Tras divorciarse en 1976 de George Syrovatka, dueño de una tienda de artículos de esquí, la vida de Ivana Marie Zelníčková cambiaría para siempre al conocer a un hijo de empresario de bienes raíces. Se trataba del joven Donald Trump, a quien conoció durante los Juegos Olímpicos de Montreal, en la ciudad de Nueva York.
Si bien la modelo checoslovaca no demostró mucho interés en él, con el tiempo se convirtieron en amantes. Hasta ese momento, Donald no sabía que conocería a uno de sus grandes amores y a quien también, se quedaría con la mitad de toda su fortuna. Fue en 1977 cuando contrajeron matrimonio e Ivana comenzó a ocupar distintos roles en la familia y a formar parte de sus empresas, siendo una mujer muy inteligente y para nada sumisa en los negocios.
Mientras Donald iba acumulando su fortuna en inversiones en casinos y hoteles, Ivana aparecía aumentar su fama entre la gente de alta sociedad y hasta fue nombrada gerente del Trump Castle. Sin embargo, su palacio se vería devastado al descubrir que su marido tenía una aventura con exreina de la belleza de Georgia, Marla Maples.
"No te quedes enfadada, quédate con todo", es una de las frases más recordadas de Ivana, que sin duda, puso en acción a la hora de divorciarse de Trump. Ella lo demandó sobre el total de los bienes de la familia, sobrepasando los acuerdos prenupciales. El juicio continuó hasta la muerte del padre de la modelo, ocasión en la que se reunieron y lograron pactar un acuerdo más amistoso, logrando limar sus asperezas.
De cuánto fue el patrimonio que obtuvo Ivana tras el divorcio
La exesposa recibió un total de 25 millones de dólares en efectivo, la mansión familiar ubicada en Connecticut, un millón de subsidio en vivienda, 5 millones de dólares anuales de pensión alimentaria por sus tres hijos Ivanka, Eric y Donald Jr., el 49% de Mar-a-Lago, la casa ubicada en Palm Beach y gran parte de sus joyas. Tras este divorcio, la mujer se convirtió en una marca registrada gracias a sus negocios y libros de superación, siendo la exesposa que logró realizar una buena jugada a partir de una dolorosa crisis.