Patricia Sosa está viviendo un gran momento personal y profesional. Recuperada de un episodio coronario leve pero que la preocupó -tuvo un episodio de arritmia y en agosto fue operada-, la cantante y compositora sube cada noche al escenario para actuar en "Perdidamente", la obra de José María Muscari.
A punto de cumplir 66 años el 23 de enero, Sosa tampoco dejó de lado su carrera musical: festejará su próximo cumpleaños con un recital en la calle Corrientes. Entrevistada por María Laura Santillán para Infobae, la esposa del productor Oscar Mediavilla contó que "quiere festejar la vida".
"Estuve mucho tiempo parada, mucho tiempo sin hacer nada. Compuse, estuve arriba de la montaña, estuve abajo de la montaña, hice streamings y el público presencial, el ida y vuelta, no estaba. Y dije 'festejo mi cumpleaños'. Quiero festejar la vida, la salud, quiero festejar que estamos bien y quiero estar con la gente. Festejemos juntos. Estoy contenta", expresó en la citada entrevista.
Patricia también reveló que no le preocupala edad y que se siente con mucha energía. "Yo tengo una energía muy para arriba. A veces no me doy cuenta de la edad que tengo. No me preocupa", explicó.
"Me ocupo de estar sana, de alimentarme bien, de salir a caminar. Pero tampoco me vuelve loca si tengo un kilo de más, un kilo de menos, o si estoy peinada o despeinada, ya me acostumbré. No soy una loca de la estética. Y entonces eso me da más libertad. Me deja más cómoda", dijo.
Sin miedo al deterioro
Con respecto a su rol en la obra de Muscari, donde se habla del Alzheimer y del deterioro del paso del tiempo, Patricia recordó lo que vivió con su papá, que tuvo cuatro ACV. "Hay que ser muy inteligente para escribir una obra sobre este tema y que la gente salga riéndose, comprendiendo muchas cosas y con lágrimas en los ojos, se logra todo", contó.
"Yo lo viví con papá, al final tenía raptos de demencia senil. Y aprendí a tratar a la gente así. 'Te quiero y no te combato porque te olvidaste de algo'. Me acuerdo que una vez papá estaba tomando sopa y tiró todo el tazón de sopa al piso. Y mamá y yo '¡No, qué estás haciendo!'. Me acuerdo de su mirada de niño cuando lo retás y no entiende. Lo llamé al médico y me dijo que tenía que entender que hay cosas que se le borraron del chip. Ahí empecé a entender y a explicarle. Cada vez que sucedía algo, explicarle. Yo no le tengo miedo a nada de eso", explicó.