Sandra Borghi define como un “renacer” a su relación con Fernando Casanello a quien conoció hace nueve años en un momento particular para ambos. Es que cada uno, por su lado, estaba dejando atrás su respectiva relación para comenzar una nueva vida. No tenían planeado por ese entonces volver a establecer un vínculo, pero algo pasó. Llevaban el mismo tiempo de soltería y seguramente ese fue uno de los primeros puntos de identificación.
“Hace nueve años nos conocimos porque nos presentaron unos amigos en común. Estábamos muy desilusionados porque nos habíamos separado recientemente”, revela la exitosa periodista sobre lo que sintió en ese momento en el que veía como una historia anterior se terminaba de romper. “Tardamos mucho tiempo en formalizar nuestra relación”, cuenta en diálogo con Para Ti. Y acá viene un hecho curioso: desde que se conocieron hasta que oficializaron pasaron nueve meses.
“Mis dos hijos y la nena de él no estaban ni enterados que uno salía con el otro. De hecho, armamos planes juntos como unas vacaciones en Brasil. Simulamos cruzarnos en el mismo apart hotel y pasamos 15 días de vacaciones juntos, pero separados”, confiesa sobre ese viaje que hicieron. Lo que refleja Sandra es un fuerte compromiso con el concepto de familia y una responsabilidad personal para con los menores de la familia. No estaba ni está dispuesta a que nada los perjudique.
La conductora de “Nosotros a la Mañana” consiguió poder amalgamar con éxito ambas familias. Ella llegó a la relación con sus dos hijos, Josefina y Valentín, y él hizo lo propio con Isabella. Ambos tuvieron a Juana. Pero antes de todo esto, hubo que avanzar en la comunicación de la noticia del romance, buscando el momento oportuno para hacerlo con la seriedad que ameritaba dar semejante salto.
“Para mí, la responsabilidad de contarle a mis hijos que había decidido comenzar una nueva relación fue la decisión más importante de mi vida. Porque arrastras a toda tu familia. Lo que menos quiero es arrastrar a mis hijos a una decisión de adultos, por eso tardamos en contarlo”, destacó.
Lo cierto es que ese famoso gran paso llegó de la manera menos esperada… “Nuestras hijas mayores se hicieron muy amigas: en ese momento tenían 4 y 5 años. Un día Isabella le saca el celular al papá y descubre una foto en donde nos estábamos dando un beso. Nuestros hijos hicieron un cónclave, vinieron con el celular en la mano y nos dijeron ‘descubrimos que son novios y acá tenemos la prueba’. Esa noche no dormí de los nervios. Hablé con Fernando y le dije que sentí una fuerte responsabilidad por haber involucrado a mis hijos porque ahora estábamos todos embarcados en este viaje”, confía.
Camino a los diez años de relación
La posibilidad de sellar esta unión vino de la mano de Juana, la menor del clan. “Fue el fruto de amor de todos porque esa nena llegó para unir el vínculo de los hermanos para el resto de sus vidas. El día en el que sentí que tocaba el punto máximo de la felicidad fue cuando los chicos la conocieron. Entraron al sanatorio y estábamos los cinco mirándola y diciendo ‘es lo más nuestro que vamos a tener para toda la vida’. Ellos eran chiquitos y lloraron de emoción. Les brotaban las lágrimas con plena conciencia del valor que tenía esa bebé en las vidas”, cuenta.
Con cuatro hijos, algunos adolescentes, el foco de la pareja está en verlos crecer y acompañarlos en cada paso. Ser una mamá full time y cumplir con la extensa agenda laboral son los ejes centrales de la vida de Sandra que, en diálogo con Para Ti se pregunta cuándo volverá a vivir esa situación de “noviazgo” que el paso del tiempo fue, del alguna manera, diluyendo. “Con ella llegó el fin de los momentos en soledad. Las nenas mayores no nos dan mucha bola, cuando vayan creciendo empezaremos a recuperar esa vida de pareja de la que no tenemos recuerdo. Toda la atención se la llevan ellos”, afirma al manifestar que su entrega hacia ellos es absoluta.
Un contrato de amor que se renueva cada seis meses
El hecho de que hace nueve años se eligen todos los días es literal. Un Día de los Enamorados, cuando llevaban poco tiempo de conocerse, ella redactó un contrato de puño y letra en donde se proponen renovar cada seis meses el cariño mutuo que se tienen.
“Ese día nos vamos a comer solos, nos miramos a la cara y nos decimos un montón de cosas. Es el momento en que volvemos a elegirnos y a firmar el contrato. A mí eso me hace sentir libre: yo ya estuve casada, él ya estuvo casado, entonces los dos nos sentimos libres con este concepto y con la elección de renovar todo el tiempo", confesó a Infobae.
"Lo escribimos hace mucho tiempo, cuando empezamos a salir, es un contrato que tiene cláusulas y las respetamos, es la letra chica, los sí y los no. Ese contrato lo volvemos a leer y lo renovamos y modificamos según lo que nos va pasando, y por eso no nos casamos básicamente, porque nos elegimos libres, sin ataduras ante nada y ante nadie. Eso es lo que simboliza para nosotros el contrato. A nosotros eso nos funciona, es nuestro pacto", dijo.