Nadia Elena Comaneci nació en Rumania el 12 de noviembre de 1961 y podemos decir que, con ella, lo hizo la gimnasia artística a nivel mundial. El logro deportivo histórico que obtuvo con solo 13 años marcó su carrera y su vida para siempre, así como la de muchas generaciones que vieron en su talento y trabajo duro una motivación para dedicarse a este deporte.
Todo comenzó cuando decidió empezar a entrenar esta disciplina, en la que rápidamente demostró excelentes condiciones . Tanto es así que ya en 1970 competía a nivel nacional como miembro del equipo de su ciudad natal.
Al ver su talento, fue reclutada por los entrenadores del equipo nacional de Rumania, Béla Károlyi y su esposa, Marta.
El 18 de julio de 1976, con 13 años, hizo historia al conseguir el primer 10 de calificación cuando compitió en los Juego Olímpicos de Montreal, una puntuación que nadie había obtenido en esta competencia.
Ese día, la deportista realizó una rutina perfecta, pudiendo dejar de lado los nervios y la presión de su primera participación en la competencia internacional, donde demostró una fuerza inusitada para una niña de su edad.
Además de este logro histórico, a lo largo de su carrera, conquistó nueve medallas olímpicas de las cuales cinco fueron de oro. También obtuvo cuatro medallas del Campeonato Mundial y doce del Europeo. Junto a su compañera de equipo, Svetlana Khorkina, ostenta el título de tricampeona del concurso completo individual del Campeonato Europeo, además de ser bicampeona olímpica de barra de equilibrio.
Desde su retiro, Nadia continuó involucrada en el deporte: es miembro de algunas asociaciones y federaciones, además es fundadora de una institución filantrópica y colabora con otras tantas, tanto en Rumania como en los Estados Unidos.
También es colaboradora de la revista "International Gymnast" junto con su marido el también ex gimnasta Bart Conner. Por sus calificaciones y logros, es considerada una de las más grandes gimnastas de todos los tiempos.
La dura historia detrás del éxito
Recientemente se publicó un nuevo libro que indaga en los archivos de la policía secreta de la era comunista en Europa que reveló los abusos que, tanto Nadia como sus compañeros de equipo padecieron mientras formaban parte de la delegación que representaba a su país.
Según el documento, la atleta estuvo constantemente bajo vigilancia en su país, cuyas autoridades la erigieron en una figura propagandística. En el caso de Comaneci se desplegó un dispositivo “impresionante” formado por agentes secretos, médicos, responsables de la Federación de Gimnasia, pero también un pianista de su equipo y hasta un coreógrafo, explicó a la agencia AFP el historiador Stejarel Olaru, autor del libro "Nadia si Securitatea (Nadia y la Securitate)".
La publicación es fruto de una extensa documentación del autor que consultó miles de informes desclasificados, en los que abundan las delaciones y conversaciones telefónicas de los servicios secretos, que llamaban a la gimnasta con el nombre, en clave, de “Corina”. Según el historiador, estos archivos muestran la "relación abusiva" que sufrió el "hada de Montreal" por parte de su entrenados Béla Károlyi.
Los informes reflejan las humillaciones que sufrieron tanto Nadia como sus compañeras: “Las chicas eran golpeadas tan fuerte que sufrían hemorragias nasales”, y también se menciona el “terror y la brutalidad” que Karolyi imponía a sus gimnastas.
Por otro lado, un médico también acusó al entrenador de tratarlas “de vacas o de idiotas”: “Por naturaleza, nunca estoy satisfecho. Nunca es suficiente, nunca”, respondía Karolyi a sus detractores en ese entonces. “Mis gimnastas son las que están mejor preparadas en el mundo. Y ellas ganan. Es lo único que cuenta”, defendía.
Aunque los maltratos del entrenador fueron denunciados por numerosas gimnastas rumanas o estadounidenses, Comaneci prácticamente nunca habló de ello en público. En una entrevista de 1977, a la que se refiere el libro a pesar de que nunca llegó a ser publicada, reconoció que era insultada constantemente e incluso abofeteada por haber engordado 300 gramos.
“Pasaron demasiadas cosas [...], no puedo más”, declaraba Comaneci, que seis meses después de los Juegos de Montreal se negó a que Bela Karolyi continuara siendo su entrenador. La gimnasta describía en su diario personal, que pudo consultar uno de los espías, los golpes que sufrían ella y sus compañeras cuando cometían un error durante un ejercicio. Según lo que decía la joven en aquel entonces, eran obligadas a entrenarse hasta la extenuación y apenas recibían atención médica.
Comaneci, calificada de “heroína del trabajo socialista” por el dictador Ceausescu, también sufrió en carne propia los métodos extremos de su mentor, que la atormentaba, intimidaba y humillaba. Karolyi, oriundo de la minoría magiar (húngara) y que era sospechoso de “llevar a cabo actividades hostiles contra su país (Rumania)”, también era vigilado por los servicios secretos.
De acuerdo al historiador, Karolyi permaneció al frente del equipo “Por puro cálculo político”, dado que con los resultados que obtenía y con el alto nivel que había logrado en la gimnasia artística, no lo iban a cuestionar y menos a investigar.
Más tarde, en 1984, Nadia decidió retirarse del deporte de élite y se convirtió en una especie de prisionera en su país, que la impedía viajar al extranjero. En noviembre de 1989 logró escapar, pidiendo asilo en Estados Unidos, en donde vive desde entonces.
Como ella misma lo define, tiene un vínculo muy especial con la tierra que la vio crecer, donde se casó con el también ex gimnasta Bart Conner: "Siempre que puedo vuelvo y trato de enseñar lo que sé de mi deporte y motivar a las nuevas generaciones, animándolas a seguir con su carrera y con lo que aman".
En abril de 1996 cumplió el sueño de contraer matrimonio con su marido en Rumania. Lo hizo en el Círculo Militar de Bucarest con su pareja, Burt Conner y confesó que nunca se hubiera imaginado una boda similar en su país de origen.
Actualmente está establecida en los Estados Unidos y es allí donde tuvo a su primer y único hijo, Dylan. Es dueña de un gimnasio y una empresa de equipamientos gimnásticos que además produce una línea de ropa. "Mi vida es muy complicada. ¿Interesante? No para mí, pero sí probablemente para mucha gente. He aprendido muchas cosas y he sobrevivido a otras tantas. El régimen comunista hizo que huyera de mi país".