Como cada 7 de agosto, se celebra en todo el país el Día de San Cayetano, uno de los santos más importantes y populares para los argentinos. Si bien se le atribuye pedidos relacionados con el trabajo y el progreso económico, son varios los milagros a los cuales esta figura fue asociado a lo largo de los años.
Beatificado el 6 de octubre, Caetano di Thiene fue reconocido por la Iglesia Católica como el Santo de la Providencia, Patrono del Pan y del Trabajo. Sin embargo, su primer milagro ocurrió cuando estaba en Venecia: allí se encontró con una joven que estaban por amputarle la pierna.
Según el relato, Cayetano besó su pierna y le hizo la señal de la cruz. Esto provocó que se curara y los médicos debieran cancelar la operación. Esto no fue todo, ya que existe otra versión que afirma que, durante una época de sequía, un campesino le pidió a su imagen por agua y le ofreció una espiga de trigo, que es su símbolo característico.
A los tres días, llovió tanto que la ciudad se inundó pero los campesinos pudieron salvar sus cosechas. Otro de los milagros, ocurrió en plena crisis mundial de 1930, cuando un sacerdote le pidió a sus fieles que rogaran al Santo para mejorar su situación y estos lograron prosperar, a pesar del complicado contexto económico.
El Santo comenzó a tomar más fuerza en las clases bajas italianas y sus milagros lo volvieron popular en todo el mundo. Como en su vida, eligió vivir en la austeridad y apoyando a los más humildes, San Cayetano se convirtió así en todo un símbolo del trabajo por el que miles de argentinos lo conmemoran en esta fecha.
Quién fue San Cayetano, el santo italiano que llegó al corazón de los argentinos
Caetano nació el 1 de octubre de 1480 en Vicenza, Italia. Su padre fue el Conde Gaspar de Thiene, quien falleció cuando él era muy joven. Por lo que vivió gran parte de su vida junto a su madre María di Porto, y su hermano. Antes de dedicarse a la Iglesia, tuvo una formación profesional: estudió un doctorado Derecho Civil y también, Canónico.
Tras ser nombrado senador en Vicenza, viajó a Roma para ser secretario privado del papa Julio II. A sus 33 años, fue nombrado sacerdote y entre las cosas que fundó, se destaca el "Ospedale degli Incurabili", conocido como el hospital para enfermos incurables, comenzando así su relación con los más vulnerables.