Como todos los domingos, el Papa saludó desde la ventana del Vaticano y tres horas después se internó para prepararse para una intervención quirúrgica programada de divertículos en el colon. Así lo quiso él. El Vaticano comunicó la noticia una vez que Francisco ya estaba en el Policlínico Gemelli de Roma, donde será operado por el Dr Sergio Alfieri, director de la Unidad Operativa de Cirugía Digestiva.
El comunicado generó preocupación mundial. La salud del Papa es delicada, es un paciente de riesgo considerando su edad (tiene 84) y teniendo en cuenta que a los 21 años sufrió una pleuresía aguda y los cirujanos tuvieron que extirpar parcialmente su pulmón derecho.
El periodista Nelson Castro en su libro "La salud de los Papas" cuenta en detalle los problemas de salud que ha sufrido Francisco. La cuestión pulmonar no es un tema menor.
"Corría 1957. Me hallaba cursando el segundo año de seminario en el Seminario de Devoto. Ese invierno había habido una fuerte epidemia de gripe que afectó a muchos de los seminaristas. Entre ellos estaba yo. Pero lo cierto es que mi caso evolucionó de una manera más tórpida. Mis otros compañeros se recuperaron en pocos días y sin ninguna secuela. En cambio yo seguí padeciendo un cuadro febril que no cedía", le contó el Papa a Nelson Castro, relato que el periodista transcribió en una nota en Perfil.
En el Hospital Sirio Libanés "el doctor Zorraquín, un destacado neumonólogo que, luego de revisarme, ordenó estudios de laboratorio y radiografías de tórax. En aquella época no había tomografía computada ni resonancia nuclear magnética. Al ver las radiografías, el especialista encontró tres quistes en el lóbulo superior del pulmón derecho. Había también un derrame pleural bilateral que me producía dolor y dificultad respiratoria. Por lo tanto, luego de analizar minuciosamente mi caso, procedió a la realización de una punción pleural para extraer el líquido", sigue el relato.
Luego tuvieron que operarlo para extirparle el lóbulo afectado "porque existía la posibilidad de una recaída". "La cicatriz de la incisión quirúrgica que me hicieron va desde la base del hemitórax derecho hasta su vértice. Fue una intervención cruenta. Según me contaron, se trabajó con el separador de Finochietto [se trata de un separador intercostal a cremallera que se usa en las operaciones torácicas] y se debió hacer mucha fuerza. Por eso, al recuperarme de la anestesia, los dolores que sentí fueron muy intensos", le contó el Papa a Castro.
Y prosiguió: "El posoperatorio también fue doloroso. Me dejaron un drenaje que estaba conectado a una canilla para que la presión negativa que se producía al abrirla generara un efecto de aspiración. Eso me producía un dolor muy fuerte, al igual que los lavajes con ampollas de suero que me hacía el cirujano cada mañana durante las curaciones. Eso fue lo más difícil".
Además, el Papa sufrió una delicada afección en la vesícula, y lo tuvieron que operar. "La intervención fue realmente difícil y riesgosa, ya que lo que tenía era una gangrena de la vesícula, que afortunadamente fue tomada a tiempo. ‘Un día más y su estado se habría vuelto extremadamente grave’, me explicó después el cirujano. Felizmente, el posoperatorio se desarrolló sin ninguna complicación y me pude recuperar en forma íntegra", le reveló Francisco al periodista.
Y también tuvo problemas cardíacos. "Tuve un preinfarto –o algo parecido– y que había una estrechez moderada de la coronaria descendente anterior. Me llevaron entonces al Sanatorio San Camilo, donde estuve dos o tres días en observación. Allí comencé ya el tratamiento con el cardiólogo, doctor Mario Roberto Kenar, quien incluso vino aquí a controlarme dos veces. Nunca más tuve síntomas cardíacos. Según me dijo el médico, la arteria se recanalizó", señaló.
El Papa pasó por muchas situaciones de salud complicadas en las que su vida estuvo en peligro de muerte, pero las superó. Ahora le espera una laparoscopía, una intervención mínimamente invasiva, que no debería poner en riesgo su vida. Sin embargo hay expectativa y preocupación.