La historia de amor de Maru Botana y Bernardo Solá comenzó hace más de dos décadas cuando ambos estaban saliendo a la vida adulta. “Me conquistó por la comida y por muchas otras cosas más”, le contó él a Susana Giménez hace unos años cuando dieron su primera nota juntos.
El ingeniero agrónomo relató: “Yo soy amigo del hermano, estudiábamos juntos en la facultad y de a poquito nos fuimos conociendo”. La clave de todo fue la paciencia y encontrar el momento justo para poder avanzar. No era fácil ya que en el medio estaba la amistad y sabía que esto podía salir mal.
Pero no pasó. Entre risas, la popular cocinera le contó a la diva de los teléfonos que él la “corrió por un estacionamiento y se me hizo el guapo”. Y agregó: “Mi hermano se recibio, me empezo a hablar. Yo habia estado de novia con muchos novios. Mi papa dijo que este chico me encantaba. Y no se equivocó”.
La gran familia
Esta historia de amor comenzó a tomar forma en 1997 cuando se casaron y dos años después le dieron la bienvenida a Agustín, el primer hijo en común. Luego vinieron Lucía (2001), Matías (2003), Sofía (2005), Santiago (2007), Facundo (que murió en 2008 con seis meses de vida), Juan Ignacio (2010) e Inés (2012).
"¡Cuántas cosas vividas! ¡Cuántos momentos inolvidables! ¡Cuántos difíciles! Nunca imaginé cuando estábamos de novios que llegaríamos a tener un recorrido tan intenso. ¡Pensar que el primer día que salimos pensé que eras uno más! Hoy miro para atrás y se me llena la cabeza de recuerdos. Fuiste un novio muy divertido y loquito. La dudé pero hoy soy una mujer feliz de tenerte. Y agradecida de la familia que formamos", escribió ella hace un tiempo en un aniversario de la pareja.
Lo cierto es que, a pesar de todo, han conseguido mantener la armonía familia mientras que el ingeniero agrónomo pasa extensas temporadas fuera de Buenos Aires. El equilibrio encontrado para dividirse las tareas fue fantástico y lo cierto es que han sabido muy bien valorar los tiempos en soledad. Es así que en muchas oportunidades la cocinera se va de vacaciones con sus hijos y el hombre de la casa queda fuera del viaje, algo que les permite conectarse de otra forma.