaba: gustos similares y resoluciones de la vida que compartían en cada charla y que solo los hacía desearse más. Carla estaba dispuesta a todo, faltaba que Bruno se animara a tomar la decisión. Y así lo hizo, el día menos pensado y sin adelantarle nada a ella.
La familia había organizado una nueva juntada: una cena en un elegante restorán de Buenos Aires, en la terraza de un edificio histórico. Carla fue contenta -pero no del todo- sabiendo que se tendría que contener durante toda la velada de abalanzarse encima de Bruno, a quien no había visto en persona desde el primer encuentro, seis meses atrás. No imaginaba ni por asomo lo que sucedería. Llegó temprano, se pidió una copa de Chardonnay y se sentó en la barra a esperar por el resto de la familia. Pasaban los minutos y no veía movimiento. Miraba la hora en el celular y hasta chequeó los mensajes de WhatsApp, creyendo que se había confundido el horario del encuentro.
De pronto, la música comenzó a sonar más fuerte: un jazz instrumental de esos que tanto le gustaban a ella como a Bruno. Levantó la mirada y lo divisó a lo lejos, entrando, con los ojos posados en ella. Parecía más alto y elegante de lo que ella recordaba. Con una semi sonrisa de costado se acercaba a ella, divertido. Ella no entendía nada. Y luego, entendió todo: la reunión familiar era una excusa que él había orquestado para sorprenderla a ella. Antes se había encargado de hablar con el resto de la familia para contarle lo que le pasaba con Carla y por qué había decidido terminar con su relación anterior.
Recibió el apoyo de todos, quienes se prestaron a "engañar" a Carla para que acuda a la cita sin sospechar nada. Esa noche marcó el comienzo de su relación y el principio de una vida juntos que perdura hasta el día de hoy y que significó para ambos una nueva oportunidad de amar y de ser amados como nunca antes les había ocurrido en sus vidas.
Nota: Si querés contar tu historia de amor, o aquella que marcó tu vida, podés hacerlo escribiendo a [email protected]