Claudio El Turco García alcanzó la popularidad gracias a su participación en “MasterChef Celebrity” en donde conquistó al público con su carisma y el mensaje esperanzador que implicaba el poder haber salido adelante luego de una dura etapa de adicción a las drogas. En sus épocas doradas se destacó como delantero de Racing y de la Selección Argentina hasta que la cocaína empezó a destrozar su presente.
En el marco de una entrevista que le realizó Gastón Pauls en “Seres Libres” por Crónica TV, el deportista recordó que sus inicios en el consumo de estupefacientes se produjeron en enero de 2000, cuando falleció su papá, a un año de haberse retirado del fútbol.
“Mi relación con la droga era muy lejana. La primera vez fue en un boliche, por curiosidad. Aparte de grande: en el 2000 tenía 37 años, casi 38. Te digo la verdad: me sentí distinto, me sentí bien, entre comillas”, reveló.
“Me compraba un papelito de papel glasé, como se vendía en ese momento: me compraba un gramo y me duraba un mes. Después, ya no era un ‘tac’: era un gramo por día. Y después, dos por día. Nunca dije cuánto tomaba por día, porque si la gente me ve así, dice: ‘La droga no es tan mala, mirá que bien que está'. Pero yo tomaba muchísimo, lo suficiente como para morirme, para que me agarre un ACV”, recordó.
El dramático relato del día en el que tomó en la morgue sobre el cuerpo de su padre
Si bien este drama ya había empezado, todo comenzó a acelerarse con la muerte de su padre. “Tomé del pecho de mi viejo en la morgue cuando tuve que reconocerlo. Lo re puteaba: ‘voy a tomar y me voy a morir, ortiva. ¿Por qué me dejaste y no me esperaste?’ Todas esas cosas. A las cuatro de la mañana mi señora me dice por qué no lo despedía bien porque después me iba a arrepentir”, dijo.
“Estaba mi viejo ahí y yo me reía y contaba chistes. Estaba drogadísimo. A las cuatro dejé de tomar y es como que lo pude despedir bien”, cerró.
Se encerraba en el cementerio durante Navidad
El Turco sorprendió al contar que durante cinco años seguidos fue cada 25 de diciembre al cementerio para estar junto a su papá. “Me compraba una docena de sándwiches de miga, una sidra, y droga. Iba al cementerio tipo 5 y media. y me escondía cuando cerraban. Desde las 6 de la tarde hasta las 7, 8 de la mañana, me quedaba con mi viejo”, confesó.
En esas noches, en modo de ofrenda, detalló que le colocaba cigarrillos en la tumba: “Era una cosa de la que no me podía despegar, no podía cortar eso. Dos años antes de dejar de consumir, dije: ‘Ya está, ya me despedí bien, ¿por qué tengo que hacer esto? estoy sufriendo demasiado’”.
