Valeria Mazza no necesita presentación. A los 50 años, puede darse el lujo de hacer un balance de su vida y mirar por sobre el hombro la increíble carrera que hizo como modelo acá y en todo el mundo también, y la familia que logró formar con Alejandro Gravier. Hoy muestra esta vida en “Un sueño dorado”, la docuserie que se puede ver en Paramount+. Tuvimos la oportunidad, una vez más, de entrevistarla a solas y hacer una producción de fotos con ella.
-¿En qué momento de tu vida te encuentra este lanzamiento tan importante?
-Y en un momento muy bueno. Igual yo te diría que he intentado siempre hacer que todos los momentos sean buenos. Mirando para atrás, y ahora que he hecho un trabajo muy intenso de recordar, creo que cada etapa tuvo lo suyo. Desde los comienzos donde cuento sobre todo la soledad y la angustia de irme de mi casa, de venir a Buenos Aires, una ciudad que no conocía. Después empezar a viajar por Europa, Estados Unidos, llegar sin hablar idiomas, sin saber qué iba a pasar y, además, hace 30 años atrás, donde no teníamos la posibilidad de conectarnos, como tenemos hoy, entonces era tal vez una vez por semana poder hablar con mi familia.
Así y todo cuando pienso en ese momento, siento la satisfacción de la libertad que sentía, que tiene que crecer, con estar tomando tus propias decisiones. Por momentos, era muy angustiante, pero muy lindo también. Era una vorágine de estar todo el tiempo viajando, todo el tiempo arriba de una pasarela, arriba de un avión, cambiando de ciudades, de gente, ropa para salir acá, allá, idioma era como ¡wow! un torbellino. Y donde también me perdía un montón de cosas, como dice bien mi mamá: 'Tiene un costo', tiene un costo familiar.
Obviamente, cuando vos en la vida tomás un camino, hay cosas que quedan en otro. Esto de estar siempre lejos, de perderme un montón de cosas, fechas importantes, compartir con gente. Pero de cada época, como siempre digo, saco lo mejor.
Después vino el casamiento, después empezaron a venir los chicos, y yo ahora digo: '¿Cómo hacía?, ¡Por Dios!, ahora me angustia pensar eso... uno, dos, tres, cuatro, el cochecito, las valijas, los juguetes... No sabés la cantidad de valijas y valijas con las que nos movíamos. Cuando empecé a viajar con mi primer hijo, con Balthazar, agarré una niñera y una valijita y empecé a moverme y, en un momento, dije 'no, no puedo ni por mí ni por él'. Entonces decidimos hacer televisión y nos instalamos en Europa y hacer base ahí, que todo te queda cerca. Eso me llevaba dos días por semana laborales, y el resto podía moverme. Estuvimos un año en Madrid, dos años en Roma, después nació mi segundo hijo y nos instalamos en Milán. En un punto, era lo que había que hacer en ese momento y nos organizábamos. Alejandro tampoco se instalaba conmigo todo el tiempo porque nunca dejó de tener sus negocios acá, en Argentina. Siempre nos fuimos organizando.
Me encuentra en en un momento donde estoy disfrutando de todo el camino recorrido, en lo profesional y también en lo personal, con la familia que tengo. Hoy disfrutar de mis hijos grandes, un placer sentarte con ellos a la mesa, poder hablar de lo que quieras, verlos tomar sus propias decisiones, ver cómo ellos van empezando a hacer su propio camino.
La vida antes de ser la top model
-De las cosas que tuviste que soltar, está la natación... En la docuserie contás que dejaste de nadar cuando te diste cuenta que no ibas a llegar a los Juegos Olímpicos.
-En ese momento yo vivía para nadar: iba al cole hasta el mediodía, volvía a mi casa, almorzaba, dormía la siesta y me iba al club a entrenar durante tres horas. Desde muy chica, esa era mi vida en Paraná. Además, todos los fines de semana entrenábamos o teníamos competencia. En verano, entrenábamos a la mañana y a la tarde, mí me gustaba mucho. A una edad de 15, 16 años que empezás a pensar qué vas a hacer de tu vida. Y me gustaban mucho los chicos, ser maestra. Pensaba que me gustaba la psicología. A los 13 años había tenido una experiencia con Olimpiadas Especiales, que me encantó, entonces pensé que tal vez quería hacer algo con eso. Y de a poquito se fue metiendo esto de la modelo, de la moda, era una posibilidad.
A último momento cambié el rumbo pero también porque dije bueno, a ver, dentro de las posibilidades que tengo ¿qué es lo que voy a hacer, me voy a dedicar a nadar? El sueño olímpico siempre estuvo, era como lo máximo a lo que podés llegar y me preguntaba ¿voy a llegar? No, es un sacrificio. Por eso admiro tanto los deportistas porque entiendo perfectamente la disciplina, el entrenamiento, es una vida entregada a y, bueno, me encanta, pero bueno pude reconocer que no iba a ser mi camino.
-Fue una decisión muy fuerte, siendo tan chica...
-Cuando empecé a trabajar en el tema de la moda, me vine a Buenos Aires a probar, unos meses y vi que podía ser realmente una posibilidad laboral interesante. Entonces pensé en estudiar psicología pero me sinceré otra vez pensando que tenía que estudiar 5, 6 años, y no lo iba a terminar. Encontré terapia ocupacional, que es un poco de Psicología, un poco de medicina y la verdad que me encantó la carrera. Eran cuatro años, bueno y tampoco la pude terminar porque llegué hasta tercero, cuarto año, era todo prácticas en hospital y necesitabas la presencialidad y no la pude tener. Siempre trato de ver las cosas lo más claras posibles, tratar de no mentirme y tener en cuenta mis posibilidades, la realidad.
-Ese criterio te debe haber guiado en parte para lograr tu recorrido, ¿no?
-Yo siempre digo que tuve una familia que me dio valores muy sólidos y tuve la experiencia del deporte que me dio mucho también, que me sirvió para la vida. Yo aprendí mucho en la pileta, en ese momento obviamente no era consciente pero después sirvió para para todo lo que fui viviendo.
La disciplina y la competencia, esto de de competir siempre con uno mismo y el superarse, esto de disfrutar de dar lo mejor de uno, más allá del resultado. Saber que no siempre vas a ganar la carrera, es más, son muchas menos veces las que vas a ganar, entonces también es aprender a perder y disfrutar cuando tenés esos pequeños logros, que a veces en la pileta son segundos.
Los comienzos de Valeria en Para Ti
-Recordanos tu historia con Para Ti, tus primeros pasos de la mano de Alfredo Willinburg
-Yo lo conozco a Alfredo Willimburg cuando me presento para Miss Entre Ríos. Era el jurado estrella, en ese momento, Director de Fotografía de Atlántida, de Para Ti. Entonces, cuando termina él me da su tarjetita y bueno, después, cuando vinimos a Buenos Aires en uno de los viajes que hicimos -yo empecé a venir por Giordano que venía a hacer los videos moda "moviendo las cabezas" (eran flashes de 5 minutos en lo que era ATC)- y fuimos un día a Editorial Atlántida.
Llegué a esa puerta de reja enorme de la calle Azopardo, y recuerdo, con la tarjetita en mano, decir 'venimos a ver al señor Alfredo Willimburg'. Tenía 17 años y nos recibió. En ese momento estábamos charlando y aparece una productora, le dice '¡Alfredo tenemos un problema, me quedé sin la modelo!' y Alfredo me preguntó si quería hacer una foto.Y ahí hicimos la primera foto de Para Ti, que era para la última página, la "sorpresa de Para Ti", y así salió la primera foto.
En ese momento todavía estaba en el cole, volví a Paraná, terminé y de ahí me empecé a organizar para venirme cuando cuando terminara el colegio. Alfredo está en el documental, contó toda la historia todo y es más, hace dos días le mandé la invitación para que venga el lunes, no me contestó y me pareció raro. Cuando llegué acá, que hicimos las fotos, y yo lo nombré, uno de los chicos me contó que había fallecido. Me alegro enormemente que lo hayamos podido tener y que va a quedar de por vida documentado nuestra historia.
Me acuerdo la primera tapa de Para Ti. Yo estaba como con varias cosas en la mano, tenía unos regalitos (hace el gesto posando). En ese momento estaba estudiando, estaba yendo a la facu.
-¿Y la experiencia de la primera tapa de Para Ti, cómo viviste esa exposición?
-Y empezaste a salir en alguna revista, entonces te empiezan a ver y ya te empiezan a mirar distinto. Esto es lo que que me había pasado ya en Paraná en el cole. Empezás a sentir la mirada ajena. Yo quería demostrar de todas maneras que seguía siendo la misma, que no había cambiado. Y en ese momento, me afligía el tema del ojo ajeno y que la gente empezara a hablar. 'Ay, viste que hizo tal cosa, que se puso tal cosa, que dijo esto, que hizo lo otro, ya se la cree'.
Después, en la facu,... Nunca me voy a olvidar, iba caminando a la facu y veo la tapa de Para Ti y entré con un miedo, decía 'ahora qué me van a decir'. Después aprendí, con el tiempo, que uno no puede cambiar la opinión de la gente. Primero, cuando uno se expone, la gente tiene el derecho a poder opinar. Y la gente va a opinar lo que quiera, no te puede condicionar eso. Creo que me libré. Para que no me condicione, pero al mismo tiempo, me he sentido siempre como muy responsable de que todo lo que diga públicamente, tenés que pensarlo dos veces.
Más adelante, cuando tenía más entrevistas y era más popular, tenía sobre todo un público muy joven, que me estaba escuchando, entonces no podía hablar de cualquier cosa. Y también es verdad que cuando te ponen un micrófono, muchas veces te preguntan de un montón de cosas que decís, 'soy modelo, trabajo en la moda, ¿por qué me estás preguntando de política internacional?' Si empezás a contestar todo, empezás a patinar, entonces muchas veces es como mejor decir 'no sé' o no 'de esto no hablo'.
-¿Qué destacás de los noventa, la época de las súper modelos?
-En los 90, las modelos empezaron a ocupar lugares que, hasta ese momento, no habían llegado, lo mismo con los fotógrafos, los diseñadores. Fue como un boom, una época muy linda, una suerte poder haber estado en ese momento.
Para mí, siempre fue mi trabajo. Llego a mi casa, dejo los zapatos, me saco el maquillaje y soy mujer, soy mamá, soy hermana, soy hija, soy amiga, es mi trabajo, no es mi vida. Yo trabajo de modelo, no soy modelo.
Detrás detrás de cada foto hay muchísimo trabajo, detrás de cada desfile, pensar la cantidad gente que hay detrás para un solo vestido, para armar un desfile, para hacer una revista, hay un montón de procesos que la gente no los ve, que no se conocen. El esfuerzo, el trabajo, la pasión, la dedicación de un montón de gente.
-Cumpliste 50 años, ¿cómo vivís este cambio de década?
-Cumplir 50 para mí fue como repensar. Yo no soy de las que hago el qué pasó este año, qué me propongo para el siguiente, no soy muy de ese de hacer esos balances. Pero como que el 50 me dije ¡guau, qué número! Y empecé a pensar todo lo que había vivido todo y entonces dije ¿qué empieza ahora? Estoy en otra etapa de mi vida, donde tengo los chicos más grandes, donde dispongo de más tiempo, donde estoy más segura de mí, de lo que quiero, de lo que no quiero, de lo que me gusta y lo que no me gusta. Entonces dije bueno, quiero hacer televisión, que es como una cuenta que siento que me quedó pendiente. Decidí por empezar contando mi historia, me parecía una manerar de dejar legado, de contar esto de cómo se construye una carrera, de compartir mi historia con montón de gente que por ahí está soñando con empezar en el mundo de la moda o que está trabajando en el mundo de la moda o no, afuera
Volver a Paraná
Empezamos a filmar en Paraná, en mi fiesta de de 50. Empezamos por el final. Se propuso contar la historia empezando por la parte de la carrera, de ahí pasar a familia. Arrancamos por Paraná porque decidí hacer mi fiesta de 50 en Paraná y no fue por el documental. Empezamos a armar la fiesta y después le dije 'arrancamos ya'.
-¿Qué sentís cada vez que volvés a Paraná?
-Volver a Paraná es volver a reencontrarme con esa Valeria que iba al club, a la escuela con mis amigos. Para mí la escuela ¡era enorme! Y está divina, la verdad que está muy bien, la Escuela Normal Superior José María Torres. Pero no la vi tan grande como la sentía, como estaba en mi recuerdo, y volví a entrar al departamento que fue mi última casa en Paraná. Y volví a revivir un montón de recuerdos.
Yo tengo recuerdos tan lindos de Paraná. Nosotros somos de Rosario y cuando tenía cuatro años, en el 76 (época militar) Rosario estallaba, era un lugar muy complicado. Entonces mis padres tenían una posibilidad de ir a trabajar a Paraná y nos fuimos los cuatro. Y la verdad que mis recuerdos eran de ir caminando, con seis años, íbamos caminando mi hermana Carolina (dos años mayor) solas al cole, ir al club, teníamos una vida tan pacífica, tan libre, una vida linda. Eso me formó, tengo re lindos recuerdos, no he tenido grandes traumas, tragedias, dramas, me encanta ir a Paraná y reencontrarme con la Valeria chiquita.
-¿Qué pasaba cuando volvías a Paraná y eras Valeria Mazza, ya convertida en una estrella internacional?
-Para mí ese era mi trabajo, cuando vos empezás a meterte, bueno, llegué a Milán, compartí pasarela con estos grandes nombres, a trabajar con los grandes diseñadores, terminan los desfiles y empezás a hacer fotos con grandes fotógrafos para editoriales. Todo eso empieza a ser parte de tu vida, de tu realidad, si bien yo siempre traté de no perder objetividad pero, por otro lado, lo tenés que hacer parte de tu vida porque, si no, no podés apropiarte de ese lugar.
La mirada externa es lo que cambia. En Paraná yo vuelvo y siento que no tengo nada que explicar. Yo soy "la rusa" en Paraná. Mis amigos de allá, y lo mismo los amigos que me fui haciendo acá en Buenos Aires y todo.
La verdad que toda la gente que ha estado al lado mío, desde mi familia, mis amigos de Paraná, todos mis amigos, ellos también han sufrido un poco mi popularidad, mi exposición. Se han tenido que bancar que le saquen la foto cuando están al lado mío, que les pregunten 'che, vos que la conocés', ¡un plomazo!
Yo volvía y un poco querían saber cosas pero, listo, les decía: "hablemos de otra cosa". Porque necesitás también los otros roles, ser yo. Para mí el trabajo es muy importante, tener una profesión, tener la libertad que te da, si bien mi familia es lo más importante, nunca hubiera podido no trabajar. Siempre me organicé para dedicarle tiempo a mi familia, a mis hijos, pero mamá se iba a trabajar. Al principio te da un poco más de culpa, pero bueno, mamá, se va a trabajar. Y cuando vuelve, mamá está feliz y muchas veces venían conmigo, lo compartían y todo, pero tienen el ejemplo del trabajo, del esfuerzo, del hacer, eso que te da libertad.
Valeria, marca registrada
-¿De dónde te surgía esto de hacer todo tipo de cosas, de lo que construiste paralelamente a la carrera de modelo, que te animaste a la conducción o tu experiencia en el Festival de San Remo?
-Nombrás San Remo y la verdad, de inconsciente me metí ahí, sin tener idea de lo que estaba haciendo. Sabía que era el festival de la canción italiana, que era muy importante, pero cuando llegué ya para los medios estaba peleada con la otra conductora (que no tenía ni idea quién era, no lo había conocido). Un nivel de exposición y todo era ¡wow!, pero sí, creo que por la inconsciencia, porque si vos sos tan consciente y lo analizás, por ahí eso te paraliza un poco.
Y yo tengo esto de ser bastante soñadora, soy un poco inconsciente, arrebatada para hacer las cosas y bastante aventurera, esto de siempre buscar cosas nuevas. Eso te lleva también como a exponerte todo el tiempo y, al final -por lo menos la experiencia que tengo- es que la simpatía y la naturalidad es lo que me ha sacado de los momentos más engorrosos. Cuando hice San Remo, yo hablaba muy mal italiano, y hay una parte en la que me olvido la letra, no sabía qué decir, y salí de ahí y fue espectacular. Lo mismo cuando se me salió un zapato en pasarela, cuando se me cayó un bretel o cuando en una entrevista no sabía qué decir o cuando salí a conducir un programa... Yo creo que la naturalidad y la simpatía siempre me sacaron de los lugares más bochornosos y salí airosa.
-En los videos de backstage del documental se te ve contenta, haciendo chistes...
-Yo siempre lo disfruté y me gusta que la gente que está alrededor mío lo viva de la misma manera. En la moda -la moda porque es mi ambiente- pero he visto mucho maltrato, de subordinación, de gente que se cree superior entonces maltrata a los demás, lo he visto. Y a mí no me me gusta nada, me encanta generar buenos climas de trabajo. Para mí, el objetivo, es que cuando nos vamos todos a casa, la gente se vaya diciendo 'me encantó trabajar con Valeria'. Si yo lo que quería era que me volvieran a contratar, entonces lo único que tenía que hacer era que hacer que la gente la pase bien conmigo, tratar de hacer mi trabajo lo mejor posible, tratar de hacer la foto que el fotógrafo quería, de tratar de que el vestido me quedara mejor que nadie, de tratar de poner mi personalidad en todo. Y parte eso también era que la gente quisiera volver a estar conmigo.
Los hijos de Valeria
"Cuando yo pensaba en ser madre, pensaba en esto de ser el hijo de, la hija de, cómo lo van a vivir, cómo lo van a llevar, cuando eran chiquitos me preocupaba bastante. Pero después me di cuenta que bueno, otra vez más con naturalidad", cuenta Valeria sobre sus hijos, Balthazar, Benicio, Tiziano y Taína.
.¿Cómo hiciste para seguir con tu carrera y criar a cuatro hijos?
-Crecieron conmigo en un estudio, caminando por la calle con naturalidad porque yo nunca me escondí y para ellos era como re natural. Y una vez que me acuerdo, Balthazar, el mayor que fue abriendo camino, me contaba que las chicas más grandes le preguntaban si era el hijo de Valeria Mazza, 'no sé para qué me pregunta, si ya saben que sí', lo fue viviendo con mucha naturalidad. Soy de la época de los paparazzi, íbamos caminando por la calle y la gente te sacaba fotos. Entonces se preguntaban y, en eso, Alejandro también ayudó muchísimo a a explicarle a los chicos esto, a que entendieran esto es de mamá.
Y después saber que la exposición tiene un montón de beneficios y desventajas, y las desventajas ya las tenés, entonces, aprovechá los beneficios.
Alejandro Gravier, el amor de la vida de Valeria
-No podemos dejar de preguntarte por Alejandro...
-Armamos un equipo sólido, estuvimos ocho años de novios y en ese tiempo empezamos a construir un vínculo fuerte y además él fue acompañándome en mi carrera, primero en el sentido de incentivarme a decir 'sí, dale, viajá, vos podés, tenés que irte, yo te acompaño, te voy a ir a visitar', primero ese sentido y después de ir cuidándome.
Él es diez años más grande, tenía experiencia, ya tenía empresas, entonces fue cuidándome las espaldas y eso me ayudó un montón y me dio tranquilidad. Fuimos construyendo el vínculo de pareja y además fuimos creciendo. Nosotros crecimos individualmente y, además, fuimos creciendo como pareja. Hubo siempre mucho amor, mucho respeto y admiración. Y fuimos proyectando también el sueño de tener la familia y, una vez empezamos a tenerla, la fuimos disfrutando. Nos fuimos acomodando, no es fácil vivir de a dos, imagínate de a tres, de a cuatro, de a cinco de a seis.
-Cumpliste el sueño de la familia numerosa...
-Siempre yo dije que quería cuatro o cinco, pero bueno. ¿Querés que te diga la verdad?: Después de tener a Taína, Alejandro me dijo 'basta' claro, ya tenía 46. Hoy lo pienso y digo 'Ay', veo un chico y lloro. Esto de que soy muy ordenada, muy prolija, pensá que yo tengo cuatro hijos que se llevan tres años exactos y son de febrero, marzo abril, mayo, ¡metí uno en cada mes! Yo siempre quise muchos chicos, entre el primero y el segundo, tuve el primero. Había que recuperarse, volver a empezar a trabajar y ahí me di cuenta, cuando cumplió dos años, que empezás a sacar chupete, pañal, y cuando nació el segundo fue perfecto. Entonces como me funcionó perfecto, lo repetí para el tercero y el cuarto, y bueno, y vinieron... podría no haber funcionado.
Cuando recién había parido a Taína, todavía no habíamos dicho el nombre y me acuerdo que volví de la sala de parto y estaba en la habitación del hospital esperando a que llegaran los chicos del colegio a conocer a su hermanita, Taína que nació al mediodía. Me acuerdo que estaba con la televisión prendida y decían "acaba de nacer la hija de Valeria Mazza, ¿cómo se llamará?' Y uno dice, no me acuerdo quién, pero un periodista dice 'debe ser con T el nombre, porque tiene Balthazar, Tiziano Benicio y ahora la próxima debe ser con T' ¡y ahí nos dimos cuenta que es verdad, B, T, B, T, ¡no fue pensado! Eso fue muy gracioso y entonces en casa tenemos el equipo B y el equipo T.
Con los nombres de todos hay anécdotas muy graciosas, porque Balthazar, si era mujer, se iba a llamar Abril, si era varón Alejandro empezaba bueno le ponemos Alejandro. 'No, tu mismo nombre no, esto de Alejandrito, Alejandro hijo, Alejandro junior'. En un momento Alejandro tiró un par de nombres... no, y quedó Balthazar. Para Tiziano teníamos otro que era Tiberio pero después cuando leés la historia del emperador Tiberio era malísimo, entonces lo descartamos y quedó Tiziano, con la historia del pintor y a él le encanta, siempre dice 'yo soy Tiziano como el pintor'. Benicio era Benicio o Romeo, amaba el hombre, pero pensé que es fuerte Romeo, toda una cosa romántica, todas esas cosas que pensás. Y Taína, al padre le gustaba mucho Penélope y ahí los chicos dijeron 'papá le van a decir Pene en el colegio' y ahí cambiamos.
-Taína es nuestra favorita en Para Ti. ¡Te lo tenemos que decir!
-¡Todo lo que hace Taína sale en Para Ti al minuto y medio...
-¿A ella le gusta el modelaje, va para ese lado?
- A ella le gusta mucho la moda, le encanta el qué ponerse, la ropa, esto se usa, esto no, mirá cómo me queda. Y le gusta también todo lo que tiene que ver con el arte, le gustaba cantar, pero ella ella es como que todo lo tiene muy pensado: qué muestra, cuándo lo muestra, cómo lo muestra. Entiende el lenguaje de lo digital que nosotros bueno, lo vamos aprendiendo... por lo menos yo, me cuesta, mucho, porque como te decía yo estoy acostumbrada a los paparazzis, que te persigan, que hablen de vos, que armen la historia. Yo, estar mostrándome y contando de mí, bueno, ahora: ¡documental, ahí tienen!
-¿Qué fue Para Ti para vos en tu carrera?
-Para Ti, vamos a hablar en plural porque fueron grandes compañeros de mi vida, me acompañaron en toda mi carrera, me dieron la primera posibilidad en el mundo de la moda. Fue mi primera tapa de revista y era también como el primer objetivo, porque en Argentina es "la" revista de moda, entonces cuando empezás a trabajar en el mundo de la moda, decís, bueno quiero estar ahí. Fueron como grandes compañeros de este sueño dorado.
-¿Cuál es tu próximo sueño dorado?
-Laboralmente creo que se viene la tele, digamos Valeria un poco más en la tele. Estamos trabajando con la gente de Telefe y Paramount. También todo lo que tiene que ver con la marca Valeria, de poner ahí toda mi parte creativa, seguir con todo eso me encanta. Despunto la vocación de maestra en la Universidad de Palermo, en la carrera de Comunicación de Moda, con gente joven y voy comparto mis experiencias y me gusta mucho.
Y después me veo disfrutando de esta familia hermosa que he creado y, la verdad, es que hoy quiero disfrutar de esto, del momento de disfrutar de todo esto que he logrado, de este presente. Porque también siento que durante mucho tiempo es como que viví muy rápido y hoy, si bien tengo las ganas y la necesidad de seguir haciendo, hoy tengo otro ritmo. Y aunque soy acelerada y mi madre me dice 'pará Valeria' hoy quiero vivir a otro ritmo porque no me quiero perder más cosas, situaciones, momentos, gente. Quiero más momentos vividos y compartidos y de disfrute.
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Fotos: Chris Beliera
Videos: Martina Cretella
Producción: Mariana García Navarro @mariangnavarro/ Ignacio García rocha @ignaciogarciarocha
Pelo: Guille Parra @guilleparra
Make up: Nazareno Lopez @nazarenomakeup
Look 1: María Cher, zapatos Vizzano.
Look 2: traje Menage a Trois, corset y zapatos Maria Cher.
Look3: Vestido y botas Joti Harriague.