El 11 de enero de este año la vida de Martín Carrizo se apagó para siempre luego de luchar intensamente contra su diagnóstico de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) que deterioro su normal desarrollo. A su lado tuvo una persona que lo acompañó desde el primer día en el que conoció el cuadro: Cecilia “Caramelito” Carrizo, su hermana, que ha hecho todo y más para que se sienta bien.
“Él me contó todo lo que le pasaba e iba pasando. Y una vez que tuvo el diagnóstico fue… lo peor. Lo peor para él y para los que lo amamos”, recordó la panelista de “A la tarde” en una entrevista con La Nación. Ese pedido de ayuda fue el que la partió el alma. Era agosto de 2019 cuando la enfermedad comenzó a presentarse de forma severa y le pidió que lo acompañara a transitarla.
Allí se abrió la posibilidad de viajar a Miami en donde había un tratamiento experimental que presentaba un caso exitoso. La primera traba que había que sortear era la de conseguir el dinero para viajar. Lo hizo. Comenzó una cruzada mediática y la gente rápidamente respondió. Después de un año en esa ciudad, con la plata terminándose y los cambios que no llegaban, decidieron volverse.
La dura despedida
En la entrevista, Caramelito recordó como fueron los últimos días de su hermano entre el dolor y la tranquilidad de saber que lo hizo todo por él. “Fue la dignidad absoluta. Él me seguía preservando, no me decía lo mal que estaba”, comenzó a relatar.
“Yo quería verlo y él no me lo permitía… hasta que a la 1:30 de la mañana me escribe la cuidadora para que fuera a la guardia. Y yo voy, lo miro y le digo que se quede tranquilo. ‘Tranquilo, tranquilo, no vamos a hacer nada que no quieras’… porque en el último tiempo él me decía ‘me quiero curar o me quiero ir, no me hagan más cosas’. Y el familiar más cercano es el que decide qué se hace, si se lo intuba, si se lo asiste con oxígeno… y yo firmé que no. Porque no era su deseo. Yo le dije a la médica ‘Yo no voy a decidir nada, esto lo decide él’”, contó.
Cuando le preguntaron si llegó a decirle todo lo que lo quería, contestó: “Sí. Sí. De sobra. Con palabras, con miradas y con silencios. Y él a mí. Me dijo “esto se hace así” y me enseñó a morir. Y lo hizo delante mío. Me mostró cómo se muere íntegro”.
