Cecilia Giordano se define el perfil de la conocida red social laboral como una "líder que alinea cabeza, corazón y cuerpo", y será ese tridente el combustible que alimenta el nuevo emprendimiento que se animó a encarar hace muy poco, cuando apenas comenzaba este 2024.
Con una frondosa trayectoria en el área de Tecnología y también en Recursos Humanos, distribuida en tres décadas de trabajo, nunca se sintió más preparada y en su sitio que en el presente, cuando escribió su libro Dejar huellas a través de la influencia, con el que -en sus propias palabras- se ordenó y se animó a "soltar" kilos y ciertas cargas emocionales, según irá contando durante la charla con Para Ti.
Casualmente, la conversación se inicia con una referencia al pasado: no una cualquiera, sino una por demás significativa, que dispara la mención de una frase que ella usa cada día y que, además, tiene que ver con su libro: dejar huella.
La anécdota tiene que ver con alguien que la marcó en todo sentido, su madre, quien era médica de profesión y que acarreó una enfermedad crónica que pudo sobrellevar gracias a que tuvo la visión de atreverse a cuestionar todo lo que había aprendido en su formación, dispuesta a aprender más para ayudarse y ayudar.
Tras ser diagnosticada, enriqueció sus conocimientos de la medicina alopática con los de la homeopática, con la que pudo vivir mucho tiempo más del esperado.
Cecilia Giordano rememora el encuentro casual con una mujer en un edificio quien afirmaba que su rostro le resultaba familiar pero que ella no lograba reconocer. Conversando unos instantes, comenzaron a cotejar datos hasta que la mujer en cuestión, le reveló: "Tu mamá me salvó la vida". Había sido su paciente.
Estas palabras que bastaron para que las dos se fundieran en un abrazo, emocionadas y como si se conocieran, repasando la acción de quien honrara su quehacer hasta sus últimos días.
Su mamá -¡vaya!- que había dejado huella. Y ahora es ella quien retoma esta iniciativa para hacer lo propio: desde su experiencia, desde su formación y con una visión propia.
De su trayectoria, podemos recapitular que Cecilia Giordano ha sido docente universitaria, directora de proyectos de transformación tecnológica, CEO de un compañía con presencia en varios países de Latinoamérica hasta transformarme en un líder con influencia, escritora, mentora y advisor de negocio.
¿Cómo ves el rol de la mujer en las organizaciones?
-Cuando entré en Recursos Humanos, que pasé de estar 20 años en tecnología a estos últimos años siendo presidente y CEO de una compañía de RRHH, ves muchas mujeres que estudian Relaciones Laborales o cualquier carrera relacionada con este área. Vas a las empresas, te das cuenta que los puestos están ocupados en un 90% por mujeres pero no en puestos directivos, ahí son todos hombres.
"Entonces, pensás '¡wow!' una puede entender que, si hay pocas ingenieras, lleguen a posiciones de operación, de logística, etcétera, más hombres. Ahora, cuando tenés áreas donde las mujeres son la gran mayoría, y los directores son hombres, ahí te das cuenta que, cuando juega el poder y otros valores de por medio, llegan los hombres".
"Hoy tenemos muchas mujeres en tecnología, liderando compañías de tecnología (por ejemplo Oracle, Meta o Sailforce) y eso ¡Está buenísimo!"
"Las personas no sólo están friccionando con lo técnico, sino también con sus temas de salud mental"
"Creo que hoy se está dando -y lo celebro- que la mujeres estamos empezando a abrazar más las formas más femeninas. Post pandemia, ante la irrupción de los temas de salud mental, nos dimos cuenta de que una mirada mucho más de abrazar, de empatía, de unir, nos sale naturalmente a las mujeres, no tanto a los hombres. Yo creo que eso tiene que ver con el gen maternal, independientemente de ser o no ser madre. Tenemos en nuestro ADN y en toda inteligencia colectiva con la que venimos, esto de maternar".
"Veo mujeres liderando empresas de tecnología con un estilo más femenino, y lo celebro. Porque creo que hombres y mujeres tenemos particularidades distintas y está bueno que se complementen. Los hombres son más resultadistas, van al objetivo, son más monotarea, eso es muy bueno para un montón de cosas. Y esto que tenemos las mujeres... (yo creo que el multitasking no es productivo, no es eficiente) pero lo manejamos como podemos (porque, en realidad nos genera mucho cansancio, agotamiento). Pero bueno, nosotras tenemos todo en la cabeza porque nuestra mirada es mucho más integradora y empática: de abrazar. Y eso es lo que hoy necesitan las organizaciones. Porque hoy las personas no sólo están friccionando con lo técnico, sino también con sus temas de salud mental"
¿Qué debería suceder para que más mujeres ocupen puestos de liderazgo?
-Lo que debería pasar es que la mesa sea más grande. O, si no lo es, que los hombres se levanten para dejar el lugar. Porque hay un montón de mujeres preparadas para poder ocupar esos espacios. Por un lado, si la mesa es más grande, naturalmente pueden sentarse mujeres. Si la mesa no se agranda, que pueden haber muchas situaciones, que hombres se levanten de esa mesa para dejarle el lugar a la mujer. Y, concomitantemente, que la mujer, con mucho más coraje y ambición, levante su mano, levante su voz, se exponga y se incomode a lugares que naturalmente no son su zona de confort.
¿Qué significa para vos salir de esa zona de confort?
-Y, yo creo que nosotras no sabemos hacer networking, o no hemos aprendido a hacerlo. Generalmente, estamos corriendo con el cuidado de otros. Hijos, padres, de la casa... no tenemos tiempo de hacer networking porque tenemos que trabajar y después, tenemos que salir corriendo a algo que nos está demandando nuestro tiempo y nuestra atención.
¿Cómo sería poder hacer networking?
-Por ejemplo, hay un evento lanzamiento de un libro a las 7 de la tarde, me invitan y luego para el cocktail... la mujer nunca tiene tiempo para eso. Estamos corriendo con tantas cosas, que decimos 'me lo pierdo' porque, total, ya cumplimos con nuestro trabajo. Pero, en esos lugares, muchas veces, surgen los proyectos . En los lugares sociales, muchas veces pasan cosas en las cuales no estamos presentes. Estamos súper preparadas para estar, pero no tenemos el tiempo".
¿Por dónde se podría comenzar?
- Invito a todas las mujeres a abrazar las redes sociales. Cada cual tiene que entender en qué red social debe estar: si en redes profesionales, si en redes de cámaras profesionales, si en redes mucho más sociales, donde pueda compartir su punto de vista, generar comunidad. Y, si no pudo estar en la presentación del libro, pueda verlo de manera sincrónica, pueda compartir su punto de vista, y eso es algo a lo que no le hacemos tiempo.
¿Qué devoluciones te hacen las mujeres cuando problematizás, en tus coacheos, cuestiones como estas?
-Antes de darme una devolución ellas, te cuento que me pasó en primera persona. Cuando pasé de estar 30 años invisibilizada en el mundo de la tecnología a ser presidenta y CEO de una compañía, me dijeron que tenía que ser la cara visible de la organización. ¡No sabía cómo hacerlo! Recuerdo estar en desayunos con 80 personas, hombres en un 95% y recuerdo sentirme muy incómoda, que se me quebrara la voz, que me transpiraran las manos, de tener conversaciones conmigo misma para salir corriendo.
"Era una sensación mía, me acuerdo que una de las cosas que hice fue abrazar la incomodidad y hoy lo vivo como estilo de vida. ¡Qué quiero decir con esto? Recuerdo el primer desayuno, única mujer frente a 60 hombres, se me quebró la voz. Me hicieron hablar con un micrófono y pensaba 'no vengo más', era la salida más fácil. Pero ¿Cómo hacía para ser la cara visible de la organización? Entonces, me propuse empezar a ir a esos encuentros y llegar más temprano, para forzarme a presentarme, a interactuar, y al cabo de 8 años (no te digo que era mi zona de confort) pero, al llegar a esos desayunos, el 90% me conocía, si tenía que hablar lo hacía de manera más confortable".
"Para mí eso significa incomodarme en estar visible, en levantar mi voz, y en eso hoy entreno muchísimo a mujeres. Porque está este sesgo o prejuicio de pensar 'yo hago bien mi trabajo, no tengo que hacer ni networking, ni estar visible, ni levantar mi voz, ni postear nada en LinkedIn ni en Instagram porque es un showoff'. Y, para mí, las mujeres, cuando con coherencia, coraje, transparencia, compartimos nuestro punto de vista, en vez de ser showoff es influencia. Pero eso hay que ejercitarlo, trabajarlo, porque naturalmente no nos sale".
"Hoy sí, me encuentro en una compañía en la que me apasiona entrenar mujeres porque siento que la cancha está súper desbalanceada".
"Yo también sufro un poco el síndrome del impostor, pero también es verdad que el haber ocupado lugares de exposición, cuando le llega a otras mujeres, hace que les resulte creíble. El haber estado en esos lugares me permite contar experiencias, que sean creíbles y, en algún punto, motoricen a las demás a la acción. Ahí genero mucha credibilidad para con los que entreno, pero todas las mujeres te dicen 'yo no, eso no lo quiero hacer, no tengo tiempo'".
"Las mujeres tienen que dejar de hacer ciertas cosas y comenzar a hacer otras que generen valor para ellas mismas. Desde que nacemos escuchamos que no podemos, que eso no es para nosotras, que no somos buenas para las matemáticas.... y después querés mujeres que estudien STEM? (N. de R: Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés)".
"Tenemos que trabajar desde la niñez para romper los estereotipos"
Cecilia Giordano inició este 2024 el desafío personal y profesional de abrir su propia consultora con la que colabora en la formación de los nuevos liderazgos, mentorea ejecutivos, brinda talleres y también charlas abordando temáticas afines. Es por eso que también la invitaron a brindar una exposición a un colegio secundario, de la que se quedó con esta experiencia:
"Cuando di una charla en un colegio de alumnos del último año de la secundaria, fue una experiencia muy desafiante porque no se trataba de mi audiencia más usual, el celular me competía. Hablé 45 minutos y dejé 15 de preguntas y respuestas. De los 100 jóvenes que había, solamente levantaron la mano varones, me hacía preguntas y me trataban de 'Ceci', de igual a igual. Se los veía seguros de lo que preguntaban, cosas estratégicas y cómo se levantaban del asiento y elevaban la voz adelante de 100 personas".
"Recién cuando bajé del auditorio, me quedé charlando con la persona que me había invitado, se me aparecieron un montón de mujeres. En el 1 a 1 me hicieron preguntas súper tímidas, operativas, con mucho miedo".
"Pensaba: si estos hombres y mujeres están terminando su último año de colegio, van a entrar a la fuerza laboral en muy poco tiempo, el hombre entró a la cancha a ganar. Y la mujer ni siquiera empezó a jugar el partido. Me impresionó porque yo suponía que estábamos trabajando en los estereotipos. Pero, cuando vi eso, dije 'claro, es lo que pasa cuando entrás a una empresa'. Las mujeres se reciben más rápido que los hombres, con muchos más honores, entran a la fuerza laboral con el mismo ritmo. Pero, después desaparecen".
"Tenemos que trabajar muchísimo, sobre todo desde la niñez, a romper con los estereotipos, esos que tenemos tan enraizados que no nos damos cuenta. Y hacen que no nos sintamos a la altura".
"Me exponía a rendir exámenes todos los días"
"A lo largo de mi carrera, en los primeros 20 años, nunca creí en el cupo. Siempre sentí y quise mostrarle al mundo que llegué por mérito. Y eso fue un esfuerzo enorme porque yo estaba dando exámenes todos los días de mi vida".
"Me sentaba en la mesa, la última posición antes de moverme al mundo de los RRHH fue ser socia de una firma profesional. Sentada con mis socios, me exponía a rendir exámenes todos los días porque sentía que tenía que demostrar que estaba a la altura de esa mesa. Pero nadie me puso a hacer semejante esfuerzo. Cuando me huntearon para ser presidenta y CEO de una compañía, me di cuenta -teóricamente- yo ya llegué a esta posición. Nadie está pensando si yo había llegado por cupo o no. Entonces, eso a mí me dio un montón de responsabilidad de decir: 'me llegó la responsabilidad de ocupar esta silla, primero la tengo que ocupar de la mejor manera posible, tengo que ayudar a otros (fundamentalmente, mujeres) a que ocupen más sillas, y que se den cuenta que el cupo es una medida extraordinaria que lo que permite es balancear la cancha y que, en definitiva, cuando llegaste no importa de qué manera, ahora tengo que ayudar a otras a que lleguen, y tengo que demostrar que estando acá, vale la pena".
"Entonces, me puse en esta posición de dejar huella, amplificar mi voz, tratar de tener una voz influyente. Que creo que hoy me ayuda un montón y me valida para mentorear ejecutivos, entrenar equipos, para ayudarlos a comunicar con impacto, ayudar a que estén visibles, a que generen una voz. Y eso me da mucha felicidad".
¿Cómo son en general esas experiencias, cuál es el feedback de quienes participan con vos?
"Cuando veo que empiezan a adquirir técnicas que les permiten ser mejores líderes, me da muchísima felicidad. Muchas veces, apenas llego a casa tras finalizar los entrenamientos, recibo mensajes de agradecimiento, me cuentan que cambiaron la foto de su perfil de LinkedIn o qué fueron haciendo de acuerdo a las sugerencias, que usaron tal herramienta. Qué bueno poder dejarles algo que les permita, en definitiva, ser mejores líderes. Porque pasamos por esta vida -yo abrazo mucho este concepto- dejando huellas, que sean lo más positivas posible, aparte que le den felicidad a uno y que le permitan ir prosperando".
"Prosperar es diferente para cada uno, no significa que todos quieran ser presidentes y CEOs, yo creo que todos tenemos que ser felices con nuestras habilidades, con nuestro camino y con lo que generamos en los otros. Y eso, a mí me llena un montón".
¿Cómo hace la mujer (no la mentora) para acomodar la vida personal con el trabajo?
-Primero y fundamental, tengo un compañero a lo largo de mi vida, Sebastián, que nos casamos en marzo del 2001. Cuando me traía para acá, le dije 'gracias' y me preguntó por qué, y le dije 'por seguir aguantándome (risas), por seguir eligiéndome, por la familia que tenemos'. Creo que no podía hacer lo que hago sin él y sin Olivia, mi hija que tiene 16 años. Son súper compañeros. Y, aparte, Vero, es la niñera de Olivia pero creo que es más. Nos ha acompañado hace muchísimos años y yo creo que puedo hacer un montón de cosas porque sé que está ella. El tener una red de contención, el acompañamiento de la familia, de amigos, hace que pueda hacer lo que hago.
"Me gusta pensar que cuando me defino, lo hago como una mujer completa. Y, para mí, hacerlo tiene que ver con haber definido mi todo. Y mi todo, siempre, desde muy chiquita, me imaginé casada con hijos (hoy tengo una), con familia, con amigos, pero también me vi profesional, con equipos a cargo, desarrollándome. Entonces, digo, ¡ese todo lo tengo! Me siento completa, lo que no significa que mi vida sea un lecho de rosas, pero entiendo lo importante que es decir qué es lo que uno quiere. Y, si lo conseguís, cómo te sentís en relación a eso".
Si mirás hacia adelante, ¿Qué es lo que ves, profesionalmente hablando?
-Me encantaría ser conferencista profesional. Me entrené un montón en ser speaker, en ser conferencista, he hecho varias cosas acá y en otros países... ¡Ne encantaría ser el Simon Sinek del liderazgo para Latinoamérica! Ayudar a más organizaciones y personas a que desbloquear potencial, a que se den buenas conversaciones, y que mi consultora crezca.
¿Cómo nació "Dejar huella a través de la influencia", tu libro?
-El año pasado lo escribí, un libro en el que pude conectar con quién soy y mi propósito. Y también hacer un recorrido de mi carrera, de cómo fui teniendo una voz influyente y activa en el mercado, que eso me permitió amplificar mi propósito de dejar huella. Y creo que lo lindo que tiene es que me permitió soltar un montón de peso no sólo físico, sino emocional.
Y creo que fue lo que me permitió dar el paso para dejar el mundo conocido y abrazar este mundo de estar líquida, de volverme emprendedora, de fundar mi propia compañía y de lanzarme a desbloquear el potencial de mi vida, que empezó este 18 de enero pasado, cuando volví de vacaciones.
En seis meses solté 20 kilos. No perdí, porque no los quiero volver a encontrar... ¡Los solté!
¿Qué te pasaba antes con esos kilos y cómo te sentís ahora?
-Yo creo que los kilos me acompañaron durante la gran exposición que tuve, que me incomodaba un montón, por ese mandato que tenía de ser la cara visible de la compañía. Pero a mí eso me incomodó, de estar en lugares con muchos hombres donde no quería estar, donde me tenía que producir para estar, tenía que hacer networking, ir a cenas, eventos, me tenía que subir a escenarios y hablar ante mil personas. Por supuesto que agradezco porque eso me permitió adquirir un montón de habilidades, pero creo que también esa incomodidad, en algún punto, la canalicé estando más ansiosa y fui adquiriendo 20 kilos que, cuando terminé de escribir el libro (lo escribí entre marzo, abril y mayo), en junio empecé a soltar 20 kilos que, por supuesto que fui al médico, me hice estudios, empecé con una nutricionista, a entrenar... e hice todo lo que tenía que hacer.
"Me pareció mágico, pero mágico no fue. Creo que el libro me permitió ordenarme, poner en palabras un montón de cosas, soltar los 20 kilos y también el mundo conocido: la compañía en la que estaba, y abrazar esta nueva Cecilia que se conecta mucho más con su esencia, con quién eso, con su propósito de dejar huella, de estar líquida y de ayudar a otros a encontrar su potencial y su propósito".
Ph: Candela Petech @ph.candela
Video: Ramiro palais @ramapalais
Mk y pelo: Flor Canals @florcanalsmkp
Producción: Lucila Subiza @lucilasubiza
Locación: Hotel Palladio @palladiohotelba / Av. Callao 924, CABA
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