Estoy arriba de un bus escribiendo esta columna para contarte cómo todos los miércoles, lo que estamos viviendo aquí en Medio Oriente. Mi último posteo fue previo al partido de Polonia, que se jugó en una cancha chica y se llenó de argentinos y de locos como yo que hicimos cualquier cosa para estar alentando detrás del arco, porque nos jugábamos la clasificación.
Un juego que fue de menos a más y que terminó en un inolvidable 2 a 0 a nuestro favor con goles de Alexis MacAllister y Julián Álvarez. Otra vez volvimos a ilusionarnos y a esperar ansiosos el resultado del partido México Vs. Arabia, para ver cómo quedabamos clasificados. Finalmente, para alegría de todos los que habíamos comprado el partido 50, que era el juego que nos tocaría si éramos primeros del grupo, Argentina logró ese puesto.
Seguimos de festejo y ahora sí pensando en el próximo rival: Australia. Y otra vez el fantasma de subestimar al rival. Argentina aprendió y nosotros como hinchas, también. Por momentos pienso que como alentamos nosotros no alienta nadie, pero ¿será una presión soportable para los jugadores? ¿Cómo manejarán eso?
Mientras esperamos ese partido aprovechamos para conocer algo de Doha y de la cultura musulmana. Visitamos la casa de un jeque que amablemente nos preparó una cena, como si fuera un casamiento. Nos abrió las puertas de su casa y dispuso mesas llenas de comida de la que te imagines. ¡Parecía el banquete de un rey!
También fuimos a una mezquita y nos interiorizamos sobre el islam y sus pilares. Aprovechamos de los días lindos que nos están tocando y conocimos varias playas y algunos fuimos a ver otros partidos. Así se nos fue pasando el tiempo y llegó el sábado.
¿Querés saber cómo es ir a la cancha? En principio te cuento que ir al estadio implica dedicarle muchas horas ya que el transporte público (es excelente, creo que ya lo dije), está explotado de gente, e ir en taxi o auto particular no es la mejor opción. Después de hacer las combinaciones necesarias para llegar (a algunos les lleva casi dos horas), en la cancha empieza otra odisea: pasar los controles, acceder por las puertas habilitadas donde te escanean la entrada y la hayya card y luego pasar por un detector mochilas y pertenencias. Nunca tuve problemas, aunque algunos amigos míos si.
Por ejemplo en el partido contra Australia no pudieron entrar banderas con inscripciones sobre las Islas Malvinas, entonces ahí empieza un nuevo periplo: ir hasta el lugar donde se dejan los objetos que no se pueden ingresar y volver a hacer la fila para el ingreso.
Ya dentro de la cancha, a buscar tu puerta para ir a tu ubicación. Y ahí empieza otra aventura más, por lo menos para mí que desde que voy detrás del arco, ¡Argentina gano siempre! ¡Así que a conseguir una ubicación distinta de la que me toco! Y cuando a un argentino se le ocurre algo, imposible no conseguirlo. Después de varias vueltas logre estar ahí parada detrás del segundo palo, para alentar a la celeste y blanca.
El partido en sí fue mejor que el de Polonia, pero creo que con menos presión. Argentina de a poco va encontrando su juego y eso lo vimos todos. El gol de Lionel Messi y el segundo de Julián Álvarez (alias "La Araña") hicieron que el estadio explote. Vino el descuento por parte de Australia y La Scaloneta siguió hasta lo último. Ya al borde del final pudimos ver esa atajada maestra en los últimos minutos, que reforzó la confianza en el Dibu Martínez. ¡Así nuestra querida selección nos depositaba en cuartos de final!
Avanzamos un poco más. Ahora nos espera una prueba difícil que se llama Países Bajos, ¡pero sabemos que se puede! Mientras tanto vos desde ahí y nosotros desde acá tenemos que cantar al unísono el ¡Vamos Vamos Argentina! Vamos a ganar… y si todo sale bien… ¡Seguiremos en el camino tan deseado por todos!
