La carta de amor de Coco Nicolich a su novia durante la tragedia en los Andes – Revista Para Ti
 

La carta de amor de Coco Nicolich a su novia durante la tragedia en los Andes

La historia de amor de Gustavo "Coco" Nicolich y Rossina Machitellli que no fue contada en "La sociedad de la nieve" foto: facebook
Coco Nicolich escribió varias cartas a su familia y otras a su amada mientras se encontraba varado en los Andes luego de la tragedia, aunque nunca pudo enviarlas debido a que falleció por un alud. Sin embargo, su amor vivirá en la tinta de sus palabras por siempre.
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Gustavo Nicolich, Coco para sus amigos, fue uno de los jóvenes que estaba en el vuelo 571, que viajaba hacia Santiago de Chile, pero el viernes 13 de octubre de 1972 impactó contra los Andes. Los primeros días, el sobreviviente comenzó a escribir cartas para su novia de entonces, Rossina Macitelli, y para su familia en las hojas de un cuaderno de aviación.

En el vuelo, iban 45 pasajeros, de los cuales algunos fallecieron al salir despedidos de la aeronave y otros cuando impactó con la montaña. Sin embargo, cuando tocaron tierra, los sobrevivientes debieron pasar 72 días alejados del mundo, a temperaturas bajísimas e intolerables y sin comida.

Allí, el rugbier comenzó a escribir dos cartas: una para su pareja y otra para sus padres. En sus palabras, relató las supervivencias que atravesaron, cómo pasaban las mañanas y las noches, los cuerpos de los muertos que tuvieron que comer y donde dormían.

Gustavo Nicolich edulcoraba la tragedia que estaban sufriendo

Cuando describía el sitio en el que se encontraban, Nicolich intentaba aparentar que estaban bien y que todo iba a salir como esperaban. "Estamos en un lugar divino, todo cerrado por montañas y con un lago en el fondo que se va a deshelar apenas comience el deshielo. Estamos todos muy bien. La moral existente es increíble y hay colaboración permanente entre todos. Roy, Diego, Roberto, Carlitos y yo estamos perfectamente bien, solo un poco más flacos y barbudos", relataba el rugbier.

La historia de amor de Gustavo "Coco" Nicolich y Rossina Machitellli que no fue contada en "La sociedad de la nieve"
Una de las cartas de Coco Nicolich. Foto: Museo Andes.

"El domingo pasado, pasaron por arriba nuestro dos aviones, dos veces cada uno, por lo que estamos muy tranquilos y, lo que es más, convencidos de que nos van a venir a buscar. Lo único que nos hace dudar un poco es que, como el avión se desvió de la ruta, quién sabe todavía si nos vieron. Nuestra fe en Dios es increíble (se podría decir que es común en ciertos casos como este), pero yo creo que está muy por encima", escribía Coco.

Además, Gustavo le contaba a su novia cómo era el lugar en el que pasaban los días e intentaba describirlo como un sitio gustoso y acogedor, aunque, en realidad, se trataba de la misma aeronave que se había partido en dos.

"¿Se preguntan cómo vivimos? Bueno, la verdad que el avión no está todavía perfectamente acondicionado y por el momento no es un gran hotel, pero ya va a quedar bastante bien. Agua tenemos de sobra, puesto que hacemos constantemente. Comida, tuvimos la suerte de que nos quedara una lata de Costamar, cuatro de dulce, tres latas de mariscos, algunos chocolates y dos botellas de whisky chicas. Por supuesto que la comida no es muy abundante que digamos, pero da para vivir", explicaba el entonces sobreviviente.

"Los días acá, cuando son lindos, se puede estar afuera hasta más o menos hasta las seis de la tarde; ahora, si están nublados, generalmente nos quedamos en el hotel y solo sale una pequeña cuadrilla a buscar nieve. Los cuartos no son muy cómodos, puesto que las habitaciones son para 26 personas (no pudimos conseguir para menos), pero algo es algo", describía el rugbier.

"El espacio es un poco reducido, puesto que lo que quedó del avión fue de la cabina (que está deshecha) hasta la parte de las alas, que quedaron diseminadas muy atrás. Para que hubiera espacio, tuvimos que sacar todos los sillones para afuera y cuerearlos para que hubiera mantas para todos. Como verán, poco a poco estamos mejorando el confort", contaba Gustavo.

Su amor por Rossina vivió en el hasta el último minuto

"Los extraño mucho y constantemente le pido a dios que, por lo menos, si me quiere llevar hacia el infinito, me deje verlos un día más", le dedicaba Coco a sus familiares.

"No me puedo olvidar de cuando llegaba todas las noches de tu casa, Rossina, y te veía a vos mamá tejiendo o arreglando algo, ni de vos papá, cuando me llevabas a la facultad o cuando charlábamos los sábados (puesto que la verdad, los últimos días te veía poco); culpa mía por supuesto", escribía el entonces sobrevivientes.

"Rossina, no te podés imaginar lo que te extraño, no tengo manera de decírtelo; suerte que, en la billetera, tenía una foto tuya y todas las noches, antes de acostarme, le doy un beso, todo como si estuviera ahí, en tu casa, despidiéndome de ti. Lo único que quiero hora es llegar, casarme contigo si tu quieres. Pero, no puedo pensar mucho en todo esto porque lloro mucho y me dijeron que tratara de no llorar porque me deshidrato: es increíble ¿no?", le dedicaba Nicolich a su amada.

"Mónica, Ale y Raquelina [sus hermanos menores], tampoco se pueden imaginar lo que los extraño. Todos ustedes son lo único que tengo, por lo tanto, voy a tratar de sobrevivir de todas formas, si Dios me ayuda para volver a verlos. Juan [el novio de Mónica] tu trata de ser el hermano mayor que yo no pude lograr ser y por favor cuida a Mónica, a los viejos y a Rossina. Yo los extraño mucho Cristina, Rosario, Pinocho, Ama, Bettina, Raúl, el Gordo, Marito, Mónica [familiares de su novia Rossina] a todos", escribía el rugbier.

Coco relataba sus días como si, en algún momento, iba a regresar a su casa

"Vivimos haciendo chistes con la comida; todos los días a alguien se le ocurre, por supuesto, elegir el desayuno o la comida y, por supuesto, ni en el "Bungalow Suizo se come así. Pero, probablemente, si me dieran a elegir, elegiría las comidas de Blanca y los vasos de leche de casa", relataba Coco.

La historia de amor de Gustavo "Coco" Nicolich y Rossina Machitellli que no fue contada en "La sociedad de la nieve"
Coco Nicolich no sobrevivió.

"Es increíble lo que se puede llegar a valorar las cosas en estos casos. Nada hay como Montevideo, como casa, como poder verlos todos los días, como poder estar contigo Rossina todas las noches. Ahora, están conmigo al lado mío: Daniel, Diego, Arturito y Álvaro y justo estábamos comentando que era muy raro que todavía no hayan aparecido los del rescate, pero a mí se me ocurre que estamos en un lugar bastante inaccesible, que solamente puede verse por tierra y que, como hicieron unos días bastante bravos (tuvimos algunos aludes chicos), se han demorado", escribía el rugbier.

"Esto y la fe en Dios que ahora tenemos es lo que nos conserva tranquilos. Rezamos todas las noches y las mañanas, y todos los días uno encabeza las oraciones comentando con sus propias palabras el sentido de la oración. Es una manera de darnos fe y ánimo mutuamente", describía el entonces sobreviviente.

"Todas las noches, uno cuenta una anécdota suya y hay algunas muy divertidas, como de suegros y suegras, que ya se las voy a contar algún día. Espero que sea lo más pronto posible. Lo increíble de todo esto es un amigo que me hice acá, Moncho Sabella, dormimos generalmente juntos y de la mano y nos respiramos constantemente para darnos calor en las noches de frío", explicaba Nicolich.

"Si no hubiera sido por él, pienso que, en la primera noche, me habría muerto, puesto que, como el avión estaba deshecho, hacía muchísimo frío y esta fue la noche en que se murió el grupo más grande de gente. Debo destacar entre ellos a Pancho Abal, que murió por tapar a la hermana del Nando y falleció hoy a la mañana al lado mío. Carlitos le dio masajes, pero ya no había nada que hacer", relataba Gustavo.

Los primeros pasos hacia el final del tunel

Nicolich explicó en sus cartas todos los esfuerzos que realizaba junto a ss compañeros para poder salir de esa tortura. "Carlitos se fue ayer con Roberto Canessa, Numa Turcatti y Fito Strauch a escalar la montaña por donde se cayó el avión para ver si podían encontrar la cola y las baterías para poder hablar por radio, puesto que estamos totalmente incomunicados", explicaba.

"No pudieron llegar puesto que el tiempo cambió mucho y se les hizo muy brava la caminata, ya que no tenían ningún tipo de aparato para la nieve; con todo, demostraron ser de los tipos más valientes que quedaron", escribía Coco.

"Carlitos es además el pastillero del grupo, se encarga de administrar todos los remedios; Roy es el cocinero, se encarga de repartir día a día la suculenta comida, lo que hace muy bien, aunque a veces se pasa un poco, pero, como estamos entre amigos, no pasa nada. Gustavo Zerbino y Roberto Canessa son los médicos, con la colaboración de Diego Storm. Por el momento, se están portando y hay varios heridos graves, que lo están pasando mucho mejor gracias a la ayuda de ellos. Yo, como veterinario, coopero poco en estos casos", relataba Gustavo.

"Los volveré a ver si Dios quiere, de no ser así, lo único que les pido es que tengan un gran valor y no se preocupen por mí porque estoy seguro de que Dios me llevará con él. A ti Rossina, ya no se de qué manera decirte que te quiero y te adoro y que te extraño de una manera tan sobrenatural que nunca hubiera creido que yo podría querer así tan intensamente", así terminaba la primera carta que escribió Coco hacia sus familiares.

Coco le contó a Rossina cómo comían los cadáveres

"Es tardecito y empezó a hacer un poco de frío y a soplar viento. El día de hoy fue bárbaro, un sol divino y mucho calor, me hacía recordar los días de playa contigo, pero con la diferecia de ir contigo a comer a tu casa y acá me tengo que quedar afuera del avión sin comida alguna", relataba Nicolich.

"Hoy, aparte de todo, fue un día un poco depresivo puesto que mucha gente se entró a desanimar (hace 10 días que estamos aquí), pero a mí por suerte todavía no me tocó el desánimo, puesto que con solo pensar en que te voy a volver a ver, me vienen fuerzas increíbles. Otra de las causas del desánimo general es que dentro de un rato se nos acaba la comida. Nos quedan nada más que 2 latas de mariscos (chicas), 1 botella de vino blanco y un poco de granadina que indudablemente para 26 hombres (bueno, también chicos que quieren ser hombres) no es nada", escribía Coco.

"Una cosa que te va a parecer increíble; a mí también me parece. Hoy empezamos a cortar a los muertos para comerlos, no tenemos otro remedio. Yo por mi parte le pedí a Dios que nunca llegara este día, pero llegó y tenemos que afrontarlo con valentía y fe porque llegué a la conclusión de que los cuerpos están ahí porque los puso Dios, y como lo único que interesa es el alma, no tengo por qué tener un gran remordimiento. Y, si llegara el día y yo con mi cuerpo pudiera salvar a alguien, gustoso lo haría”, anotó el entonces sobreviviente.

"No sé cómo estarán ni tú, ni papá, ni mamá, ni los chicos por ahí. Pensar que están sufriendo me entristece, vivo pidiéndole a Dios que los tranquilice y les de valor porque es esta la única manera de salir de esto, que creo que pronto tendrá un final feliz para todos", detallaba el rugbier.

“Cuando me veas te vas a asustar. Estoy mugriento, barbudo, un poco flaco, con un tajo grande en la cabeza, otro en la frente que ya se me curó y uno chiquito que me hice hoy trabajando en la cabina del avión, además de pequeños tajos en las piernas y en el hombro. Pero, con todo, estoy muy bien”, escribía Coco.

"Hoy, pudimos recomponer una radio transitor que encontramos el otro día, Roy la arregló y mañana esperamos tener noticias por algún noticiario chileno o argentino del rescate. Si lo hubieran suspendido, cosa que yo no creo y a esta altura me parecería increíble, dentro de tres o cuatro días, cuando recobremos algo de fuerzas, un grupo creo que nos largamos a atravesar la parte de la cordillera que nos queda, que espero que sea poca", expresaba Gustavo.

"Por lo que ves, no tenemos la menor idea de dónde estamos puesto que, cuando volamos hacia Chile. el piloto creyó haber pasado Curicó y en Chile le informaron que descendiera. Inmediatamente aminoró la marcha y en unos pocos segundos agarramos unos pozos de aire que nos hacían bajar 1.000 a 2.000 pies, y cuando el mecánico (que está vivo con nosotros) le dio toda la potencia posible, ya era tarde", relataba Nicolich.

Coco Nicolich contó con sus propias palabras cómo fue el choque del avión

"El choque fue increíble, yo venía adelante con Diego al lado, que venía contra la ventana y no me dio ni tiempo a asustarme porque, en el momento que Diego me dijo que mirara por la ventana, la cola se enganchó en la montaña y volaron la alas en el momento. El avión enseguida se entró a deslizar por la montaña al mismo tiempo que entraba nieve por los boquetes y nos iba congelando de a poco, hasta que de pronto se detuvo. Diego y yo quedamos amarrados por los asientos boca abajo", explicaba Coco sobre el choque del avión.

"Lo que nos pareció a la mayoría luego increíble fue que lo primero que hicimos fue preguntar por todos nosotros. Tuvimos la suerte que Dios quiso que estuvieramos todos. Roberto Canessa, Gustavo Zerbino, Daniel Maspons y Marcelo Pérez enseguida empezaron a ayudar a todos porque fueron los que quedaron libres. Enseguida oscureció y fue la noche más larga, fría y triste de mi vida", escribía Nicolich.

"Parecían las descripciones del Infierno del Dante: eran unos gritos tras otros, un frío infernal que entraba por todos lados puesto que no pudimos tapar nada y algunos pasajeros que no los habíamos podido sacar totalmente de sus lugares, y tuvieron que dormir enganchados en sus lugares y lamentablemente a la mañana siguiente varios murieron. Indudablemente nunca ninguno podrá volver a sufrir lo que sufrimos esa noche, pero por suerte ya pasó", relataba el entonces sobreviviente.

"Yo probablemente la aguanté porque me pasé toda la noche pensando en ti y en los viejos y gracias a Moncho Sabella, un gran amigo que me hice en este viaje y que pronto lo vas a conocer. De no haber sido en parte por él, me hubiera muerto de frío y de ataque de histerismo porque fue horrible. Moncho es un gran tipo y tiene en común conmigo en que le gusta el Tambo y él y Coche Inciarte me envalaron para que me dedicara a eso" escribía el rugbier.

Coco Nicolich le propuso matrimonio a Rossina por cartas

"La idea que tengo ahora es volver a verte, casarme contigo e irnos a vivir a alguna chacrita apartada, que estoy seguro de que voy a conseguir. Todo esto es muy lindo, pero tengo un poco de miedo de que, si esto se prolonga mucho, como quedaré mentalmente. Espero que no me pase nada, pero si no me vas a tener que ayudar mucho", escribía Coco.

"Rossi, andá pidiéndole permiso a Bettina para venir este verano a La Paloma conmigo, pero no por una semana, sino por todo el verano porque después de esto yo no puedo ni tengo el valor para estar ni un segundo lejos de ti. En todo caso, decile a Bettina que se venga con nosotros y si querés a Ana. Yo también las extraño mucho", relataba Nicolich.

"Hoy a la mañana, me acordaba de los días en La Paloma en lo de Cecilia, de Luisa, Patricia, René y de todos tus amigos y pensando en que son la cosa más divina que conocí. También, pensaba cuando me enojaba contigo y me parecía tan increíble poderme enojar contigo que, desde los Andes, te pido que me perdones y nunca te acuerdes de cosas malas de mí", desarrollaba el rugbier.

Finalmente, el 29 de octubre de 1972, falleció con tan solo 20 años de edad junto a 7 compañeros supervivientes debido al alud que ocurrió en los Andes y nunca pudo entregarle estas cartas a su novia, Rossina, pero su amor vivirá en la tinta de sus palabras.

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