Raffaella Carra tuvo dos grandes amores: Gianni Boncompagni, su primera pareja y autor de varias canciones de la diva italiana y Sergio Japino, el coreógrafo con quien compartió 30 años y fue su última relación formal.
Sin embargo, con ninguno de los dos se casó ni tuvo hijos. “El casamiento no me interesa, prefiero convivir, estar en pareja y hasta vivir en casas separadas”, dijo en varias oportunidades y concluyó. “Quiero ser una mujer eternamente libre”.
Ser madre o no: el gran dilema de Raffaella
Sobre los hijos tuvo más dudas. “Me hubiera gustado tener un hijo, pero cuando lo intenté ya era tarde. El médico me dijo que no podía”, explicó en algún momento.
Los allegados a la actriz y cantante aseguran que ella siempre priorizó su carrera y que, en varias oportunidades, los especialistas en fertilidad -que en los años ´70 y ´80 no eran tantos como en la actualidad-le habían pedido que hiciera un parate de 2 o 3 años en su carrera para poder realizar los tratamientos necesarios para ser mamá.
Raffaella eligió priorizar su carrera y esta decisión la convirtió en una mujer de avanzada: en aquella época, una mujer sin hijos, era una mujer no realizada. Ella no sólo se rió de estos comentarios: hizo lo que quiso y, obviamente, eligió otros caminos para concretar y consolidar su realización personal. Fue y será siempre una estrella indiscutida, una mujer libre y talentosa cuyo nombre dificilmente alguien olvidará.
Tuvo miles de hijos no biológicos
“No tuvo hijos pero decía siempre que tenía miles de ellos”, contó Sebastián Japino alguna vez -en alusión a los fans que la siguieron por el mundo- y fue, precisamente él (su último marido) quién ayer dio la noticia de su fallecimiento y nos regaló una gran definición de Raffaella: “Fue una mujer fuera de lo común pero dotada de una simplicidad sorprendente”.
