Máxima y Letizia, dos reinas que tienen historias de vida que se unen en varios puntos. Por estos días, las consortes acompañan a sus maridos a lo largo de dos jornadas en las que compartirán varios eventos, en el marco de la visita oficial de los Reyes de España a Países Bajos.
La reina de Orange y la de Asturias son dos mujeres fuertes que nacieron en familias que nada tenían que ver con la realeza, pero que el destino terminó ubicando como las acompañantes femeninas de dos monarcas.
La prensa especializada siempre dijo que ambas tienen una relación bastante cercana hace años, desde que Letizia se comprometió por el entonces príncipe de Asturias, con Máxima siendo su referente natural, ya casada con el heredero al trono de Orange.
En cuanto a cómo es la relación de las royals en la actualidad, la periodista y escritora española Pilar Eyre asegura que se han distanciado tras los escándalos que afectaron a Iñaki Urdangarin. No obstante, mantienen un vínculo cordial en público y otro que sólo ellas conocen, en la intimidad.
Máxima y Letizia, las reinas plebeyas y una tragedia familiar en común
Máxima y Letizia son de la realeza a pesar de no tener un origen aristocrático. Las dos eran profesionales (la argentina, economista y la española, periodista) hasta que dejaron todo de lado para encomendarse a las tareas y a la investidura que les exigía ser esposas de dos herederos al trono, hoy reyes en funciones.
Pero algo más une a estas dos reinas consortes.
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En el caso de Letizia Ortiz, en 2007 murió su hermana menor, Érika. Tenía 31 años, era mamá de una nena, y fue hallada sin vida en su casa de Madrid.
El hecho fue un impacto durísimo para la reina asturiana, que mantenía con su hermana un vínculo muy cercano.
La Casa Real no quería que se conocieran las causas de su deceso, pero trascendió el informe forense que indicaba que había ingerido una cantidad importante de fármacos que le provocaron la muerte.
Según se dice, Érika nunca logró superar que sus hermanas mayores se emanciparan. Seguía viviendo con sus padres, su pareja y su hija, tras varios negocios fallidos.
Para ganarse la vida tuvo varios trabajos: vendía libros de puerta en puerta para el Círculo de Lectores y, cuando su hermana Letizia se convirtió en la futura esposa de Felipe, su vida simple se alteró con el asedio de la prensa.
Sin lograr afianzarse tampoco como artista plástica (había estudiado Bellas Artes), la ansiedad y la depresión se convirtieron en sus compañeras. Se puso en manos de profesionales y empezó un tratamiento.
Intentó trabajar en los medios pero tampoco resultó: pidió licencia al mes y medio de haber comenzado. Su vida se terminó el fin de semana previo a reincorporarse a trabajar.
El caso de la hermana menor de Máxima no es menos triste. La ahora reina perdió a Inés, en 2018, con quien tenía un vínculo muy cercano.
Inés había sido una de las damas de honor de su boda y era la madrina de su hija menor, Ariane. Pese a que le llevaba 13 años y a la distancia que las separaba, Máxima nunca dejó de estar atenta a sus cuidados y necesidades.
La joven era cantante y tocaba la guitarra, había nacido en 1984 y tenía antecedentes de depresión. Según informó en su momento el medio público holandés NOS, había estado internada en 2012 en una clínica psiquiátrica por anorexia y paranoia.
Su cuerpo sin vida fue hallado en su apartamento en el barrio de Almagro, el 6 de junio de 2018. La información oficial indicó que la causa de la muerte fue el suicidio. "No conseguía encontrar la felicidad ni recuperarse", comentó Máxima a la prensa en su momento.
Fotos: Google
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