Con profundo dolor, Diego Pérez retomó sus actividades profesionales luego de la muerte de su papá. Anoche regresó con su protagónico en la obra teatral “TOC TOC” y este jueves hizo lo propio en “Los Mañaneros” por AM 680 en donde contó como fueron las últimas horas de vida de Héctor y lo que significó en su vida.
“Mis viejos fueron gente de laburo, trabajaron toda la vida de algo que ellos no eligieron y en situaciones difíciles lo hicieron porque tenían que darnos el sustento. No me podía dar el lujo de faltar al teatro o la radio, que es lo que amo, y que es también el sustento de la familia”, comenzó a relatar el humorista.
“Mi viejo fue un hombre sano, bueno, honesto y eso lo voy a extrañar mucho, más allá de que me quedan todos los consejos de él”, definió. El dolor de Diego esta profundizado por la reciente muerte de Herminia, su mamá que dejó el plano terrenal hace cuatro meses y dos semanas.
“Cuando estrené en el teatro fue la fecha de los dos meses de cuando había fallecido mamá y estaba tranquilo porque sabía que estaba protegido. Yo creo mucho en estas cosas. No es fácil. En cuatro meses, por más que tenga 57 años, me sentí huérfano. Igual valoro haber tenido a los dos sanos hasta hace unos meses y poderlos haber disfrutado”, contó.
Una situación muy especial en los últimos minutos de vida de Héctor
Hubo una coincidencia que el actor no dejó pasar: tanto Herminia como Héctor tuvieron que ser trasladados desde el hogar en el que vivían hasta un sanatorio privado. En ambos casos la hermana de Diego estaba en la ambulancia y el seguía la camioneta con su coche. En el trayecto que realizó en el caso de su madre la ruta que tomó el ambulanciero no era la que debía tomar ya que había otra opción: terminaron pasando por la casa de la infancia de ella. Lo tomó como una despedida.
“Me volvieron a pasar cosas cómo ella. El lunes a la noche, cuando lo llevamos a papá del hogar a la clínica Güemes (donde los dos estuvieron internados en el verano) el GPS me mandaba por un lado y yo estaba siguiendo por la ambulancia. Veía que estaba agarrando por otro lado”, arrancó a recordar.
“La clínica estaba para el norte y me mandaba al sur. De repente me encuentro pasando por la puerta de la casa de mis viejos. Empezó a agarrar por un barrio de emergencia y la llamé a mi hermana para que por favor le diga al muchacho que salga de ahí. Cuando salimos de ese barrio pasamos por la cancha de Platense (club de sus amores) y se me empezaron a caer las lagrimas. ‘Ay papá, te estás yendo’, dije. Cuando llegamos a la clínica papá falleció. Lo despedimos con el amor de toda la vida por los lugares en donde el fue feliz”, cerró.
