Yojary es una trabajadora sexual trans peruana que llegó a la Argentina en 2007 buscando otro tipo de vida, ya que en su país de origen vivía con su familia en situación de pobreza. Se la nota muy frágil. Se quiebra y llora a lo largo de toda esta entrevista.
Otro año más celebrando el amor sin límites y la libertad de poder ser uno mismo junto a @jeanpaulgaultier 🌈 #GaultierLovesPride #JeanPaulGaultier
Padeció y sigue teniendo una vida realmente difícil. Actualmente, vive en el barrio porteño de Constitución, donde dice que sufre violencia, maltrato, hostigamiento y persecución policial.
La infancia de Yojary en Perú: "Me decían que las personas distintas eran malas"
- ¿Cómo fue tu infancia en Perú?
- Recuerdo que cuando tenía 5 o 4 años me enamoré por primera vez de un chico. En ese tiempo, mi familia solía decir que las personas "distintas" eran malas, que se iban a morir solas y todo eso me asustaba. Además, me decían frases tales como "caminás como una niña", pero ¿qué es caminar como un varón?...
Tenía 9 años cuando entró un nuevo compañero en la escuela y fue un flechazo. Lo vivía de callada, pero por dentro sentía un arcoíris. Lo malo era que no lo podía expresar.
A medida que fui creciendo, mi familia se fue dando cuenta de quién realmente y por eso comenzaron a maltratarme psicológicamente.
Me sentía cada vez más confundida, sentía algo que no veía en el espejo. Mis padres no me llevaban a las fiestas porque les daba vergüenza. Ellos pensaban que no me daba cuenta. Mi familia no quería realmente que yo sufriera, pero no eran los modos. No les echo la culpa porque no sabían cómo tratarme.
Por ello, felicito y aplaudo la niñez trans que existe en la Argentina. Todo esto ayuda a que las personas no sufran desde tan chiquitas y que tengan herramientas para poder sobrevivir, para que no existan violaciones, secuestros. Es bueno tener un sitio en donde la madre pueda tener herramientas para saber cómo guiar a su hijo o a su hija. Antes no había nada de eso.
- ¿En qué momento le contaste a tu familia?
- Cuando tuve 14 años mi mamá se enteró, pero por boca de mi tío. Ella me agarró y me dijo que teníamos que ir al hospital para que me dieran hormonas masculinas. Entonces, lo primero que hice fue armar mi valija para irme de mi casa, pensé que ése era el precio tenía que pagar. Sin embargo, a medio camino, entendí que no debía huir de mis problemas y que tenía que afrontar la vida.
Volví a mi casa. Me llevó a un psicólogo, que le dijo que tenía un problema psicológico y que debía tratarme tres veces por semana. Me negué a seguir el tratamiento, después de eso, mi mamá finalmente entendió la situación.
Fue como traspasar una membrana, como respirar, ya que con todo lo que me habían dicho desde chica, sentía que no podía. Después, fue como un arcoíris, como un "bienvenida a la familia". Ahí, empezó la aceptación. También, tuve que enseñarle a mi mamá a que me viera como una mujer trans, acostumbrarla a que me llamara por el nombre que yo había elegido para mí.
A mí me crió mi padrastro, que es una persona maravillosa, fue el primero que me apoyó. Desde ahí, fui muy feliz, muy aceptada. Mis hermanas, mis tíos, todos me aman. Por eso digo que hasta la adolescencia fue un infierno. Luego, mi mamá me empezó a prestar su ropa, me compraba cosas de mujer, nos enseñamos mutuamente.
El presente de Yojary en la Argentina
- ¿Cuándo decidiste venir a la Argentina?
- Vine en el 2007 a mis 26 años. Sin nadie. Acá estoy sola. Estoy con mis compañeras del sindicato, que en el 2019 nos abrió los brazos a las mujeres trans trabajadoras sexuales del barrio de Constitución. Hay otra parte del colectivo que se cierra al pensamiento de las mujeres trans y que optan por no reconocer el trabajo sexual.
- ¿En qué sentido se cierran?
-Como Constitución es una zona de mucha migración, está esa mirada xenofóbica, piensan: "A ellas no hay que invitarlas". Acá, se quedó en los años 80. La policía nos dice "travestidos", nos sacan nuestro dinero, nos hacen procedimientos, nos dicen que no podemos tener más de treinta mil pesos en el bolsillo o sino nos lo roban. Y esa es una verdad que mucha gente no lo sabe.
Tenemos un sindicato, que se llama La Casita Roja. En 2019, nos ayudó y considero que, si no hubiese sido por ellos, las chicas de Constitución nos habríamos muerto, sobre todo, en la pandemia. Nuestro peor enemigo es la policía porque fuimos su caja chica durante años: te vienen con códigos contravencionales, hacen operativos, te persiguen y, como ahora sabemos más sobre nuestros derechos, se ponen en nuestra contra.
No puedo ser libre en mi propio barrio, en donde alquilo y trabajo. Vivimos reprimidas, nos hacen sentir como si fuéramos narcotraficantes, cuando no tenemos ni para comer. La plata no nos alcanza, entonces tenemos que juntarnos para poder alquilar una pieza en un día de frío o de lluvia. Sin embargo, si pudiese volver a elegir, sería una mujer trans porque, gracias a todas las cosas que tuve que atravesar, me volví más fuerte.
- ¿Y con quién pueden ir a denunciar todo lo que les sucede?
- Tenemos La Casita Roja, asistentes sociales para concientizar a la trabajadora sexual sobre sus derechos. El sindicato junto con La Casita Roja también regularizó el estado migratorio de muchas compañeras que estaban sin DNI.
Por otro lado, tenemos un comedor comunitario para las personas que a veces no llegan con el dinero y así pueden tener algo que comer, sentarse a tomar un café, a conversar. Muchas quieren que las escuchen.
- ¿Ves diferencias entre el machismo y la discriminación que se vive en la Argentina y en Perú?
- Perú es un país muy machista y, en cambio, en la Argentina hay personas conscientes que ven más allá de lo que cualquiera puede ver. No se meten en la vida de nadie, podés ser lo que querés ser, no te juzgan, no te eñalan.
- ¿Qué le dirías a esa Yojary de 14 años que temía que la echaran de su casa por expresar quién realmente era?
- Me gustaría decirle que su nombre siempre va a estar ahí, que nunca lo voy a borrar y que acá estoy poniendo el hombro, siendo siempre la misma. Quiero decirle que no la deterioré, que se sienta orgullosa, que la escucha mucha gente, que aprendió muchas cosas, que algún día se va a encontrar con ella, y la va a abrazar mucho y le va a agradecer por haber vivido.
Suscribite al newsletter de Para Ti
Si te interesa recibir el newsletter de Para Ti cada semana en tu mail con las últimas tendencias y todo lo que te interesa, completá los siguientes datos: