La boda entre el príncipe Alberto de Mónaco y la ex nadadora olímpica Charlène Wittstock no solo supuso el principio de una historia de amor, sino la irrupción por la puerta pequeña de los humildes Wittstock en el rico principado europeo.
Uno a uno los Wittstock (especialmente sus hermanos Sean y Gareth) han ido ocupando un lugar en el entramado social y laboral de La Roca, una posición que se tambalea si la frágil Charlène no regresa a sus funciones principescas, esas que ha dejado relegadas al olvido desde hace ya más de un año.
Sean y Chantelle Wittstock, los pilares de Chàrlene en Sudáfrica
Una cosa está clara: el universo Wittstock orbita alrededor de Charlène y su papel como princesa. La cuñada de Charlène, Chantelle Wittstock (esposa de su hermano Sean) era quien se encargaba de nutrir a los medios de las novedades sobre la princesa, su labor y su estado de salud.
Tanto Chantelle como Sean Wittstock (junto con colaboraciones puntuales de su padre Michael) son los artífices de la fama de la princesa monegasca en África. Ellos fueron el apoyo de Charlène durante su reciente estadía en Sudáfrica y la representaron en los actos de conmemoración de la fundación del principado cuando fue más que obvio que la princesa no estaba en condiciones de asistir a ellos.
También fueron los encargados de promocionar las imágenes de Charlène en Sudáfrica durante toda su estadía (incluido el cumpleaños de su hija Aiva Grace), para dar un poco de contenido a la cuenta de Instagram que ya por aquel entonces estaba claramente enferma y de publicar fotos inéditas de Charlène el pasado 23 de enero con motivo de su cumpleaños.
Su esfuerzo de relaciones públicas no solo resulta considerado, también les va en el sueldo. Antes de la boda de su hermana Sean Wittstock se presentaba a sí mismo como un hombre de negocios que había pasado por varias empresas y especializado en ventas que, además, sabía volar helicópteros. Ahora tanto él como su mujer trabajan para la delegación sudafricana de la Fundación Princesa Charlene de Mónaco que intenta mejorar la vida de la gente a través del deporte pero que el año pasado tomó una deriva más medioambiental al poner en marcha la campaña de protección de los rinocerontes que tanto dieron que hablar en su momento.
Gareth Wittstock y su vida en Mónaco como un Grimaldi más
El 19 de noviembre de 2021, fiesta nacional monegasca, Sean y Gareth Wittstock se asomaban por el balcón de palacio para saludar al pueblo asistente a las celebraciones de La Roca junto a los Grimaldi al completo. En aquel momento afirmaban en la revista People que tanto Gareth como Sean como Chantelle Wittstock se reunieron con Alberto de Mónaco y entre todos decidieron ingresar a Charlène en un centro privado y secreto por su salud (una decisión con la que la princesa estuvo de acuerdo). Los Wittstock en Mónaco, por lo tanto, hace tiempo que dejaron de ser artistas invitados en la vida de palacio para formar parte de ella de facto.
El papel de Gareth Wittstock, el otro hermano de Charlène, ha ido creciendo con el tiempo en el principado y lo apodan "el conde". Él, junto a su mujer Roisin (a la que conoció y con la que se casó en Mónaco) y sus hijas Kaia-Rose y Bodie, se han convertido en cómplices habituales de Alberto II, y los pequeños Jacques y Gabriella a lo largo de todo el año de ausencia de Charlène y muy especialmente en Navidad.
Al contrario que el resto de la familia, Gareth Wittstock tuvo claro desde el primer día que su futuro estaba en Mónaco. Vive en La Turbie desde que su hermana se casara hace ya una década. Si hay un Wittstock que tiene mucho que perder si Charlène no vuelve a Mónaco ese es Gareth. Su vida en el principado se lo ha dado todo, para empezar, a su mujer Roisin, a la que conoció en una cena organizada por amigos del príncipe Alberto.
En Mónaco, y bajo el paraguas del cargo de su hermana, se reconvirtió de informático a secretario general de la fundación de la princesa, actividad que desarrolla en una oficina a escasos metros del palacio que ha abandonado su hermana, en los Jardins d'Apolline.
En estos años demostró cuán seriamente se tomaba su tarea: se convirtió al catolicismo (la religión oficial del principado) y colaborado en varias acciones vinculadas a paliar las consecuencias de la pandemia, junto con la Familia Real monegasca. Los Wittstock se están esforzando mucho para que nadie olvide que Mónaco tiene una princesa, ¿pero resistirán en sus puestos hasta que Charlène esté lista para regresar?