Murió Jorge Lanata. La noticia golpea más allá de fanatismos políticos. Era un grande del periodismo, de esos que escasean. Fui una privilegiada porque pude entrevistarlo en el piso de del Palacio Estrugamou, en Esmeralda y Arroyo, cuando recién comenzaba con los problemas de salud y la muerte no figuraba en su agenda. Era el año 2012 y hoy "con el diario del lunes", lo que pensaba de la muerte cobra relevancia.
Nos recibió “en patas”, con una camisa floreada y un jean con sus infaltables tiradores. Ya se hacía diálisis después de una insuficiencia renal que le había provocado la diabetes. Todavía no se había hecho el trasplante.
-¿Alguna vez intentaste dejar de fumar?
-No. Creo que en algun momento voy a dejar.
-¿Estas a dieta?
-Baje veinte kilos. Implementé una cosa que funcionó. Contraté un tipo que me cocina y que se puso de acuerdo con el nutricionista. Entonces no son esas viandas horribles y deprimentes de bandejita, sino que es comida rica porque el tipo es cocinero.
-¿Te pesás?
-Ahora no. Pero semanalmente me saco sangre para controlarme y me pesan. Ahora había bajado dos kilos más, y voy a seguir.
-¿Lanata se caga en todo?
-Dicho de esa forma suena demasiado frívolo. Yo no me cago en todo, pero sí en la formalidad, en las definiciones. Muchos dicen que me parezco a Tato Bores y lo agradezco, pero el era humorista, yo soy periodista aunque toda la vida use el sentido del humor para comunicar.
-¿Hacés terapia?
-No, hice durante ocho años, con un tipo que se llamaba Paul Topf, un viejito que se murió y que yo queria mucho.
-¿Le tenés miedo a la muerte?
-No sé. Creo que no. A lo mejor nunca estuve tan cerca de esa situación.
-¿Creés en Dios?
-Sí. No voy a la iglesia. Pero creo que hay como un orden. La vida es muy increíble como para ser solo evolución natural. Cuando me preguntan esto, contesto “tengo dos hijas, como no voy a creer en Dios”. O sea, que a vos te salga de la panza una persona es increíble; hay miles de millones de estrellas, ¡cómo lo explicás! Y cuando estoy mal, rezo. Creo que la idea de Dios nos mejora como persona. Es sano.
-¿Tenés cábalas?
-Algunas. Cuando hicimos el número cero de Pagina 12 me quedó una botella de Coca Cola guardada en el cajón del escritorio; como el diario funcionó, nunca la tiré. Todavía la tengo acá en casa.
-¿Qué ves cuando te mirás en el espejo?
-No me gusta mirarme en el espejo. Por eso en la tele no uso monitores. Veo a Jorge… Siento que no soy Lanata. Soy Jorge. A lo mejor para los demás soy Lanata, lo que ustedes se imaginan como Lanata. No soy de ningún lugar. Nací en Mar del Plata, me crié en Sarandí, vivo acá. Pero no soy de ningún lado, aunque si tuviera que elegir te diría que soy más del sur que de acá. Me preocupa la gente. Yo pondría en fila a todos los tipos que me ven y hablaría con todos.
Ese nivel de inseguridad tengo. Querria contarles, explicarles, que me conozcan, que me quieran. La calle es muy amable conmigo, es muy cálida. Hay gente que me dice “yo rezo por vos”. Es muy conmovedor. También puedo decir que me siguen enojando las mismas cosas de hace veinte años. Estoy más viejo, más tolerante. Me sigue sorprendiendo todo lo que me pasa. Y eso está bueno. Yo quería ser redactor de Siete Días y vivir en el centro. Nada más. Y lo logré a los 18. Entonces, todo lo demás fue gratis.
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