Antonio Banderas pudo haber muerto en 2017, cuando sufrió un infarto. Pero su mujer, Nicole Kimpel le salvó la vida. "La noche anterior, mi novia tenía dolor de cabeza. No teníamos nada en casa y salió a comprar algo, un analgésico. Las farmacias estaban cerradas, así que fue a un gran almacén y compró unas aspirinas, lo único que encontró que le servía, y además compró las de 5 miligramos, el máximo. A la mañana siguiente, cuando comencé a tener los síntomas y claramente sabía lo que me estaba pasando, me puso una de esas aspirinas bajo la lengua y eso me salvó la vida", contó el actor en el programa Jimmy Kimmel Live! cuando estaba promocionando la película Dolor y Gloria, de Pedro Almódovar.
Este acontecimiento le hizo reflexionar: "No hay mal que por bien no venga. Hay cosas que ocurren y que uno las ve venir como un tren agresivo que trata de tumbarte, pero que si las pasas te hacen pensar", aseguró.
"Probablemente no estaba viviendo bien la vida. Aunque no bebía, sí que era fumador, una de las cosas más estúpidas que hice en mi vida", comentó.
"Tuve mucha suerte, después de todo, porque un ataque al corazón te puede matar o puede hacer que tengas una experiencia como la mía, fue una llamada de atención", señaló
"Cosas a las que antes le dabas mucha importancia que han dejado de tenerla y empiezas a prestar atención a lo fundamental. Mi hija, mis amigos, mi familia, mi vocación como actor. En cierto modo, es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida", ha concluido.