A los 17 años, en 1974, Silvia Pérez fue descubierta en la Costa -mientras veraneaba junto a su familia- por un fotógrafo de Siete días, quien le pidió permiso para retratarla con la cámara. La joven se convirtió en la ganadora del concurso Miss Siete días y, tiempo después, fue Miss Argentina. Lejos de lo que imaginaba, empezó a trabajar como modelo mientras estudiaba Traductorado de Inglés y Arquitectura, a pedido de su familia. Fue en un desfile que el guionista Jorge Basurto la vio y le ofreció un lugar en el programa "Frac, humor para la noche", donde conoció a Santiago Bal (fruto de su relación nació Julieta). Luego, siguió en televisión en ciclos como "Los hijos de López" y "Los hermanos Torterolo", hasta que empezó a trabajar con Alberto Olmedo, su mentor y su gran amor. “De él aprendí el oficio. Era genial compartir un escenario: me hacía sentir artista. Aunque solo fueron tres años, esa época signó mi vida artística", expresó en una entrevista.
Su primer trabajo con el capocómico fue en "No toca botón", donde se convirtió en una de sus "chicas" junto a Beatriz Salomón, Susana Romero y Adriana Brodsky. Silvia era una indiscuta sex symbol de la época, y figura de mundo del Espectáculo: no paraba de hacer TV, cine y teatro.
Recién en 2011, en el programa "Tiene la palabra", Pérez admitió que fue pareja de Olmedo, cuya relación -según ella misma describió- fue de “un fuego y una intensidad terrible”. Incluso, reconoció que estaba "muy enamorada", y que él se comportaba como un padre para su hija.
El 5 de marzo de 1988, Alberto Olmedo murió luego de caer al vacío desde el balcón del piso 11 del edificio Maral 39, donde se alojaba en Mar de Plata. Su partida significó un quiebre en la vida de Silvia, quien el día anterior había decidido terminar su romance con el actor y humorista. Ahí empezó su "crisis existencial". "Empecé a preguntarme para qué vivimos, qué hacemos. Pensé en cómo le podía haber pasado eso a una persona que tenía lo que aparentemente la gente busca. Darnos cuenta de que eso no satisface las necesidades del ser humano. Ni la plata, ni la fama, ni la popularidad ni tener la persona que uno quiere. Porque era una vorágine. Cuando él murió se detuvo ese tren. La tristeza que tuve fue el punto de inflexión para mi conciencia de la existencia y de la humanidad. ¿Qué estoy haciendo? Tenía una carrera que no había planificado, que solo tenía que ver con que fuera digna y honesta pero trabajar y trabajar y trabajar para poder sostener la educación de mi hija", recordó durante una entrevista con Infobae.
En medio de esa crisis, una amiga le prestó un libro de Sai Baba, y un día -casi sin pensarlo- viajó a la India (el primero de 13 viajes en total). "Ya allá, en el ashram, en la comunidad, recibí el cachetazo más grande. De sentirme entre miles y miles de personas de todo el mundo más los argentinos (que estaban en el mismo grupo que ella) y darme cuenta de que somos todos iguales. Porque yo me jactaba mucho de ser una persona humilde, pero reconocí que es fácil ser humilde cuando tenés un montón de privilegios", señaló.
Actualmente, Silvia Pérez está trabajando en teatro. Este sábado 19 de febrero estrenará sobre las tablas "La última Bonaparte", donde su propia vida se entrecruza con la de Marie Bonaparte, una de las últimas descendientes de Napoleón. "Cuando en medio de la pandemia, Walter Ghedin y Silvia me acercaron el material lo primero que me surgió fue la pregunta: '¿Por qué Silvia, una figura cristalizada en el imaginario popular como una indiscutible sex symbol, tiene deseos de encarnar a una mujer que padeció anorgasmia?'", contó a Clarín Dennis Smith, director de la obra.