La sexualidad de las mujeres, fue colonizada y encerrada y transcurre en silencio bajo el modelo de pareja heterosexual legitimada con fines procreativos y que impone en su ley un contrato sexual establecido en una historia de sujeción para las mujeres y diversidades. Un sistema construido en torno a la dominación de los varones y el derecho ganado a disfrutar de un libre acceso sexual a los cuerpos de las mujeres.
La historia nos revela cómo el modelo patriarcal otorga derechos a los hombres sobre las mujeres y establece ese pacto de ‘’amos y sumisas’’ que se deja traslucir en la frase ''amas de casa'', en la que hay un amo y señor de ellas, quienes son tituladas ‘’reinas del hogar’’.
Ese amo que toma, decide y usa el poder que tiene conferido y así las mujeres pasamos la vida trabajando para el placer de otros, sea marido, pareja, jefe o patrón, y también los hijos. Rol de eterna cuidadora que sacrifica sus propios deseos en pos de los deseos de otros y así va quedando su potencia vital capturada.
Conocernos para gozar
¿Por qué crecemos las mujeres sin saber sobre la anatomía sexual? Los silenciamientos, tabúes y las religiones influyen en que en una sociedad se emplee un vocabulario denigrante para los genitales, y en particular los de mujeres.
Se dice que las palabras reflejan creencias e ideas de una época y el ámbito de la anatomía sexual no es una excepción. Botón, perla, concha, cosita, colita de adelante, tuna e interminables nombres para referirnos a la zona genital externa e interna de las mujeres. Cuanto misterio, palabras engañosas y ocultas para referirnos a la vulva de las mujeres .
¿Sabías que hay un órgano en la genitalidad de las mujeres que tiene por función generar placer? Sí, se llama: Clítoris.
Recién en 1998 los periódicos anunciaban que el clítoris era mayor que lo que se creía y estaba formado por el glande, el tallo y las cruras. Esto es la recuperación de un dato que realiza la Dra. Helen O Connel, el cual ya se había ilustrado con anterioridad, pero que como fue silenciado no figuraba en los manuales de anatomía.
Se dice que en 1559 Mateo Renaldo fue el primero en disecar y estudiar el clítoris. En las épocas de quema de brujas, a las mujeres portadoras de clítoris de gran tamaño las quemaban en las hogueras, porque un clítoris muy grande era considerado “la marca del diablo” y así las tildaban de brujas.
Según la tradición cristiana los placeres de la carne son un padecimiento y las mujeres están especialmente preparadas para ello, ya que la naturaleza colocó una bestia en sus partes íntimas, órgano que los hombres no poseen –manifiesta Vadellé, médico del renacimiento-.
En nuestros días la información científica nos dice que el cerebro manda señales al clítoris, a la vulva y a la vagina, que les indica el momento y la situación adecuada para lubrificarse, para llenarse de sangre, para alcanzar el orgasmo y para establecer vínculos afectivos. Hay una interconexión entre cerebro, la red neural sexual, la piel externa e interna y las emociones, todo es responsable que cada mujer se estremezca de forma distinta, según los diferentes contactos físicos.
Pero… Si no se conocen las mujeres, ¿pueden gozar? Si los varones con los que tienen encuentros sexuales (las heterosexuales) tampoco lo saben, ¿cómo pueden colaborar con su placer? Centrada nuestra sociedad en un modelo falocentrista y coitocentrista, ¿cómo se puede ejercer el derecho al goce sin sufrir represalias?
¡La revolución por el placer ya empezó!
Esta revolución implica convertirnos en amorosas con nosotras mismas y liberar las mentes de prejuicios inculcados históricamente.
Reconocer la autonomía del goce clitoriano y ampliar las fronteras de la exclusividad sexual.
Reconocer el derecho a gozar sin la mirada culpabilizante y moralista.
Ejercer el derecho a decidir cuándo y con quién tener encuentros sexuales y qué prácticas queremos realizar y cuáles NO.
Dejar de temer a que nos dejen y a que nos digan frígidas.
Es urgente diferenciar sexo complaciente de sexo con placer, ese es el gran desafío. En el 8M hay que reivindicar el ¡Derecho a conocernos, explorarnos, disfrutarnos y derecho a la autoestimulación y al orgasmo!
Fuente: Lic. Analía Lilian Pereyra, Sexóloga Clínica y Educativa
MP: 22-1773
@licenciadaanaliapereyra