Con tan sólo 25 años, Emilia Mernes es una artista muy reconocida. Fue nominada en los Premios Quiero, los Hit Latin Music Awards y también en los Premios Lo Nuestro y el premio Billboard a la artista en crecimiento del año. Este domingo, el periodista Marcelo Longobardi la entrevistó para CNN.
"Es una historia muy muy loca y muy linda también, porque yo soy de una ciudad muy pequeña −Nogoyá, Entre Ríos−, con una familia muy numerosa. Y yo empiezo en la música cuando mi abuelo me regala mi primera guitarra", fue una de las primeras cosas que contó. Luego, reveló cómo tuvo que enfrentar a sus padres al tomar la decisión de dejar la facultad para dedicarse a la música.
"Desde que tengo memoria a mí la música me ha acompañado y siempre que puedo estoy nutriéndome y aprendiendo cosas nuevas. Como te decía, aprendí con la guitarra de mi abuelo que es guitarrista −es plomero, pero también es guitarrista− que es un mayor hobby su mayor pasión. Tiene 84, si no me equivoco −no me retes abuelo−, creo que tiene 84 años y nada, la música también lo acompañó toda su vida, pero como hobby y yo lo empecé de la misma manera. Hasta que de repente me di cuenta que era algo que quería que sea mi oficio, mi trabajo para siempre", relató.
Pero los comienzos no fueron fáciles. Ella estudió durante seis meses Literatura en la Universidad Nacional de Rosario, pero un día tomó una fuerte decisión que cambió para siempre su vida: "Me di cuenta que estando en la universidad fue una experiencia muy linda, porque fue la primera vez que me independicé de mi familia. A ellos les costaba trabajo mantenerme −mi padre panadero, mi madre cocinera−, haciendo un gran esfuerzo para pagarme los estudios. Y yo les fui con una mano en el corazón, les digo ‘esto no me hace feliz, no es lo que yo quiero’. Y por ahí por un temor de no aceptar que la música era para mí por un tema económico, por un tema de un futuro mejor, porque viste que la música por ahí está media estigmatizada de bueno ‘esta va a ser hippie, que va a hacer, de qué va a vivir, qué va a comer’. Y esa era la preocupación de mis padres y yo quería conformarlos a ellos, viste eso era lo que yo quería".
Y prosiguió: "Cuando tomé la decisión de dejar Literatura y mis papás me dijeron ‘bueno, Emilia, si no te pones las pilas con algo te venís a la panadería a trabajar’, no era lo que yo proyectaba, la verdad no, no me veía. Sí voy, acompaño y decoro unos pan dulces para la fiesta y me gusta ir y tomar mate con mi tío pero la verdad es que no, no me imaginaba trabajando en la panadería".
Entonces, Longobardi quiso saber: "¿Y qué conexión hay entre que no querías trabajar en la panadería y que finalmente terminaste siendo una bueno una estrella musical internacional?". Ella respondió: "Bueno, llego a mi casa con esta decisión de no querer estudiar más Literatura. Fue un caos. Yo me acuerdo que mi mamá lloraba y que me decía ‘Emilia, vos querés, pensás que va a ser famosa’. Me decía: ‘que vas a estudiar música, ¿qué vas a hacer de tu vida?’ Yo te digo. ‘mami, dame la oportunidad, por favor, de estudiar música’", respondió ella.
Le quedaban seis meses para preparar el ingreso para la Universidad de Música en Rosario, porque sus papás finalmente le dieron la oportunidad de estudiar música, cuando le llegó la propuesta de Rombai, que en ese momento que sonaba mucho. "Me descubrieron por Instagram porque yo subía covers en el baño. Me encerraba porque tenía mejor acústica con la guitarra y se escuchaba muy lindo y yo me acuerdo que me encerraba en el baño y subía los covers a Instagram −hasta el día de hoy están, están todavía los tengo ahí. Cuando uno tiene claro lo que quiere, lo que le hace feliz y es para uno, hay que ir para adelante", cuenta Emilia.
El resto de la historia ya es conocido. Viajó con su mamá de Nogoyá a Buenos Aires para una entrevista personal con Rombai y quedó de inmediato. "A las dos semanas estaba ensayando para hacer mi primer Velódromo en Uruguay frente a 12 mil personas", recuerda Emilia. Y prosigue: "El segundo show fue el Luna Park. Sold out. Fue una locura. Me lo banqué, pero me acuerdo que me quedé sin voz. Yo decía: ‘no estoy nerviosa’. Y obviamente me quedé sin voz; no me congelaba, pero me resultaba muy extraño salir y encontrarme con tanto público cantando las canciones y gritando mi nombre. Eso era para mí fue como bastante shockeante. A lo primero me costaba asimilar mucho más las cosas. Mi mamá hasta el día de hoy llora".