Impulsado por UNICEF, desde el 13 hasta el 17 de noviembre, se concientiza por la Semana de la Prematurez en todos los hospitales y centros de salud de Argentina. Este año, bajo el lema "Acceso de la familia a la NEO. Sin restricciones. Sin horario. Todo el tiempo”, se busca sensibilizar las necesidades y derechos de los bebés prematuros y sus familias.
Walter René Leguizamón Cajal y María Nazareth Valoppi son papás de Enzo que el pasado 9 de noviembre cumplió un año de vida. Como muchos otros niños, su llegada al mundo no fue nada fácil pero, frente a cualquier pronóstico médico, el pequeño logró enfrentar las adversidades y dar batalla.
En diálogo con Para Ti, nos cuentan cómo fue la experiencia de tener un niño prematuro y cómo viven actualmente en esta semana tan especial y movilizadora.
¿Cómo vivieron el embarazo de María?
-El embarazo venía bien, pero entre los 6 y 7 meses de gestación, los estudios empezaron a dar mal porque Enzo no tenía el peso ni la medida que debía tener para ese tiempo. A Maru le dieron reposo obligatorio en octubre. Así que extremamos los cuidados.
¿Cómo fue el momento del nacimiento de Enzito? ¿Ya sabían que podía nacer prematuro?
-Fue lo más hermoso de nuestras vidas, pero enseguida entró a Neo y empezó a tener complicaciones a raíz de que sus pulmones no habían madurado. Sí, sabíamos que podía nacer, sin embargo, no pensamos que iba a ser de alto riesgo.
¿Cuál fue el diagnóstico sobre la salud del bebé?
-Prematuro e inmaduro extremo, anémico, falla multiorgánica, necrosis estomacal, bilirrubina alta, retinopatía, ductus abierto, graves problemas respiratorios. Un verdadero milagro. Él nació un miércoles 9 de noviembre, y el sábado siguiente uno de los doctores nos dijo que tenía mucha probabilidad de morir, y el lunes nos dijeron lo mismo. Las posibilidades existían verdaderamente ya que tenía graves problemas de salud.
¿En aquel momento se sintieron contenidos emocionalmente por el hospital y los profesionales?
-Él estuvo internado en la Clínica Cruz Celeste de Villa Luzuriaga, partido de La Matanza. Y los médicos y las enfermeras dieron todo para salvar y cuidar a Enzo. Nos alentaban, nos decían que tengamos fé y también que descansemos, que no decaigamos porque Enzo nos necesitaba bien.
Me contaste que hubo un reencuentro con otros padres en la misma situación, ¿cómo fue atravesar esa etapa juntos?
-Fue muy emocionante, hicimos un buen grupo, nos brindabamos consejos, nos alentamos mutuamente, nos emocionamos con cada alta, ya que a todos los bebés los sentíamos como propios. Y es así que hasta el día de hoy nos seguimos juntando. En el caso de nosotros, Enzo fue el último de recibir el alta tras 75 largos días.
¿Qué le dirían a otras familias que están pasando por lo mismo en esta Semana del Prematuro?
-Que no bajen los brazos y que aprendan de la fortaleza que tienen los bebés. Son más fuertes de lo que imaginamos. Enzo a nosotros nos trasmitió su fortaleza desde su incubadora. Es angustiante, pero no hay que quedarse quieto, hay que mantener la fe.
¿Qué les dejó esta experiencia como papás?
-A creer que todo se puede, a no perder la fe, a enfocarte en los verdaderos problemas que importan. Las cuestiones económicas o laborales importan nada a comparación de la salud de un hijo. Es lo más sagrado, es el mejor regalo que nos dieron la ciencia y Dios, que nuestro hijo se quedara con nosotros.
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