Actualmente vive junto a su familia en su bellísimo rancho estilo victoriano en San Francisco, pero hace algunos años Julia Roberts tenía un increíble piso en Manhattan. No solamente estaba ubicado en una de las ciudades más caras del mundo -que es Nueva York- sino en uno de sus barrios más exclusivos, Greenwich Village.
La propiedad, que cuenta con 185 metros cuadrados, fue valuada en su momento de venta (año 2015) en 4,5 millones de dólares. Había sido adquirido por la actriz en 2010 por un precio de 3,8 millones.
Cuenta con tres dormitorios y tres baños, además, una amplia terraza de 46 metros de largo. Tiene una hermosa cocina equipada, comedor y biblioteca, dos salas de estar, con el plus de que todos los ambientes cuenten con vistas al exterior.
En la zona de la entrada predominan el blanco, el gris y el azul, con un piso de madera clara.
Una gran columna recubierta en granito negro divide el recibidor del living, fue aprovechada como recurso para separar ambientes: de un lado se colocó el sofá y, del otro, un mueble de apoyo.
La sala de estar, luminosa y con una paleta de tonos neutros, tiene muebles tapizados en blanco, que es también el color predominante. La mesa ratona y la de apoyo, que son de metal y vidrio, alivianan la carga del ambiente. Continúan los pisos de madera, acá se suma una carpeta en color crudo que hace el ambiente más cálido y acogedor.
En esta otra vista del living vemos cómo este ambiente fluye hacia la segunda sala de estar en la que la continuidad de los pisos permanece y se resalta con la elección del mismo tono de alfombra, aunque cambia la paleta de colores y el tipo de muebles.
En esta segunda sala de estar el ambiente se amobló con dos poltronas tapizadas en pana color visón, con patas de madera. Además, un amplio sillón en L de cuero rojo y con detalles metálicos dorados. La mesa ratona es de vidrio con base de madera, en un diseño geométrico.
El salón comedor se encuentra en el extremo opuesto de la segunda sala de estar: aquí se eligió otro tipo de alfombra, en tonos blancos y grises a tono con las sillas. Tanto la mesa como el mueble vajillero están diseñados en madera, con pies de metal en diseños triangulares que le aportan modernidad.
La cocina tiene un diseño rectangular, también cuenta con vista a la calle y fluye en su lado izquierdo hacia el salón comedor. Tiene la particularidad de contar con piso revestido en porcellanato blanco y negro, tonos neutros que se suman al gris acero y al crema que aparece en electrodomésticos y en la alzada. Se generó una península como espacio de comedor diario, revestida en el mismo cuarzo gris del resto de las mesadas.
El salón comedor se conecta mediante sus amplias aberturas con esta terraza en la que se generó un comedor al aire libre: la amplia mesa es de madera, con capacidad para 6 personas para las que se ubicaron cómodos sillones individuales tapizados en material apto para estar a la intemperie.
La habitación cuenta con un diseño simple y exquisito que tiene como protagonista el ambplio ventanal que tiene paso a la terraza. En la paleta de colores se replican los blancos predominantes con pinceladas de azul: la manta, los almohadones. Continúan las mesas vidriadas, como las que se ubicaron debajo del espejo ovalado de marco negro. Se sumó confort añadiendo la alfombra, un recurso ideal para cualquier dormitorio.