Estefanía de Mónaco, la princesa que por amor vivió en un motorhome de circo - Revista Para Ti
 

Estefanía de Mónaco, la princesa que por amor vivió en un motorhome de circo

La menor de las hijas de Grace Kelly y Rainiero siempre se caracterizó por seguir su corazón sin que le importase demasiado el qué dirán: en el año 2000 se enamoró de un domador y no dudó en irse a vivir con él -llevando a sus tres hijos con ella- a su trailer y, durante los dos años que duró el romance, aprendió a montar elefantes.
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Aventurera, impulsiva, enamoradiza y apasionada. Estas cuatro palabras pueden definir en parte a Estefanía de Mónaco, la princesa "rebelde" que vive sin tener demasiado en cuenta el qué dirán. Toda su juventud y primera edad adulta estuvieron marcadas por decisiones que sorprendieron a muchos.

La princesa rebelde. Foto: IG

Antes de entrar en el momento en el que formó parte de la vida circense, se encargó de patear el tablero al tener una relación con Daniel Ducret, quien era su guardaespaldas. Estuvieron casi siete años juntos y fueron padres de Louis y Pauline.

Foto: IG

Cuando al fin se casaron, en 1995, las cosas no marcharon como esperaban y se separaron después de un año. En 1997 fue madre nuevamente: tuvo a Camille, aunque en ese momento no trascendió el nombre de su padre. Tiempo después se supo que era de otro de sus guardaespaldas, Jean-Raymond Gottlieb. Dadas las formalidades que les impone el Principado (y sus pretensiones relacionadas con los orígenes nobles) ninguno de los tres chicos pudo tener un recibimiento oficial.

Foto: IG

Pero para hablar de la relación de la princesa con el circo tenemos que remontarnos a los años en los que aún vivía su padre, Rainiero, ya que fue él quien la acercó a este tipo de espectáculo: era muy amigo de la familia Knie, propietaria del Circo Nacional suizo. En 1974 creó el Festival Internacional de Circo de Mónaco, una suerte de "premios Oscar" del circo.

Cuando Pauline tenía pocos meses de vida. Foto: IG

Tiempo después, en los años 2000, la princesa acompañó a su padre al Festival Internacional de Circo que se celebra todos los años en Montecarlo y allí conoció a Franco Knie, el domador de elefantes. Se flecharon y comenzaron una relación que no pudieron formalizar porque él estaba aún casado y su ex mujer no quiso concederle el divorcio.

Pauline en pleno espectáculo. Foto: IG

No obstante, la princesa no dudó en tomar a sus tres hijos y mudarse a vivir en el motorhome de su enamorado, de vida itinerante por su trabajo. Durante el tiempo que duró la relación (de 2000 a 2002) disfrutó de la vida circense: aprendió a montar en elefante y hasta sumó a su hija Pauline a algunos de los espectáculos que ofrecía. "He heredado el gusto por el circo y por los elefantes de mi padre", confesó en una entrevista a un diario británico. "Desde muy joven, él seguía los principales circos europeos y conocía a todas las familias relacionadas con el sector. Así que he crecido con ello, acompañándolo a todas partes".

El director del Circo Nacional de Suiza Knie, Franco Knie, uno de loa amantes circenses de la princesa Estefanía. Foto: Internet

Pero los problemas no tardaron en aparecer: los chicos no se adaptaban a la escuela suiza y se decía que era por la vida precaria que llevaban en la caravana de artistas. En 2002, Estefanía volvió a palacio y prometió llevar una vida más acorde con su apellido. Fue una promesa en falso, porque su fascinación por el circo continuó esta vez en forma de un amante trapecista de origen portugués: Adans Lopez Peres, uno de los empleados de Franco Knie.

Estefanía junto al trapecista portugués Adans Lopez Peres, en el Festival Internacional de Circo de Montecarlo.  Foto: Internet

La princesa se casó con el trapecista en una ceremonia civil privada que se celebró en Suiza ante la desesperación de la familia Grimaldi, que no salía de su asombro. En ese momento se llegó a decir que Rainiero la había desheredado (una fortuna estimada en dos mil millones de dólares), además de sacar a sus hijos de la línea de sucesión al trono monegasco. Por suerte, pudo retractarse a tiempo porque el matrimonio no duró más allá del año, ya que se divorciaron en 2004.

Pese a los desastres sentimentales y el fallecimiento de su padre en 2005, la princesa siguió fuertemente unida al circo y su pasión por los elefantes se ha convertido en mucho más que una anécdota. Además de presidir el Festival Internacional de Circo de Montecarlo y de manifestarse frecuentemente en contra del cierre de los circos por motivos de bienestar animal, se involucró en la curación de Baby y Nepal, dos elefantes del Circo Pinder diagnosticados de tuberculosis terminal a los que salvó de la muerte. Los adoptó y los llevó a vivir a la cima de una montaña sobre el Principado de Mónaco, en el rancho Roc Agel, donde Rainiero ya había tenido animales de todo tipo 30 años atrás.

Más información en parati.com.ar

 

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