Luciana Balboa fue, alguna vez, una niña curiosa que jugaba con su abuela a recolectar insectos en su casa de Hurlingham. Quien es hoy investigadora del CONICET, tras haberse recibido de Licenciada en Ciencias Biológicas, con un Doctorado en Química Biológica (ambos títulos de la Universidad de Buenos Aires), reconoce haber heredado de ella su espíritu pujante y sus ganas de formarse todo el tiempo, algo que le demanda su actual profesión.
La timidez que manifiesta a la hora de posar frente a la cámara queda desdibujada cuando habla como mujer de ciencia, que aprendió a hacer de la prueba/error el combustible más eficiente para moverse en su ámbito, algo que aprendió, además, haciendo el deporte que aún practica en su club de barrio, el vóley.
Una verdadera mujer-orquesta, mamá de dos hijos varones, a los que cría con la alegría y los obstáculos por los que atraviesa cualquier mujer y gracias al "equipo" que la contiene, encabezado por su pareja y con el apoyo incondicional de su mamá.
¿Como surgió en vos la inquietud de dedicarte a la investigación?
-Siempre fui muy inquieta, sentía curiosidad por los fenómenos biológicos y por la naturaleza. Eso viene mucho de mi abuela materna, quien siempre vivió en Hurlingham y, comparado con donde vivíamos nosotros que eran plena capital, había más insectos, más bichos. Entonces ella colectaba conmigo insectos (chicharras, escarabajos) y los mirábamos, cómo se comportaban, algunos si estaban muertos, los coleccionábamos, los clasificábamos. Empezó mucho con ella realmente, yo tengo tres hermanos varones... mis papás estaban súper abocados a sostenernos y criarnos y ella, por ahí, como abuela -como pasa con muchas abuelas- se podía 'dar más el lujo' de aproximarme a estas cosas.
¿Ella tenía alguna formación, no simplemente era una abuela curiosa?
-Ella siempre fue una persona súper activa, súper pujante (ahora tiene Alzheimer). Quedó viuda muy joven, con tres hijos. Antes no era tan común que una mujer tuviera una profesión. Así que empezó arreglando uñas, después hizo un curso para dar clases de gimnasia y luego también para ser profesora de natación, y con eso empezó a sostenerse. Siempre fue una persona súper pujante y de salir para adelante, pensando en cómo mejorar, cómo formarse. Recuerdo, no sé, 20 años atrás, cuando empezó a ser muy fuerte la movida del Yoga, se formó para ofrecer esa faceta a sus estudiantes de gimnasia. Siempre una persona pensando en cómo seguir perfeccionándose y eso también es algo súper importante, porque en mi carrera estás todo el tiempo estudiando, nunca estás al día con todo porque el conocimiento se va generando de manera muy rápida. Así que creo que eso también se lo debo a ella, el amor por el estudio y la aspiración a incorporar más conocimiento, a ir actualizándome.
"Actualmente soy investigadora del Conicet, me especialicé en un campo que se llama inmunología que tiene que ver con el estudio de las defensas del organismo frente a patógenos que nos infectan y, en particular, mi fuerte de estudio sobre la tuberculosis, que es una enfermedad contagiosa causada por una bacteria que afecta principalmente los pulmones pero puede atacar cualquier órgano del cuerpo".
"Arrancar con el estudio de la tuberculosis fue muy significativo para mí porque siempre tuve mucho interés por cuestiones sociales. Cuando empecé a estudiar biología, en paralelo empecé a hacer un profesorado para ser maestra, hice prácticas como maestra rural y estuve en contacto con poblaciones vulnerables. En el Chaco tuve la experiencia de poder, por ejemplo, cómo el mal de Chagas afectaba a la población y eso me llevó a que mi interés vaya por el lado de enfermedades infecciosas que impactan especialmente a poblaciones vulnerables, por eso me decidí por la tuberculosis.
¿No es la tuberculosis una enfermedad frecuente mucho tiempo atrás?
-En realidad hay como un imaginario colectivo sobre que la enfermedad ya está superada, de que era algo del pasado. Porque, ciertamente es verdad que nos acompaña desde hace miles y miles de años, la realidad es que un poco la escondemos debajo de la alfombra, porque es muy estigmatizante y está muy asociada a sectores vulnerables, es un problema de salud actual y súper importante no sólo en Argentina, sino en el mundo: muere arriba de un millón y medio de personas por año a causa de tuberculosis, entonces estamos hablando realmente de un problema de trascendencia y escala sanitaria muy importante.
¿A qué apunta tu trabajo con respecto a la tuberculosis?
-La tuberculosis es una enfermedad que llamamos crónica, es decir, que es muy prolongada en el tiempo. A pesar de que causa toda esta mortalidad, es una enfermedad tratable y curable. ¿Por qué igual hay tantos casos? Porque requiere de un tratamiento muy extendido en el tiempo: de mínima, para los casos más sencillos, se requiere seis meses de tratamiento con un cóctel de antibióticos que, obviamente, al ser fármacos tienen sus efectos adversos asociados, y eso hace que muchas personas, cuando empiezan a sentir una mejoría, abandonan el tratamiento. Por aparecer en poblaciones vulnerables, hay problemas de todo tipo para sostener tratamientos tan prolongados, y eso hace que haya mucha falta de adherencia, hay recaídas, hay abandonos, entonces la tasa de curación no es tan buena como debería. Entonces, uno de los focos de estudio tiene que ver con tratar de generar tratamientos más eficientes y reducidos en el tiempo, y el otro tiene que ver con la prevención y ahí es fundamental que tengamos una vacuna.
"Actualmente tenemos la vacuna BCG contra la tuberculosis, es la vacuna más antigua que tenemos en vigencia (tiene 102 años) y es la primera que le dan a los chicos apenas nacen. Se aplica en países endémicos para tuberculosis, que tienen muchos casos, y es re importante que se dé porque protege a los más chiquititos de tener formas de la tuberculosis, que los niños son muy severas. Sin embargo, lo que ocurre con esta vacuna, es que cuando las personas se vuelven adolescentes y adultos, la eficacia baja mucho. Esta vacuna es muy importante porque protege a las infancias pero no termina siendo una solución para los adultos. Entonces, se está trabajando también mucho en investigación para tratar de encontrar una alternativa superadora a la BCG, que nos permita tener una protección más extendida en el tiempo".
¿Cómo es hoy en día ser mujer dentro de la comunidad científica?
-El trabajo científico es muy demandante, de tiempo completo, que requiere muchísima formación (nosotros estamos todo el tiempo especializándonos) y que uno el foco de uno tiene que ver con resolver problemas, desafíos, por eso te ocupa la cabeza permanentemente. Es una tarea que es una vocación, es una pasión, de tiempo completo. Al mismo tiempo, una es mujer, a veces mamá, es persona, tiene una vida. A diferencia de otros trabajos, en donde uno tiene un horario de inicio y de fin, con tareas con límites más definidos, en la investigación todo se superpone un poco más, entonces se plantea un gran desafío, el tratar de tener una vida balanceada. En mi caso soy, además, mamá, tengo dos nenes chiquitos (de seis y cuatro años) y sostener este ritmo (que además como investigadores estamos permanentemente bajo evaluación) por la misma pasión que tenemos y, otro poco, por los requerimientos del sistema científico, tenemos que sostener este ritmo.
"Hay muchas mujeres trabajando en ciencia, pero pasan dos cuestiones fundamentales: una, que no en todas las disciplinas hay mujeres. Hay disciplinas que, en apariencia, tiene ambientes más masculinos. Por ejemplo, matemáticas, ingeniería, bioinformática, o sea, son áreas que tal vez por falta de difusión respecto del tipo de tareas que se hacen, no hay tantas mujeres y es una pena porque también la mirada femenina aporta más diversidad de preguntas que uno se puede hacer, entonces por ahí estamos siendo un poco sesgados en algunas áreas".
"Después ocurre (no sólo en el ámbito científico) es que, a medida que vamos creciendo en rango jerárquico, las mujeres somos menos representadas. Seguramente, por falta oportunidades, no pueden avanzar tanto o a la misma velocidad que los hombres".
¿Qué creés que debería cambiar para que esto se equipare un poco?
-Hay algunas iniciativas tendientes a igualar oportunidades, lo que para mi criterio falta, es que esas iniciativas vayan un poco más a lo estructural y no tanto en lo urgente. Obviamente, en una situación de necesidad, uno trata de resolver y primero lo urgente, pero bueno, después se tienen que sostener en el tiempo con cambios estructurales. Por ejemplo, algo fundamental, que tengamos acceso a guarderías. Yo con mis hijos, me sacaba leche, la llevaba, un montón de cuestiones de muchísimo tiempo asociado, energía, cabeza, que te consume para algo que realmente incluso tiene una razón de ser de salud. No es lo mismo alimentar a los hijos con leche materna que con fórmula, si una tiene la posibilidad de hacerlo. Que estos cambios sean más transversales, tomados como ejes del país.
¿Cómo fue el pasaje entre esa Luciana chiquita que juntaba bichos y la inverstigadora del CONICET?
-Por un lado, lo que te decía de tomar contacto con sectores marginales, a través de distintas actividades que fui haciendo, sobre todo a partir de la adolescencia, que me hicieron concientizarme de que, por ejemplo, el acceso a la medicina no era algo tan común como pensaba. Que en zonas remotas hay muchísimas dificultades para acceder al sistema de salud y que a veces, cuando llega, ya es tarde y muchas cuestiones que se podían resolver de manera más rápida y eficiente, terminan agravándose. Y empezar a entender cómo a la ciencia como motor de cambio, para tratar de resolver problemas. Como toda adolescente una tiene sus utopías y sus ganas de cambiar el mundo, y creo que eso lo fui sublimando y es lo que me sostiene el espíritu del trabajo que hago día a día, de poder realmente impactar en la sociedad y, en este caso, mejorar este aspecto de la salud.
¿Cómo es el trabajo, el contacto, con tus pares varones?
-En general, debo decir que el contacto y la relación es muy buena. Tenemos contacto con colegas de todo el mundo y eso también es un desafío, porque estamos hablando de otras culturas, donde en algunas de ellas, la mujer tiene un rol rezagado. Y me ha tocado interactuar y creo que también algo que uno lo va aprendiendo por ahí, con la vida y con el contacto de los colegas, es cómo en esta interculturalidad, tener un diálogo respetuoso. Y que todos esos sesgos no dejen una impronta, de un lado o del otro. A mí a veces me enorgullece como científica en latinoamericana mujer participar de disertaciones y demás, la mayoría son en inglés y demostrar 'acá se para una latinoamericana, del sur del mundo, a hablarnos de algo'. Y, lo mismo, trato de ser respetuosa, cuando escucho.
"Hay un punto importante que tiene que ver con la resistencia a las críticas: en el ámbito científico estamos expuestos a las críticas permanentemente porque es para nosotros el motor. Nosotros crecemos con la prueba y error, y con el disenso y con la reformulación de hipótesis. Para nosotros recibir críticas es el abc de todos los días claro y eso, a veces, puede ser chocante. También ahí hay un aprendizaje: una como receptora de ese mensaje, tratar de tomarlo en positivo. Y cuando a uno le toca hacer la crítica, que sea desde el lado constructivo".
"A veces pasa, cuando intervienen mujeres y se les hacen críticas, a veces se escapan algunos comentarios que no corresponden. Pero creo que hay mucha más conciencia en general y también hay otros colegas que, incluso, intervienen, sin que sea tal vez una mujer la que tenga que levantar la voz".
"En este sentido, la ciencia creció mucho, porque se está reconociendo la labor de las mujeres en muchos descubrimientos que antes solamente se asignaban a los hombres... todos los Premios Nobel y demás, siempre figuraban hombres. Bueno, ahora se está empezando a tener en cuenta que también hay mujeres detrás de todo esto con roles protagónicos".
¿Ves una evolución desde tus comienzos al presente, en este sentido?
-Voy a contarte una experiencia personal, cuando inicié una de las primeras becas como estudiante a las que apliqué, en una de las entrevistas me llegaron a preguntar si yo tenía intenciones de quedar embarazada prontamente. Hoy en día, simplemente lo digo, y ya la gente se da cuenta de que es fue desubicación. Y, en ese momento, yo lo recibí de manera rara, pero hasta me lo cuestioné, uno está recién iniciándose. Y hoy lo veo con otra perspectiva y, gracias a Dios, con mucho aprendido y me doy cuenta de cómo, en algunas cosas, hemos dado pasos en firme hacia adelante... en otras todavía estamos intentándolo.
¿Cuál sería tu consejo para una chica que está estudiando o que quiere estudiar y que se quiere meter en el campo de la investigación?
-Lo que más me sirvió para manejarme y para crecer en este campo, por un lado tiene que ver con la perseverancia, estamos trabajando en un contexto difícil desde el punto de vista económico, difícil en todo sentido, entonces la ciencia no escapa a eso. Es trabajar con mucha persistencia y con mucha perseverancia, resiliencia, porque en nuestro trabajo diario lo que más hacemos es fallar... tienen que cambiar el concepto de lo que es el error. El error tiene que ser una instancia de aprendizaje, no algo que nos paralice. Y, en eso, las mujeres tenemos mucho el tema de la culpa.
"No hay prototipos, no nos falta ningún gen para poder hacer esta tarea de manera extraordinaria ni tampoco es un impedimento para poder desarrollarnos como mamás, como mujeres, hay que cambiar un poco el concepto del científico como un Einstein aislado, loco, despeinado, por un concepto de persona más integrada, más balanceada".
"Me sirvió mucho rodearme también de un círculo no necesariamente también científico, mantener mis vínculos de toda la vida: mi club de barrio, mi deporte... juego al vóley. Aparte de que me enseñó un montón, porque la competencia también te ayuda mucho a esto de 'bueno me salió mal, me preparo para la próxima', te da mucho esa resiliencia que súper necesaria. De esperar tu turno, de saber que a veces te toca estar en el banco, a veces no. De conocer otras personas: la investigación es un trabajo desde hace, eminentemente, en equipo. A veces sale destacada una persona, el Premio Nobel, pero todo es una construcción colectiva. Entonces, también en eso, tener las características de saber trabajar en grupo es fundamental. No va el científico que trabajaba solo, en este mundo globalizado, no va. Hay muchas cosas que uno que uno va también formando y atemperando con el tiempo y con la vivencia.
Cuando te estás por ir a dormir, que terminó tu día, con todos las vaivenes y ocupaciones ¿Podés creer que te tocó asumir todos esos roles distintos en un mismo día?
-Siempre digo, me levanto siendo mamá, me después me transformo en científica, vuelvo a ser mamá hacia la hacia la tarde noche y luego soy deportista. Sinceramente me siento privilegiada y afortunada porque trabajo de algo que me gusta, no todo el mundo puede sentir eso. Es una de las cosas que más me permiten dormir tranquila. Cuando llego a mi casa, soy una persona normal, hay días que los chicos se portan mal, que los tengo que retar, que me sale tomar en el trabajo, que son días y días. Pero lo que me permite seguir caminando es saberme privilegiada por poder trabajar de lo que me gusta. Porque tengo una familia que me apoya y me permite, por ejemplo, hacer viajes durante el año de índole profesional, no me siento limitada, y eso es un beneficio y un privilegio que que no sé si tantas mujeres lo tienen. Antes de irme a adormir me siento agradecida.
¿Cómo es tu equipo de apoyo?
-El capitán, el número uno, mi pareja (risas), en el arco, atajando los pelotazos, mi mamá... es re importante eso tener una red de contención, sobre todo cuando a veces el Estado no llega a suplir ciertas cuestiones. Y, además, que te que te permitan desarrollarte sin hacerte sentir culpa. A veces me toca viajar, el año pasado creo que tuve siete viajes (lo cual es bastante) y teniendo en cuenta que tengo dos nenes de seis y cuatro años, no sólo que tengo el apoyo en este caso, bueno de mi pareja, sino que además me hace viajar tranquila, eso es un montón. Porque hay otras parejas que después de decirte 'sí', si te llaman todo el tiempo, te vuelven loca. Yo sé que puedo realmente avocarme y va a estar todo bien. Y son oportunidades que a veces realmente se dan una vez en la vida. Tuve la posibilidad de este año de viajar a Ruanda y jamás en la vida me hubiera imaginado que hubiera sido posible porque bueno, a través del trabajo y demás, uno consigue financiación del exterior. La mayoría de los viajes que yo puedo lograr son por financiación que uno va consiguiendo fuera del país. Al principio, como mujer, las vivía con un poco de culpa y después, gracias al diálogo también con mi pareja, lo empecé a ver de otra manera, de decir 'bueno, yo también les estoy dando una enseñanza a ellos'. Porque ellos son dos varones, el día de mañana van a ser o padres, parejas, esposos, maridos, lo que sea, y a mí me gustaría que den las mismas posibilidades para que su pareja, su hija, lo que sea, se desarrolle profesionalmente y, cuando ellos lo requieran, también puedan pedir ese apoyo.
Fotos: Alejandro Carra @alejandrocarra
Video: Mailen Ascui @mailen.ascui
Edición de video: Candela Petech
Mk y pelo: Flor Canals @florcanalsmkp
Producción: Lucila Subiza @lucilasubiza
Esta nota fue realizada en la biblioteca de la Academia Nacional de Medicina
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