Jimena Monteverde y un recuerdo muy especial de cuando trabajó para un sultán en Malasia: una vida 6 estrellas, limusina y palacio - Revista Para Ti
 

Jimena Monteverde y un recuerdo muy especial de cuando trabajó para un sultán en Malasia: una vida 6 estrellas, limusina y palacio

Corría 1996 cuando sin dudas tuvo una de las experiencias más alocadas de su vida. Le fue bien y hasta tuvo la oportunidad de seguir una carrera internacional, pero decidió regresar a Argentina y seguir conquistando su tierra. 
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Si hay que hablar de experiencias, sin dudas que Jimena Monteverde tiene muchas que contar tanto con los aspectos personales como los laborales. Corría el año 1996 cuando decidió embarcarse en una tarea profesional inolvidable en la lejana ciudad de Brunei, en Malasia. La chef, luego de tener a Amparo, viajo con su marido a ese punto del planeta para ser la cocinera exclusiva de un sultán.

La conexión surgió a partir de la relación establecida entre éste extravagante nombre y Gonzalo Piares, el reconocido polista que era amigo de Mariano Monteverde que es entrenador de polo. Ambos habían compartido largos tiempos en el campo La Baronesa y recibían permanentemente las visitas del sultán que quería aprender este deporte.

El rol de Jimena y cómo conquistó a su paladar

La chef que deslumbrás a los invitados de “La Noche de Mirtha” y “Almorzando con Mirtha Legrand” comenzó a cumplir la difìcil tarea de alimentar a la princesa y a un séquito de sesenta personas. ¡Y tuvo suerte!

“Ella venía con un régimen proteico especial y había que cumplirlo: no podía comer nada sin proteínas y además le encantaban los dulces… Entonces probé de hacerle unas mousses de claras con frutas, algunos panes y también tortas”, le contó a La Nación hace un tiempo.

“Un día antes de irse, me pidió si la acompañaba a Brunei, porque quería que le cocinara y le diera clases a su chef personal. Acepté, siempre y cuando pudiera viajar con mi familia; como les pareció bien, ahí fuimos: fue un viaje y una estadía seis estrellas”, reveló.

De esa forma, ella tuvo su vida de lujo: es que todas las mañanas una limusina la pasaba a buscar para llevarla al palacio. Pero esto no es lo ùnico extravagante que vivió…  “Pasaban cosas extraordinarias: un día se me ocurrió hacer un postre con frambuesas, pero la encargada de las compras me dijo que no había en el país. Yo le dije que no se preocupara, que iba a usar otro fruto”, comenzó a recordar.

“Al día siguiente, cuando llego, me encuentro con cinco cajones de frambuesas que habían mandado a traer desde Australia, esa madrugada… Otra vez, dije que necesitaba fuentes para una fiesta. Entonces fueron a comprar unas fuentes de cristal a un shopping: por cuatro que pedí, pagaron veinte mil dólares”, cerró.

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