La historia de Yiya Murano, conocida popularmente como la envenenadora de Monserrat, se escribió como uno de los capítulos más emblemáticos de las páginas de policiales a lo largo de toda la historia argentina.
Este lunes fue Martín Murano, su hijo, el que decidió contar el “lado B” de la mujer que envenenó a sus amigas en una merienda y lanzó duras críticas al rol de madre que tuvo a lo largo de su crianza.
“Yiya fue cualquier cosa, menos madre conmigo. Nosotros no teníamos trato. Yo nací con la marca de dos familias malditas. Ella aceptó la cantidad de amantes que ha tenido y yo no soy hijo de Antonio Murano, quien creía que era mi padre. Esto lo descubrí a los 18 años, si bien tenía sospechas, recién lo confirmé en ese momento”, destacó.
“Ella me llevaba a mi cuando era muy chico a desayunar con amigos que eran sus amantes. Yo creía que eran amigos de la familia, pero me llamaba la atención que en presencia de uno no se podía hablar del otro porque eran varios los amantes. Ninguno de ellos fue mi padre biológico, pero ella les hizo creer que si para obtener dinero”, agregó en “A la tarde”.
“Uno de ellos le compró un departamento en la calle Chacabuco para mí, pero cuando me enteré ya lo había vendido”, completó.
Y sorprendió al manifestar que a su padre biológico “lo conocen todos” y que es “una persona muy conocida” porque “tiene familia, pero ya falleció. Es alguien conocido del establishment. No llegue a tener trato, lo vi solo una vez en mi vida”.
“Me hice un ADN y la abogada mía aceptó una prueba anticipada, sin perito de parte, como prueba definitiva. Yo al denuncié porque estaba trabajando con él. No tengo el ADN por este motivo”, cerró.
