Mientras atraviesa sus días más aciagos, internada en una clínica de desintoxicación de Suiza, la princesa Charlene no deja de ser comparada con Diana de Gales, la princesa triste por excelencia, que vivió tantas penurias dentro del palacio como, aparentemente, lo está haciendo la esposa de Alberto de Mónaco.
Ya antes de este episodio de salud que la mantuvo alejada de sus hijos durante seis meses -en Sudáfrica, afectada por una infección de garganta, nariz y oídos-, Charlene era conocida por ser una princesa triste. Tal como vivió Diana mientras fue esposa de Carlos de Inglaterra, que sufrió penurias por ser engañada en su matrimonio y no escuchada por la reina Isabel, la princesa monegasca también padeció bullying en la corte, aparentemente por su mala dicción del francés, lo que la llevó a permanecer cada vez más callada en los eventos donde participaban también sus cuñadas, las princesas Carolina y Stefanía.
Historias de desprecio dentro de la corte
Y este es uno de los paralelismos que une a Charlene con Diana: ambas sufrieron por la inadecuación a convertirse en princesas, más por parte de los Windsor y los Grimaldi que por las ciudadanías respectivas. La historia de desprecios a Diana es conocido: ella era favorita para ser reina pero no pudo soportar las exigencias que implica ser parte de la familia real británica. Y ningún miembro de la corte comprendió jamás su sensibilidad.
En el caso de Charlene, de origen plebeyo, tuvo que soportar desde el minuto cero las críticas por sus modos, su idioma y por proceder de una familia de clase media. Además, Alberto tardó tanto en casarse y tener herederos (los mellizos Jacques y Gabriella), que su hermana mayor, Carolina ya se había hecho a la idea de ubicarse en ese lugar y colocar a sus propios hijos en el rol de futuros príncipes. No sería raro entonces entender el desprecio de Carolina por Charlene, así como el trabajo que está haciendo ahora que la princesa está internada, de ser la protectora de los mellizos y su figura maternal para las fotos.
A la distancia, es imposible no conectar las imágenes de la tristeza de Diana en su viaje oficial a Australia en 1983, cuando se le escaparon lágrimas en público, con la imagen triste de Charlene el día de su boda.
Enfermedades que son fruto de humillación
Otro punto en común en ambas: sus padecimientos físicos, fruto de la humillación y la tristeza. Conocidos son los desórdenes alimentarios que padeció Diana, que fue bulímica por años cuando supo que su marido la engañaba desde el día que se casó. En el caso de Charlene, la enfermedad de ex deportista continúa rodeada de misterio pese a las explicaciones oficiales, aunque ahora sabemos que esa infección otorrinolaringológica le ha impedido alimentarse adecuadamente, hasta el punto de hacerla caer en la debilidad. De hecho, se la ve más delgada que nunca en las pocos fotos que se han difundido de ella.
Otro ítem que las une es la victimización social que las dos padecen y la incesante vigilancia de los medios de comunicación, que no les permiten llevar una vida medianamente normal. Si bien Diana había logrado zafar de la vigilancia de la Corona británica luego de su divorcio, murió justamente siendo perseguida por la prensa.
Charlene, en tanto, aún permanece bajo la mirada estricta del principado de Mónaco, que difunde noticias de su salud en cuentagotas, pero sin difundir la verdad. Veremos qué sucede cuando la princesa vuelva a Mónaco.