Marcela Pagano es una profesional que se caracteriza por romper moldes: puede hablar de teoría económica perfectamente lookeada, y no por eso hacerlo sin autoridad.
A sus 37 años, soltera, se destaca en la pantalla chica y acaba de tomar una decisión trascendental: congelar sus óvulos y concientizar a otras mujeres sobre las posibilidades que brinda la ciencia, cuando los paradigmas del mundo del trabajo todavía tienen muchos derechos por igualar.
Estás en el mejor momento de tu carrera profesional ¿La maternidad se contrapone con el mundo laboral?
-Verdaderamente sí. Tenemos que ser honestas y poder hablar de esto. Me ha pasado recomendar mujeres en edad fértil en distintos puestos laborales y que rechazaran sus CV por considerar que una mujer en edad fértil puede quedar embaraza y bajar los brazos en el trabajo. Es poco simpático contarlo pero esto ocurre en los medios, en la política y en los comercios.
¿Pero soñás con ser mamá?
-No lo sé, pero puedo ganar tiempo para reflexionar sobre la maternidad y no sentir la presión de que la biología dirija mi decisión. Ahora que di el gran paso de postergar la maternidad me siento liberada. Me pesaba la biología. No me gustan los quirófanos pero fui entregada a un amor pleno hacia mí y salí con una sonrisa. Me sentí realizada. Lo que hice fue ganar tiempo para tomar una decisión.
¿Qué te llevó a contarlo?
-Tomé conciencia de que lo que me separaba de una buena o mala decisión es la información. Somos muchas las que pensamos parecido sobre una decisión tan trascendental y por eso expongo mi historia para que no se sientan discriminadas y no sientan vergüenza frente a la incertidumbre del momento adecuado para ser madres. Quizás contándolo pueda quebrar tabúes. Siendo comunicadora no me podía guardar esta historia porque aunque no me sienta ejemplo de nada puedo ayudar a que alguna mujer no se sienta sola en sus debates.
¿Y cuál fue la devolución de la gente?
-Al contar mi historia me encontré con un montón de chicas que estaban en la misma. Me llenaron de preguntas. Todavía hay mucha falta de información sobre este tema. Creo que en nuestro país hay mucho por hacer en cuanto a dar a conocer los marcos legales y que las mujeres conozcan sus derechos..
¿Es un tratamiento invasivo, es caro?
-Te lo respondo con un ejemplo bien gráfico. Es menos doloroso y menos costoso que un tratamiento de mesoterapia. A mí me dolió menos. Claro que tenés que darte inyecciones durante 20 días. Mi médico se llama Gastón Rey Valzzachi de Procrearte. No es el primer médico con el que me encontré pero es quien entendió mis limitaciones, que vivo acelerada, que yo no iba a tener un momento ideal, un parate. Y me dio la confianza de que me iba a acompañar.
¿Qué pensás de la maternidad tardía. Hay muchos prejuicios hacia las mujeres que deciden ser madres post 40?
-No tengo ese tabú. A mi mamá la tildaban de mamá vieja. Me tuvo a sus 36 pero en ese momento la mayoría de las mujeres ya estaban cerrando la persiana. Yo creo que la energía vital te moviliza mas allá de lo que diga tu DNI. No veo la falta de energía asociada a la vejez. En el amor no hay límites.
Y ¿qué pasaría si decidieras no ser mamá?
-Creo que la donación de órganos y en la donación de óvulos. Si no los utilizara, pues donaré vida. Donar mis óvulos es algo que está latente porque conozco varias mujeres que no pueden tener un bebé y es ahí donde me pregunto: ¿cómo no voy a aprovechar este don que me dio la naturaleza y que pude preservar para hacer feliz a alguien. Además, hay muchas formas de maternar…
¿Por ejemplo?
- En latín, maternar significa cuidar en el amor. Es la capacidad de establecer vínculos afectivos y emocionales. Esa capacidad hay que encontrarla. Hasta ahora he tenido la capacidad de maternar proyectos laborales. Yo anhelo tener una familia bajo la concepción tradicional. Por ahora soy mamá de Mora, una bulldog francesa a la que le dedico mi poco tiempo libre. El amor requiere dedicación y entrega. Mientras tanto estoy ganando tiempo para tomar la decisión correcta.
Entrevistó Mariela Blanco