Santiago Lange tiene 59 años y fue el orgulloso abanderado de la delegación argentina en el acto inaugural de Tokio 2020, los Juegos Olímpicos que se iniciaron hoy, un año después de su fecha original por la pandemia de coronavirus.
Santiago llevó la bandera junto a Cecilia Carranza Saroli, la dupla que ganó la medalla dorada en Río 2016. Y esta vez, los abanderados quieren repetir la hazaña. En el caso de Santiago, que ya es abuelo, será su séptima vez en un juego olímpico.
En 2016 no solo fue el regatista de mayor edad que compitió en los Olímpicos de Río, sino que además lo hizo operado de cáncer de pulmón, enfermedad que superó unos meses antes de la competencia. “Los nueve meses siguientes a la cirugía hasta Río 2016, requirió el mayor esfuerzo de mi carrera deportiva”, contó Lange. “La medal race resume todo lo que ha sido mi vida, en 20 minutos. Adversidades, levantarse y seguir adelante”.
Mientras se encontraba entrenando para presentarse en Río 2016, el atleta recibió el diagnóstico y lejos de desanimarse, se sometió a una operación donde le fue extirpada una parte del pulmón izquierdo. Ni bien pudo volver a hacer deporte, Lange y su compañera, salieron de nuevo al río a entrenar en la clase Nacra 17 de vela, con la cual ganarían el oro pocos meses después. Posteriormente, fue distinguido como el Regatista del Año por la Federación Internacional de Yachting.
En su libro "Viento, la travesía de mi vida", que se publicó hace pocos meses, Lange habla del cáncer, mal que también padeció su hermana Inés, en el mismo momento. “Éramos dos sobrevivientes recién salidos del infierno de los quirófanos y el cáncer -ella sin pelo, yo sin voz- y nos abrazamos aliviados”, escribió el deportista, que relata que Inés tuvo cáncer de mama y que en 2015 pudieron abrazarse, ella con un pasaje a Italia en la mano y él ya con un pie en Río.
Según revela la página del Comité Olímpico Argentino, la pasión de Lange por la vela comenzó cuando tenía 6 años, al seguir los pasos de su padre, quien también era un regatista y había competido en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952. La primera vez que Lange representó a la Argentina en los Juegos Olímpicos fue en Seúl 1988, y luego ganó la medalla de bronce en Atenas 2004 y en Beijing 2008. Santiago ha transmitido su amor por el deporte a su familia y dos de sus hijos, Yago y Klaus, también compitieron en Río 2016.
Durante la pandemia Santiago se convirtió en abuelo de Silvestre, perdió a un cuñado y pasó 10 de los doce meses lejos de su casa, entrenando para estos juegos olímpicos. “A la pandemia la viví de muchos lados, como todos. La viví de cerca en el aspecto emocional y con mi familia. Perdí a un cuñado y mi vieja está en una residencia, así que no la pude ver durante lo poco que estuve en Buenos Aires. Durísimo", contó a Clarín.
Resiliente, Santiago dice sentirse un privilegiado por poder salir a entrenarse todos los días. "Lo hago porque me gusta. Me encanta. Obviamente que es durísimo estar un año fuera de tu casa, pero amo lo que hago. Es una decisión propia estar acá y tengo la oportunidad de hacerlo”, contó al medio citado.
Sin embargo, los largos períodos que pasa lejos de la familia le estrujan el corazón. “Cuando tuve que volver a Europa para prepararnos, les dije a Klaus y a su mujer cuando me despedía de Silvestre que volví a sentir lo mismo que sentía cuando me despedía de mis hijos antes de viajar a un torneo. Es muy duro. Se te quiebra el corazón. Me distraigo con mi pasión, pero dejo eso guardado en un lugar. Disfruté con felicidad el poco rato que tuve para pasar con él”, reveló en la misma entrevista.