Natalia Gherardi es quien protagoniza este capítulo de Las Elegidas. A sus 52 años, esta abogada feminista y docente se desempeña como la Directora Ejecutiva de una organización que trabaja para "alcanzar la equidad de género a partir de acciones de incidencia, trabajo en redes y el desarrollo de capacidades de actores políticos y sociales, con el fin de mejorar la situación social, política y económica de las mujeres", el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).
Con una inclinación social y por el bienestar de otras personas que, asegura, comenzó a percibir siendo muy chica. Luego, cuando fue momento de empezar la Universidad, creyó que a través del Derecho podía llegar a hacer varias cosas. Y vaya que las hizo (y las sigue haciendo).
El sitio elegido para la nota es su lugar de trabajo, ese que comparte con su equipo íntegramente compuesto por mujeres, a quienes describe como "diversas entre nosotras, de distintas profesiones, distintas edades, distintos lugares geográficos del país", con orgullo.
La charla comienza con la pregunta si, cuando tenía 10 años de edad, ya tenía algún indicio de que se dedicaría a algo relacionado con lo que hace en la actualidad: ejercer el Derecho de una manera no tradicional.
"Creo que nos vamos construyendo a lo largo de la vida y, si pienso en mí a los 10 años, no tenía mucha idea y mucha dimensión de las cosas que se podían hacer. Pero sí creo que tenía claro una cierta inclinación social, por el bienestar de otras personas. Y eso es algo que uno vive en la familia, en el círculo de amigos, en la escuela. Creo que que ahí hay un germen: familia numerosa también y los roles en la familia. Pero yo diría que tal vez, ahí estaba ese germen de preocupación más allá de mi propia realidad", analiza.
Una carrera "tradicional" con un camino diferente
Hay que tener una forma de pensar bastante original para querer estudiar una carrera e imaginar un trayecto profesional diferente al prescripto. Natalia Gherardi lo tenía porque, según cuenta: "Elegí la carrera de Abogacía sabiendo que no quería hacer una clásica abogada. Que lo que no quería hacer era tener un estudio para que venga un cliente, una clienta y ejecutar un pagaré ni hacer caso de familia. El ejercicio clásico de la profesión era lo que sabía que no quería hacer y, paradójicamente, ¡era lo único que te entrenaban para hacer en la Facultad!", recuerda.
Quizás por ello, revela: "Transcurrí la carrera con bastante frustración, de decir 'claramente la persona equivocada, acá soy yo'. Pero había mucho del Derecho que me parecía interesante y sabía que tenía que haber alguna otra forma de ejercicio que no estaba conociendo, pero que ya iba a llegar" y cuenta que lo que más le entusiasmaba de la carrera "era la amplitud que te daba, algo que me había sugerido a mi padre. Me acuerdo que dijo: 'Desde el Derecho podés llegar a ser casi cualquier cosa'. La verdad es que no imaginé que tanto".
La mirada amplia, la revelación, eso que ella buscaba, vino de la mano de una beca y de un viaje. Natalia realizó una Maestría en Derecho, por la London School of Economics and Political Science.
El Derecho "es una carrera muy amplia, siempre me gustó investigar, escribir, crear. Y el Derecho te da esa posibilidad. No te entrenaban -en ese momento- tanto en la UBA para hacerlo. Eso lo aprendí después con la oportunidad que tuve de una beca en Gran Bretaña. Allí descubrí una mirada totalmente distinta desde las políticas públicas, mezclado con política social y, en esa intersección, descubrí el feminismo jurídico, algo que en Argentina -por supuesto- existía, sólo que no había sido parte de mi formación".
Manos a la obra: mucho que hacer por el feminismo jurídico
Natalia continúa relatando cómo comenzó su camino luego de hacer descubierto cuál tenía que ser su rumbo: "Cuando volvía a Buenos Aires, vine decidida a buscar cómo hacer aquello que había encontrado y que me parecía tan fascinante, tan interesante y quiénes hacían eso que yo quería poder aprender a hacer. Y así es que conocí un grupo de mujeres y de profesionales maravillosas, con las que fuimos generando confianza, y con algunas muchas amistad, y en el año 2003 creamos ELA".
Claro que el feminismo no era novedad, pero aplicado a lo jurídico el camino recién comenzaba. Y ella tenía muchas ganas de recorrerlo. "El feminismo es tan antiguo como la humanidad y el feminismo jurídico, que es bastante más reciente, no estaba presente en las facultades de Derecho. Que hoy sí está, hoy cambió bastante la forma -como muchas profesiones- hoy dentro de la Facultad de Derecho podés encontrar un montón de materias y docentes, que desde diferentes disciplinas, te muestran el impacto de la desigualdad de género en el Derecho, en el Derecho de Familia, en el Derecho del Trabajo, en el Penal".
Actualmente, la realidad es muy diferente de la que Natalia vivió en sus años de estudiante: "Hoy eso lo puedes estudiar desde joven, además de que hoy lo ves en la sociedad y lo lees en el diario, pero hace 30 años eso no estaba tan a mano, si no tenías la oportunidad de haber conocido a alguien".
"Eso es lo que yo volví a buscar, que seguramente existía, que es que existía en América Latina y en Argentina, pero yo no había tenido oportunidad de conocerlo. Y de esa búsqueda nació el vínculo con algunas mujeres con las que formamos después esta organización".
"Bastante tiempo después decidí yo dejar el ejercicio de la profesión como la venía ejerciendo y dedicarme 100% a dirigir esta organización, a hacerla más fuerte, hacerla crecer y a proyectarse bastante más como hicimos en los últimos días 15 años".
Natalia está al frente de ELA desde 2014, quien la precedió fue la también abogada y socióloga Haydeé Birgin, también una de las fundadoras de la institución.
Una organización de mujeres que trabaja por el feminismo jurídico
ELA integra una alianza de instituciones feministas latinoamericanas presentes en seis países de la región: además de Argentina, con Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y México. En cuanto a su labor, cuenta Natalia Gherardi, "hacemos investigaciones para producir datos que permitan ayudar a modificar o a construir mejores políticas públicas" con una mirada sobre los problemas abordados desde "una dimensión estructural para ofrecer respuestas generales".
Por otro lado también trabajan "en capacitación, en formación a instituciones públicas, privadas, al Poder Judicial, a grupos de mujeres, con sindicatos, en diferentes articulaciones con esa convicción de que el trabajo colectivo permite multiplicar el alcance".
A través de sus vías de comunicación, reciben consultas y pedidos de información, de acompañamiento en ciertos casos. "Procuramos siempre dar respuesta o ayudar a buscar una respuesta que sirva para cada caso. Si bien no somos una organización con capacidad de recibir y atender consultas en una respuesta directa, procuramos derivar, acompañar, hacer diferentes estrategias, litigio estratégico de casos puntuales que puedan servir para amplificar una situación más general".
En su amplia red, "trabajamos con otras organizaciones más diversas todavía, de colectivos de mujeres travesti-trans, de organizaciones de mujeres con discapacidad, organizaciones de mujeres campesinas o rurales o de pueblos originarios. Procuramos generar proyectos que nos permitan articular con otras organizaciones, que le den más amplitud y más diversidad y más alcance a lo que queremos hacer".
Todas las conquistas que ustedes van logrando, sentando jurisprudencia ¿Va torciendo el camino?
-Yo creo que sí... A veces parece un poco desestimulante y frustrante, cuando ves que hay problemas muy centrales que siguen sin resolverse. Los primeros diagnósticos que hicimos, de cuál es la situación de acceso a la justicia, las dificultades, las barreras que tienen mujeres en situaciones de violencia para lograr la protección de sus derechos, eso lo vimos hace 15 años. Lo mirás hoy y ves muchas barreras que siguen igual, con muchos problemas que siguen irresueltos. Y eso puede ser muy frustrante y, sin duda, muy grave para la vida de muchas mujeres, de muchas personas.
No obstante, no es poco lo que se ha obtenido en tantos años de trabajo, por eso remarca Natalia: "No hay que frustrarse, al punto de pensar que nada de lo que hemos hecho ha servido, por el contrario: hay muchas cosas que fueron mejorando. Hay una conciencia de derechos distinta en la población, hay generaciones nuevas que cuestionan fundamentalmente el lugar de sometimiento o de sujeción o de de vulnerabilidad que, en otras generaciones, se tomaba como dado. Hoy hay un revelarse frente a eso y una búsqueda activa y colectiva de herramientas. Y eso es lo que se fue creando en estos últimos años de movilización, de feminismo, de mayor permeabilidad de la agenda en tantos lugares".
¿Cuáles fueron algunas de esas conquistas, según tu visión?
-Creo que hay pasos importantes que se fueron dando, de conquistas de leyes, de temas que se van haciendo fuertes en la agenda. El tema de violencia es un tema ineludible de una agenda pública: está claro que los temas de violencia de género, que los femicidios son un tema público. Que la autonomía económica es muy importante para lograr la vida en libertad, en todas las dimensiones.
"Está clara la forma de desigual en que se distribuye el cuidado en las familias, cómo las mujeres nos sobrecargamos con más responsabilidades de cuidado hacia hijos e hijas pero también hace padres mayores, dentro de las familias, entre generaciones. Eso tiene un impacto en la capacidad de la mujer para dedicar el tiempo a otra cosa, por lo menos, a estudiar, a formarte, a trabajar, a ganar dinero, a descansar, al ocio ¿no? Bueno claramente esa sobrecarga en el tiempo de cuidado tiene un impacto en el bienestar presente y futuro de las mujeres y de las próximas generaciones. Todo eso hoy está claro, por lo menos tratamos de ponerlo bien sobre la mesa y bien explícito, de una forma que antes no sucedía".
Ph: Diego García @fotos_diego
Video: Candela Petech @ph.candela
Producción: Lucila Subiza @lucilasubiza