La historia de desarraigo de Karina Gao: "Cuando llegamos a Buenos Aires yo dormía arriba de una cómoda que encontramos en la calle" - Revista Para Ti
 

La historia de desarraigo de Karina Gao: "Cuando llegamos a Buenos Aires yo dormía arriba de una cómoda que encontramos en la calle"

La cocinera revivió aquel día en el que pisó por primera vez suelo argentino y conmovió al relatar la forma en la que pasó sus primeros años en el país. Una historia de esfuerzo y superación. 
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La llegada de Karina Gao al país se produjo con algunos problemas. Invitada a PH Podemos Hablar, la cocinera relató cómo fue que a su familia se le ocurrió venir al país y de qué forma fueron esos primeros tiempos en el país.

Todo comenzó gracias a una publicidad del Estado argentino que se transmitía en los principales canales de televisión de China: “Mostraban el tango y Puerto Madero. Era todo espectacular. Era el París de Latinoamérica”, definió sobre ese video que la cautivó. “Yo vivo hace 28 años acá y a mí nunca me decepcionó. En 2009 tenía la posibilidad de quedarme en París con la propuesta de trabajo de una multinacional y yo elegí hacer las valijas y volver”, remató.

Lo cierto es que largas horas de viaje, se produjo el ansiado arribo al aeropuerto de Ezeiza con ocho maletas llenas de comestibles. El miedo a que falte la salsa de soja los motivo a traer decenas de botellitas que causaron la sorpresa de las autoridades aduaneras. “Llegamos y vino una pareja de amigos a buscarnos en un fitito rojo. En medio de la Autopista Dellepiane se plantó el auto. Yo escuchaba autos pasando, bocinas y gritos diciendo ‘chinos de m…’. Nosotras (por las mujeres del grupo) nos tomamos un colectivo de la línea 86 para llegar a destino”, relató.

El lugar de hospedaje fue en la avenida San Martín 1845 para dormir en una habitación que le había alquilado ese matrimonio. “Me hizo memorizarme la dirección porque yo no sabía hablar español… por si me llegaba a perder. Me encontraron una cómoda en la calle y ahí dormí. Me ponían una almohadita. Desde ahí me acostumbre a no moverme mientras duermo”, completó.

“A los tres meses mi mamá pudo subalquilar un local a otra señora de la comunidad que se quería jubilar en Gascón y avenida Corrientes. Yo dormía en el pasillo porque del local. Eran dos butacas que de día usábamos para apoyar la mercadería y de noche las juntaba. En mi familia no hay una sensación de arrepentimiento”, cerró feliz por cada uno de los humildes pasos que dio en el país.

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