Comenzó desde muy chica, sin contactos y con ganas de hacerse un lugar en el mundo beauty. Hoy, se convirtió en empresaria: tiene 3 estudios de makeup, dicta clases para convenciones alrededor del mundo y trabaja con marcas internacionales.
Todo empezó en una casa “chorizo”, donde aquella niña jugaba e imaginaba el anhelado sueño de convertirse en una maquilladora profesional. Siempre creativa, soñadora y luchadora, Vero Luna no tenía los recursos para comprarse sus propios maquillajes, entonces visitaba a las primeras marcas y los probaba y miraba tímidamente: “Los productos iba a verlos, porque yo no tenía dinero para comprarlos, y me daba mucha vergüenza entrar. Como ingresaba con ropa barata, sentía que todo el mundo se iba a dar cuenta de que yo era pobre y no tenía dinero para comprar ese tipo de productos”, confiesa.
En la sala donde funcionaba su habitación, living y comedor, cada día después de la escuela, Vero se sentaba a dibujar decoraciones de interiores. Entre muebles abarrotados y espacios desordenados, en sus papeles armaba decoraciones, creando un mundo novela.
Llegaron los 90, internet, la globalización, la secundaria y su primera experiencia en una escuela privada. Sus nuevas amigas de clase media y clase media alta le presentaron el mundo de la moda. Sombra celeste, rodetes, el polvo compacto, tapados con piel y jugar a convertirse en las reinas del boliche. Tendencia que había, tendencia que ella llevaba. Pero siempre en una versión hecha en casa, al estilo “ low cost”.
Tiempos difíciles
De repente ese ritmo se detuvo. A sus 18, Vero quedó embarazada. Se vio envuelta en una situación donde todavía no sabía que iba a hacer con su carrera, qué estudiar ni de de iba a trabajar. Lo que sí tenía claro es que se convertiría en una madre soltera.
Se acercaba el 2001, y con una beba en casa, conseguir trabajo se volvió más urgente y necesario. Pero no bajo los brazos y y primeros sueldos le permitieron pagar un curso de maquillaje. De los 300 que ganaba, 150 los destinaba a formarse.
Y sin tener un plan, tenía un plan. Esa chispa que un día le hizo desear cambiarse de colegio para conocer un nuevo mundo, fue también la que aunque sin nada claro la hizo pensar que si iba a aprender a maquillar, lo iba a hacer de la mejor manera, y con toda la convicción . Y así pasaron cursos de maquillaje social, pasantías, capacitaciones de efectos especiales en el Colón, de asesoramiento de imagen, de comunicación, y cuando los cursos de maquillaje y moda no fueron suficientes pasó a la carrera de Bellas Artes.
Genera emoción escuchar su historia y es un gran impulso para para todos los jóvenes que tienen ganas de emprender y crecer en nuestro país.
Ese camino, esa sed y esa ingenuidad de nunca detenerse a pensar en lo difícil que era todo, la llevaron a una entrevista en la peluquería más reconocida de la ciudad en ese momento. Para ir a la prueba en Cerini tuvo que pedir un maletín prestado porque ella en realidad lo único que tenía era una caja de zapatos que había forrado con tapas de la revista ELLE y papel contact, llena de cajas de CD´s a las que les había sacado la tapa para poner sombras de probador de la perfumería donde trabajaba la madre.
El gran impulso
Dueña de su destino y encargada del área de maquillaje de todas las sucursales de una de las peluquerías más reconocidas de Buenos Aires, se abrió a un mundo nuevo. Llegaron las publicidades y , capacitaciones a todo el equipo de la peluquería, editoriales de revista y clientas de Recoleta. Su éxito comenzaba a crecer día a día.
Reconoce que fue un camino largo. “Hay gente que empieza desde un escalón. Yo empecé desde el subsuelo. Sin un contacto, sin posibilidades económicas sin una persona conocida en el medio” destaca.
Luego vino la maternidad por segunda vez, pero en esta oportunidad con otro pasar económico y habiendo formado una familia. Allí fue el momento de una gran apuesta: montar el primer estudio.
Imperio Luna
No una peluquería, ni una estética, ni un centro de belleza. Se animó a inaugurar un estudio exclusivamente de maquillaje en Moreno. Un concepto con pocas adeptas para la época (2014) pero que funcionó y que más tarde le dio la posibilidad de abrir otro estudio más y hasta un tercero, donde dicta clases para convenciones internacionales como la Condé Nast College, de Vogue.
Hoy, la eligen celebrities e influencers reconocidas y es contratada alrededor del mundo para estar presente en festivales como San Sebastián, Goya, Vanity Fair o la semana de moda en París. Además de realizar las tapas, y editoriales de las revistas más importantes de nuestro país, forma parte de equipos glam maquillando y peinando a celebridades como: Alexa Chung, Lourdes León, Eva Longoria, entre otras.
Su objetividad era llegar a una zona céntrica como Recoleta y lo logró. En los 250 metros cuadrados está el showroom de su marca, la academia, un estudio fotográfico y su oficina. “La ventana antigua que da a la avenida, el sillón de diseño y las paredes blancas superar mis mayores escenarios y decoraciones imaginados en los dibujos de la niñez”, recuerda Vero Luna emocionada.
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